En el libro “Historia de Guayaquil”, una publicación escrita por Melvin Hoyos y pagada con
recursos públicos para su distribución gratuita, el asentamiento definitivo de
Guayaquil en el cerro Santa, acontecido el año 1547, simplemente sucedió. No hay ninguna explicación de
las razones para escoger ese lugar, en vez de cualquier otro (1).
En su libro “La lucha de
Guayaquil por el Estado de Quito”, el historiador guayaquileño Julio Estrada
Ycaza explicó lo sucedido:
“Lo que
interesa ahora es que Guayaquil huía de un grupo de vecinos quiteños cuando se
pasó de la orilla oriental del Babahoyo [“la [costa] de Quito”] a la orilla
occidental del Daule (“la costa que está a la parte de Puerto Viejo”),
interponiendo así al río Guayas y sus afluentes, entre ella y Quito. Guayaquil fue a buscar protección temporal en un sitio denominado Yagual o Guayal, cuya ubicación se desconoce. Y luego creyó encontrar su salvación en la cima del cerro Santa Ana...” (2).
¿Y de quiénes huían estos
primeros guayaquileños? Pues de un tal Pedro Puelles y su gente. La razón para perseguirlos
era porque,
“… en
abril de 1547, poco antes de pisar tierra ecuatoriana La Gasca, el capitán
Francisco de Olmos se había proclamado por el Rey, y había asumido el mando de
Santiago de Guayaquil, por la vía acostumbrada en aquella época: la fuerza. Y
para evitar una larga discusión sobre derechos conculcados, Olmos hizo matar a
Manuel de Estacio, su antecesor en el cargo, y un par de pizarristas más:
Alonso de Gutiérrez y el capitán Marmolejo” (3).
Así, cuando Pedro Puelles,
que era el Teniente de Gobernador y Capitán General de la villa de San
Francisco de Quito, se enteró de estos hechos de sangre en los trópicos de su
jurisdicción, juró “castigar a todos los vecinos y soldados que estaban en el
pueblo de Guayaquil” (4). En previsión
de la reacción de Quito, los primeros habitantes de Guayaquil, comandados por
Olmos, trasladaron su ciudad a la orilla que les haría más difícil el acceso de
los interioranos: pasó de la orilla oriental del Babahoyo a la orilla
occidental del Daule.
Así, la elección de asentar
a Guayaquil en el cerro Santa Ana se debió a una estrategia para la evasión de
una posible matanza (5). Estos hechos
estudiados por Estrada no se cuentan en la historia que escribió Hoyos,
por una sencilla razón: Julio Estrada fue un historiador serio y riguroso,
y Hoyos… es lo que hay.
Julio Estrada
insertó en la “La lucha de Guayaquil por el Estado de Quito” la siguiente frase
del romano Cicerón como epígrafe: “Historiador es el que no se atreve a decir
una mentira ni ocultar una verdad”. Nadie, en el campo de la historia, está más
lejano a esta sentencia ciceroniana que Melvin Hoyos. Él es apenas un hacedor
de propaganda.
(1) Hoyos,
Melvin & Efrén Avilés, ‘Historia de
Guayaquil’, M. I. Municipalidad de Guayaquil, Guayaquil, 2008, p. 11. En
este libro se refiere, con cita de otros autores, que “luego de un largo
peregrinar, por junio de 1547 quedó establecida, definitivamente, en el lugar
en el que hoy se encuentra”.
(2) Estrada
Ycaza, Julio, ‘Lucha de Guayaquil por el
Estado de Quito’, Archivo Histórico del Guayas, Guayaquil, 1984, p. 14.
(3) Ibíd.,
p. 13.
(4) Ibíd.,
p. 13.
(5)
Esta amenaza nunca se ejecutó, pues Pedro Puelles fue asesinado apenas unos
días después, el 29 de mayo de 1547. Muerto el perro, se acabó la rabia.
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