Imagino a Páez frente a
una laptop, mientras teclea el nombre
de los desaparecidos más famosos del Ecuador en la página del CNE y su rostro le
demuda a la extrema felicidad mientras su cerebro asocia que allí está la prueba
del fraude electoral que se avecina: “el 19 de febrero de 2017, los muertos
votan”, concluye contento. Cargados ya los baldes con lodo suficiente, Páez
prende el ventilador.
Lo increíble de la asociación
inmediata de Páez, candidato a vicepresidente por CREO, es que omitió
toda posibilidad de que el empadronamiento de esos nombres tenga otra
explicación. Para alguien que ha entrenado su cerebro a pensar que todo lo que
ha hecho, hace y hará el gobierno de Alianza País es malo y criminal, no pudo
haber otra explicación. Sin embargo, no resultaba difícil detenerse a pensar que
los hermanos Restrepo siguen empadronados porque continúan desaparecidos, como
es de conocimiento público. Y esa es la razón por la que aparecen en los
registros del CNE, no su teoría conspiranoide.
A estas alturas, ya casi
no puede decirse que sea culpa de Páez: está condicionado a pensar así. En esta ocasión, pues se precipitó y la
cagó.
La lección de esto:
Cuando el principal motor de tu política es la mala
voluntad, no sirves para la política.
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