En su origen, el Estado
ecuatoriano fue un Estado muy débil, incapaz de afirmarse a sí mismo. Así lo
sancionó su primera Constitución, cuyo artículo 2 declaraba sin pena: “El
Estado del Ecuador se une y confedera con los demás Estados de Colombia, para
formar una sola Nación con el nombre República de Colombia” (?). Recién se afirmó como una “República
del Ecuador” por sí misma en 1835, tras la Convención de Ambato.
En el reparto histórico de
los Estados Sudamericanos, la historia del Ecuador es la de un actor
secundario. Su momento más relevante en los tiempos de la independencia fue ser
un espacio decisivo en la biografía de los dos libertadores sudamericanos, Simón
Bolívar y José de San Martín, dado su fugaz encuentro y entrevista en
Guayaquil. La Batalla del Pichincha es otro momento relevante, aunque no haya
sido tanto para libertar a Quito como para incorporar su territorio al diseño
que Simón Bolívar había dispuesto para los territorios al Sur de la República
de Colombia en la Constitución de Cúcuta del año 1.821 (cuando Quito era aún una
ciudad sólidamente española).
La secesión del “Estado
del Ecuador” en 1.830 aprovechó un momento de debilidad de la República de
Colombia. En 1.830, este enorme territorio de origen bolivariano de más de dos millones y medio de kilómetros cuadrados y
con salida a los dos océanos se empezó a desintegrar: por el Atlántico, emergió
de su “Distrito del Norte” y de la mano del general venezolano Páez, la que
sería Venezuela, mientras que por el Pacífico apareció el nuevo “Estado del
Ecuador” de la mano del general venezolano Flores, en lo que fue el “Distrito
del Sur” de Colombia (efectivo entre 1822 y 1830), compuesto por las antiguas provincias
de Quito, Guayaquil y Cuenca, las que durante el período colombiano de casi
ocho años se empezaron a conocer como “Departamentos”, divididos en provincias
(fue cuando se creó la provincia de Manabí para integrar el Departamento de
Guayaquil).*
El Primer presidente del
Ecuador, el general venezolano Juan José Flores, intentó que varias provincias
que habían integrado la Audiencia de Quito cuando fuimos parte del Reino de
España (y que después integraron el “Distrito del Centro” cuando la “Gran
Colombia”) se integren al territorio de este naciente Estado del Ecuador. En
1.831, el primer Congreso del Ecuador contó con representantes nombrados por
las provincias de Buenaventura, Pasto y Popayán, hoy sólidamente colombianas.
Pero el intento del General Flores no pudo sostenerse en el tiempo.
Primero, al General Juan
José Flores lo traicionaron los caudillos colombianos José María Obando y José
Hilario López, quienes lo habían atraído a este conflicto. Después lo traicionó
su propio ejército: el Batallón Quito, a cargo del Comandante ecuatoriano
Ignacio Sáenz, se pasó con sus 200 soldados al bando colombiano. También otros
batallones se le sublevaron, pues no habían sido debidamente pagados, como el
caso del Batallón Flores en Latacunga.
En general, la situación ad portas de enfrentar una guerra era
lamentable. Cuando el General Flores regresó al campo de batalla en Pasto,
después de obtener en Guayaquil un empréstito de 30.000 pesos para sostener la
guerra, advirtió que el éxito era imposible en condiciones tan adversas. El
General tenía ya cuatro batallones perdidos, y eso que aún no empezaba a guerrear.
Unas escaramuzas después, en octubre de 1.832, el General Flores se avino a un
armisticio con el Gobierno colombiano.
La aventura expansionista
ecuatoriana concluyó pronto y mal. El 8 de diciembre de 1.832 el Gobierno del
Ecuador fue orillado a firmar con el Gobierno de Colombia el “Tratado de Paz,
Amistad y Alianza entre la Nueva Granada y Ecuador” (conocido como “Tratado de
Pasto”), por el que los ecuatorianos accedimos a perder para siempre todos los
territorios al norte del Río Carchi, o lo que es lo mismo, perder toda el área
de influencia de la antigua provincia de Quito al norte de dicho río, a cambio
de que Colombia reconozca la existencia del Estado ecuatoriano como su frontera
al Sur. Este “Tratado de Paz, Amistad y Alianza entre la Nueva Granada y
Ecuador” fue ratificado por la Convención Nacional reunida en Ambato en 1835,
la misma que aprobó nuestra segunda Constitución y que adoptó por primera vez
el nombre “República del Ecuador” (a sabiendas de que Colombia –entonces “Nueva
Granada”- ya no lo objetaría).
En pocas palabras, el Estado
ecuatoriano nació (tímido y cuasi-colombiano) el año 1.830, se intentó expandir
en ese año y el siguiente a fin de sumar a algunas provincias de su área de
influencia de los tiempos de la Audiencia de Quito (de las que obtuvo incluso una
representación legislativa para el primer Congreso ecuatoriano en 1.831), lo
que generó los reclamos de su país vecino… Y, aunque haya intentado resistirlo,
finalmente el vecino del Norte se bajó al Ecuador por la fuerza y obtuvo lo que
le reclamaba: las provincias que formaron parte del “Distrito del Centro”, las que
pasaron en adelante a formar parte de la nueva “República de Nueva Granada” (así
llamada por su Constitución de 1.832, ya sin pertenecer a ella los antiguos
Distritos del Norte y el Sur, esto es, ni Venezuela ni Ecuador).
El saldo de este trienio
inicial para el Estado ecuatoriano es que el país resultó incapaz de sostener
con las armas su pretensión de recomponer el área de influencia que tenía la
provincia de Quito durante la época de su pertenencia a España.
Para la vecina Colombia,
por su parte, fue hacer respetar sus leyes internas adoptadas durante los
inicios de su período republicano. Ella se sintió afectada en su integridad
territorial y se impuso por la fuerza, por lo que obligó al naciente Ecuador a
renunciar a su aspiración de reconstituir su territorio de tiempos coloniales. Como
destacó un historiador colombiano, por el “Tratado de Pasto” de 1.832 “no le
concedió” al Ecuador “ninguno de los territorios por los cuales había
movilizado importantes recursos militares y diplomáticos”**
Esta es una historia
triste para el Ecuador, específicamente para su constitutiva provincia norteña
de Quito: los gazapos militares que amagó en tiempos de la temprana República se
saldaron con rotundos fracasos y pérdidas territoriales.
* Los
departamentos y sus subdivisiones fueron creados por la Ley de División
Territorial colombiana de junio de 1824. Los Departamentos se dividían en
Provincias, las que a su vez se subdividían en cantones. Del nuevo Departamento
de Guayaquil se desgajó a la Provincia de Manabí por la citada Ley de 1824,
provincia que sumada a la de Guayaquil fueron las dos que conformaron el
Departamento. Por esa misma Ley, la Provincia de Guayaquil se subdividió en
seis cantones: Guayaquil, Daule, Babahoyo, Baba, Punta de Santa Elena y
Machala. Fueron esos mismos seis cantones los que estuvieron en el nacimiento
del Estado ecuatoriano. La división territorial por Departamentos se mantuvo
hasta nuestra séptima Constitución, adoptada el año 1.861 durante el primer
período de Gobierno de Gabriel García Moreno.
**
Citado en: Uribe Mosquera, Tomás, ‘Afirmación autoidentitaria y conflicto en la era republicana temprana’, p. 176.
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