‘Su cuerpo es tan débil como su mente. De vez
en cuando da señales de inteligencia, de memoria y de cierta vivacidad, pero no
ahora; por lo común tiene un aspecto lento e indiferente, torpe e indolente,
pareciendo estupefacto. Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de
voluntad propia’. Ésta, que parece la descripción de Lenin Moreno, lo es del rey Carlos II de España, el que extinguió la dinastía de los Habsburgo en ese extremo
sur de Europa.
Es decir, vale para dos idiotas.
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