El
poder de los medios de comunicación privados (en adelante, MCP) merece
regulación para evitar sus posibles abusos que violan nuestra libertad de
expresión. Esta primera frase sostiene todo lo contrario de lo que, usualmente
y de manera irresponsable, se sostiene en los MCP. Esos sostienen que la única
entidad que puede violar el derecho a la libertad de expresión es el Estado,
que la mejor regulación en esta materia es la que no existe y que la libertad
de expresión se la protege cuando se protege su derecho (el de los MCP) de
expresarse. Todo eso es falso.

Esta
“confusión conceptual” provoca distorsiones en la información que recibimos
(distorsiones que padecemos a diario) y viola, en consecuencia, la dimensión
social de nuestro derecho a la libertad de expresión. El remedio está, como
dijera (paradójicamente) Luis A. de Bonald, “en las Leyes”, esto es, en la
adecuada regulación legal: una regulación que proteja la dimensión social de la
libertad de expresión. Las garantías que debe contener esta adecuada regulación
incluye la prohibición de monopolios y oligopolios, la distribución equitativa
del espacio radioeléctrico, la creación de medios públicos y comunitarios, la
protección a la libertad y la independencia de los periodistas (reserva de
fuente, cláusula de conciencia), la promoción de mecanismos de autorregulación,
el establecimiento del defensor del público y de mecanismos de rectificación o
respuesta. Que los MCP no discutan estos temas es consecuencia de su “confusión
conceptual”, precisamente.
En
consecuencia, los MCP suelen violar nuestra libertad de expresión y la
regulación legal es necesaria para evitarlo y para proteger la dimensión social
de nuestro derecho a la libertad de expresión: protección que, sobra decirlo,
nos beneficia a todos y no solamente a unos cuantos que la distorsionan porque
no la entienden.
3 comentarios:
Réplica acá, por si interese.
Estimado Xavier:
El problema creo que también radica en un aspecto "cultural". Lo que producen los MCP, y transmiten (venden), usualmente es aceptado como verdad última porque nunca se ha inculcado (ni qué decir "despertado") la lectura entre líneas, la curiosidad por investigar, el "¿será cierto?", leer otras fuentes, entre otros, y lo que más pesar (¿o verguenza?) da es ver que esas actitudes vienen de gente supuestamente "preparada", que ha recibido educación "completa", etc. Por ellos hemos estado y seguiremos jodidos. Lo que resulta además interesante en toda esta novela que se ha despertado en Ecuador, es que, finalmente, algo, sea bueno, malo, ingenuo o no, nos han puesto a pensar.
Y ahora estos empleados obsecuentes de empresarios abusivos quieren autonombrarse "mártires". Supongo que la estrategia esté mejor pensada de lo que parece a primera vista. Les están dando una suerte de argumentos (al menos ante nuestra "ilustrada", "deliberante", "lectora" e "informada" opinión pública) para defender lo insostenible, que la libertad de expresión, en tanto derecho, es lo que dice la casi completamente ignorante e incapaz élite de la oposición al gobierno. "Argumentos" para procurar una defensa del desprecio absoluto acerca del caracter de universales de los derechos humanos. Se atrincheran en los privilegios de arbitrariedad a los que nos han querido someter siempre y que tod@s l@s demás que nunca tienen voz en ningún medio, que sigan no más callad@s.
Será que esto es un país...
Publicar un comentario