El amigo Fernando Yávar me invitó a participar de una jornada de análisis de fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) con estudiantes de la materia Derecho Procesal Penal I que él imparte en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG) el día martes 25 de los corrientes, en el aula Jey Jey Olmedo. La jornada involucró el análisis de cinco sentencias de la Corte IDH en contra del Estado ecuatoriano que las expusieron los estudiantes de la cátedra de Fernando (quien, dicho sea al pasar, además de excelente persona, es excelente académico y profesional): así, el caso Tibi lo analizó Juan Pablo Cucalón; el caso Suárez Rosero, Kléver Sigüencia; el caso Acosta Calderón, Patricio Huayamabe; el caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez, Gianella Gallegos; el caso Albán Cornejo, Denisse Maldonado. Todos, y no exagero un ápice, lo hicieron bien, muy bien.
Cuando yo estudié en la UCSG casi nunca escuché una mención del derecho internacional, y menos que menos, del sistema interamericano de protección de los derechos humanos: cuando los profesores se referían a la Convención Americana sobre Derechos Humanos usualmente equivocaban el nombre (“Convención Interamericana”, decían los pobres), se confundían con jarta fe y alegría entre Comisión Interamericana de Derechos Humanos y Corte IDH e ignoraban de manera penosa la jurisprudencia de la Corte IDH, de suma importancia para comprender la interacción entre derecho internacional y derecho interno y para enriquecer la interpretación de las normas jurídicas internas, más todavía con una constitución como la del ’98, ya ni se diga la actual. Mucho puede decirse también de la educación formalista que padecíamos (entiendo que, en buena medida, se padece todavía) quienes estudiábamos derecho porque cada profesor usualmente iniciaba la primera clase explicándonos los límites de su materia, marcando los mojones (hay un albur aquí, eh) del compartimiento-estanco a partir del cual nos describiría con mayor pena que gloria y escasa gracia su materia, una postura que ignora la interrelación de las normas jurídicas entre sí y, más todavía, la interdisciplinariedad del derecho con lo económico, lo social, lo cultural… Esta realidad académica yo no conozco mejores palabras para describirla que con las palabras del rosarino Alberto Olmedo, ese grande (que yo lo prefiero por lejos, que al Olmedo Jey Jey): “es que éramos tan pobres”. No dudo que en términos académicos lo sigamos siendo, pero ojalá que cada vez lo seamos menos gracias a personas como Fernando Yávar, que introducen estos y otros temas en su cátedra.
Participé en esta jornada en conjunto con mi socio en el Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador, Pablito Cevallos, quien la sacó del estadio con una exposición sobre las consecuencias de la sentencia del Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador: las reformas en materia de la autoridad que conoce de la garantía de hábeas corpus, que la Corte IDH determinó que era contrario a la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) que la conozca el alcalde y que debería conocerla una autoridad judicial (la Asamblea Nacional Constituyente se hizo cargo de este reclamo desde el derecho internacional), las reformas a la administración de los bienes que incauta el CONSEP cuyos gastos de administración ya no corren a cargo del procesado que fue absuelto de los cargos que se le imputaron (el Estado reformó reglamentos del CONSEP en este sentido), las reformas a la eliminación de los antecedentes penales, para que el Estado lo realice por cuenta propia y no someta a engorrosos trámites (work in progress).
A mí, me cupo, en cambio bailar con la más fea y a manera de cierre: con una exposición sobre el procedimiento ante el sistema interamericano de protección de los derechos humanos (Comisión IDH y Corte IDH). Lo quería explicar a partir del Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez, que me lo conozco muy bien, pero esa exposición del procedimiento ya la había realizado Gianella Gallegos con particular solvencia, antes que yo y no quería llover sobre mojado. Le entramos de todas maneras y empecé por loar el trabajo de Fernando en contribuir con este tipo de jornadas a la formación académica, que ojalá se multipliquen y ya hay unas ideas por allí que vienen bien, y continué con una charla sobre el procedimiento interamericano que no prescindió de la anécdotas de trabajo ni de los incentivos para los estudiantes (recordarles que cualquiera puede presentar casos en el sistema interamericano de protección de los derechos humanos y que Pablo y yo habíamos empezado como estudiantes a trabajar en los primeros casos, entre ellos, Chaparro y Lapo), de las limitaciones del derechos internacional (el que la carencia de un poder de policía haga que la ejecución de las sentencias en contra del Estado dependan de la buena voluntad de éste o de la “movilización de la vergüenza” que realicemos órganos internacionales y sociedad civil), de las críticas al Estado (en particular a la Procuraduría General del Estado, que se encarga del litigio de los casos de derechos humanos, lo que hace mal y con un espíritu contractualista sumamente berreta), de las expectativas sobre el Estado (a raíz de que la ejecución de las sentencias en contra del mismo la hace a partir de setiembre el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos), de la importancia de las sentencias de la Corte IDH para interpretar el derecho interno, etc. Mi participación fluyó tranquila y risueña y fue un placer desarrollarla. Un breve diálogo, al final, sobre fetichismo legal (a partir de una pregunta de Luis Sánchez, un habitué de este espacio virtual y siempre con buenas ideas y muy, muy bienvenido) y sobre el poder simbólico y fáctico que ejerce el derecho sobre la realidad; comentarios interesantes y oportunos. Cerramos al borde de las 21h00, casi tres horas después de empezados, una jornada que ojalá se repita y que para decirlo con el dicho popular, si así llueve, que no escampe.
P.S.- Pablito, moi, Fernando. Como puede apreciarse, F. es un grande.
Jornada "Fernando Yávar" sobre Corte IDH
29 de noviembre de 2008
Etiquetas: Corte IDH, Fernando Yávar, Pablo Cevallos
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6 comentarios:
Estimado Xavier, no ha sido si no hasta hoy que puedo expresar mi aprecio y admiración por sus acertados comentarios en varios ámbitos de importancia con la frontalidad que lo caracteriza ya sea desde sus editoriales hasta los presentes blogs, y sobre todo sus relatos de viajes con una narrativa impecable.
No sería justo seguir llenando estas líneas con elogios vanos, Espero algún día tener el honor de conocerlo personalmente o asistir a una de sus magistrales charlas.
Saludos
Anibal Villafuerte
Aníbal, muchas gracias por sus generosas palabras. Al respecto tenga usted dos certezas: 1) que son ciertamente excesivas; 2) que será un gusto conocerlo e intercambiar opiniones. Reciba mis mejores saludos.
Que te puedo decir, me desarmaste todo mi exposicion que podia decir yo cuando Pablo ya lo habia dicho casi todo.. bueno no me imagino tu que encima yo ya habia hablado mas...en todo caso fue un placer haber compartido con ustedes, y cuenten conmigo para cualquier tipo de evento que quieran desarrollar en mi universidad, prometo seguir preparandome y estudiando y espero algun dia estar al nivel de ustedes..bien dificil ahh jaja Gianella G.
Gianella, muchísimas gracias por tus palabras, el gusto fue mío. Y no, no es difícil. Ojalá nos veamos pronto en algún otro evento, será un gusto nuevamente. Besos, salute.
Buenas Xavier, mi nombre es Andrés Ycaza, me ha gustado mucho el blog, primera vez que lo reviso ya que nuestro profesor (el grande), nos mando a todos el link para revisar el blog. Me interesaría conocer mas a fondo su organización de la cual no recuerdo bien si es coladis o conadis (sorry si esta mal escrita),pero me gustaria pertenecer a ella. cualquier info porfa si puedes hazmela llegar a andycaz_@hotmail.com. Gracias
Andrés, muy bienvenido. La organización se llama COLADIC (Consejo Latinoamericano de Estudiosos del Derecho Internacional y Comparado). Te haré llegar información a tu correo electrónico. Un abrazo. salute.
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