“Ciudadano es aquel que puede efectivamente comunicar (i.e. ser escuchado) con miras a una decisión” (1).
La regulación de la
Alcaldía de Guayaquil en materia de participación ciudadana es un ejemplo de
cómo entienden sus autoridades a la ciudadanía: sometida y silente.
Las alcaldías del país
(gobiernos autónomos descentralizados, in
the parlance of COOTAD) tienen la obligación de implementar “un sistema de
participación ciudadana para el ejercicio de los derechos y la gestión
democrática de la acción municipal” (así consta en el artículo 3 literal g) del
COOTAD relativo al principio de participación ciudadana, que se desarrolla en
extenso en el capítulo “La Participación Ciudadana en los Gobiernos Autónomos
Descentralizados” -Arts. 302 al 312) (2).
En consonancia con este
mandato, la Alcaldía de Guayaquil legisló sobre la participación ciudadana en la “Ordenanza
que regula el sistema de participación ciudadana del cantón Guayaquil”,
aprobada el 29 de septiembre de 2011. Esta Ordenanza es una burla a la
participación, porque sólo habilita a participar en la Asamblea Cantonal de Participación
Ciudadana a los 117 “representantes de la sociedad” que expresamente se
mencionan en ella (3). La
mayoría de estas entidades, únicas habilitadas para ejercer el derecho a la
“participación ciudadana”, han recibido dineros de la corporación municipal;
algunas, de hecho, sumas de millones de dólares.
La burla a la
participación ciudadana es evidente: la Alcaldía de Guayaquil determina las únicas
entidades que pueden participar y, a la mayoría de ellas, les ha dado dinero
para su gestión. El saldo es una participación ciudadana en la gestión municipal limitada, sesgada y
paniaguada. Una sociedad sometida y silente.
El mejor resumen de cómo
se entiende la participación ciudadana desde la Alcaldía de Guayaquil la
ofrecieron sus propias autoridades cuando el 29 de septiembre de 2011, día de
la aprobación de esta Ordenanza, dieron sus opiniones sobre la participación de
los ciudadanos en la gestión municipal. El Alcalde Jaime Nebot, fiel a su rancio
franquismo, expresó: “a mí no me vengan teóricos de participación ciudadana a
enseñar sobre lo que eso significa”, mientras que el secretario del Concejo
Municipal, Vicente Taiano (nuevo director del PSC desde el sábado pasado)
dio sentido a la bravuconada del alcalde Jaime Nebot, pues explicó que la
Asamblea Cantonal de Participación Ciudadana debía hacerse “para evitar intromisiones
en las gestiones del Alcalde” (4). Y
así se hizo: los alzamanos del Concejo Municipal no fallan una.
Guayaquil es una ciudad
sin ciudadanos, porque ser ciudadano implica “ser escuchado” y la regulación de
la “participación ciudadana” en Guayaquil no busca escuchar a nadie, como no
sea a su alcalde. Y ya se sabe bien cuál es la “doctrina” de Jaime Nebot en
esta materia: “Yo digo y si quieren, ustedes escuchan” (5). No funciona viceversa.
(1)
Flores d’Arcais, Paolo, ‘El
desencantamiento traicionado’, en: Flores d’Arcais, Paolo et al., ‘Modernidad y política. Izquierda, individuo
y democracia’, Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1995, p. 39.
(4)
‘Municipio tendrá mayoría en la Asamblea Ciudadana’, Diario El telégrafo, 30 de septiembre de 2011.
(5)
‘Discusión de fondo’, Xavier Flores Aguirre, 14 de junio de 2008. Por supuesto,
llamarlo “doctrina” tiene un punto de ironía: no pasa ésta de ser una mera
práctica autoritaria, más dependiente de los caprichos que de los principios.
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