El viernes pasado en el
centro comercial El Jardín de Quito ocurrió un acto de irrespeto: por repetidas
ocasiones, unos guardias de seguridad se acercaron a interrumpir unas partidas
de ajedrez con la excusa de que estaba prohibida “por reglamento” su práctica. Varias
cosas no sabían esos guardias ese viernes por la tarde. Una de ellas era hacer
una necesaria distinción entre el ajedrez (un deporte) y otras actividades. Esto
era elemental.
Otra cosa que no sabían esos
guardias era que la persona que estaba jugando ajedrez ese viernes en el centro
comercial El Jardín era la gran maestra internacional Carla Heredia. Tampoco
sabían la reacción que el reclamo de Heredia tendría en las redes sociales,
ante el evidente bochorno de importunar a una gran maestra de ajedrez por
practicar su deporte en un centro comercial (luego algunos incautos quieren
creer que esos son espacios públicos).
La historia, sin embargo,
tuvo un final feliz, por la reacción de la administración de El Jardín. Mi
amigo Christian Espinoza publicó en su muro de Facebook un buen resumen de las
lecciones que deja este caso:
Sobre el manejo de este caso concreto, v. su blog |
De resultas, el centro
comercial El Jardín va a capacitar a sus guardias para que distingan el deporte
del ajedrez y no importunen a sus practicantes. Y mañana, desde las 10h30,
Carla Heredia hará unas partidas simultáneas:
Al final, ganó el ajedrez.
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