Un anticipo del futuro

6 de mayo de 2017


Prólogo a "El libro de Litro x Mate", de autoría de Daniel Adum Gilbert.

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Este libro sobre Litro x Mate es, en realidad, un libro sobre Guayaquil. Litro x Mate es una iniciativa ciudadana orientada a plantar cara a un aspecto de la administración municipal presidida por el alcalde Jaime Nebot: su desprecio por el ornato de la ciudad.

Esta parece una idea contra-intuitiva, pues se supone que el Municipio de Guayaquil cuida el ornato de la ciudad. Pero la propuesta de Litro x Mate parte de una observación sencilla, que prueba lo contrario: los trazos de los grafiteros son cubiertos por los empleados del Municipio de Guayaquil con manchas grises. Esta estrategia del Municipio no cuida el ornato: es apenas el reemplazo de un daño por otro. Con la diferencia que este segundo daño lo pagamos todos (vía nuestros impuestos).

Así, la propuesta de Litro x Mate es simple: consiste en pintar por sobre los grafitis y las manchas (que las hemos pagado todos) unos bloques de colores. Hacerlo, a su vez, de una manera colaborativa y auto-gestionada, con cada uno de los participantes en la jornada de pintada colectiva contribuyendo con (al menos) un litro de pintura. A esta iniciativa confluyó mucha energía de jóvenes de Guayaquil, con el sincero propósito de embellecer su ciudad. Era, realmente, una oportunidad de oro para una administración municipal inteligente (1).

Pero el liderazgo autoritario del Municipio de Guayaquil le jugó en su contra. Lejos de aprovechar esta energía juvenil en su propio beneficio, el Municipio de Guayaquil se cebó en el ataque contra Daniel Adum Gilbert, principal “cabecilla” de esta iniciativa ciudadana. Utilizó sus cuantiosos recursos (que los pagamos todos) al punto de movilizar a más de 30 empleados para pintar de gris los exteriores de la casa de Daniel (obviamente, en contra de su voluntad). Miles de dólares invertidos en ejecutar una venganza que estaba por fuera de la ley, en una ciudad en la que su alcalde ha afirmado, en el colmo del autoritarismo, que para pintar una casa en Guayaquil, “aunque sea mi casa, tengo que pedir permiso” (¡?) (2).

Muy al estilo ochentero clásico en el socialcristianismo, este episodio tuvo su incidente de agresión física y un juicio penal. Fui el abogado defensor de Daniel en la acusación que le hizo el Municipio de Guayaquil, la que demostré que era inconstitucional por violatoria de elementales normas del debido proceso. En conclusión, el Municipio perdió y Daniel se salvó de la cárcel (3). Y como pago por mis servicios de abogado recibí, enmarcada, una plantilla original del chanchito, herramienta clave para encender la paranoia guayaquileña a inicios del mes de diciembre del año 2004, y que hoy adorna mi estudio.

Durante este arbitrario proceso penal contra Daniel aconteció un hecho significativo. Durante su intervención, el abogado del Municipio atinó a afirmar que “lo que sí es objetivo es la ley y su cumplimiento” (4). El resto de su intervención fue olvidable, pero este fragmento de su discurso merece destacarse: es una evidencia del “legalismo ético”, consustancial tanto al fascismo como a las prácticas socialcristianas. Esto es así, pues el fascismo incorpora el “legalismo ético” y, en su vertiente conservadora, sirve para describir la orientación de la gestión municipal del alcalde Jaime Nebot. Lo que estuvo en el origen de la fallida persecución penal emprendida por el Municipio de Guayaquil en contra de Daniel Adum Gilbert era precisamente este “legalismo ético”, según el cual “es justo aquello que es ordenado por el solo hecho de ser ordenado” (5).

Nuevamente, esta atribución de un “fascismo conservador” a la gestión de Jaime Nebot en la Alcaldía de Guayaquil parecería contra-intuitiva: ¿cómo una administración municipal de esta naturaleza podría sostenerse en el poder, con tan altos niveles de aceptación? Porque es realmente asombroso: a pesar de la putrefacción del estero Salado, de las deficiencias en el sistema de transportación pública, de las falencias en los servicios de alcantarillado, agua potable y recolección de basura; a pesar de sus abusos contra las libertades civiles y de la implementación inconsulta de un modelo de desarrollo carente de planificación y orientado al beneficio de grupos de poder económico (especialmente, los ligados al sector de la construcción); y, a pesar de haber convertido a Guayaquil en una ciudad inequitativa, estancada en su economía, atascada en su tráfico, sin espacios públicos ni áreas verdes y expuesta a los riesgos asociados a los terremotos e inundaciones, el Municipio de Guayaquil mantiene una alta aceptación en los habitantes de la ciudad.

Una primera explicación que podría darse para ello es que los habitantes de Guayaquil, en relación con la administración política de su ciudad, sufren del síndrome de Dunning-Kruger: “un sesgo cognitivo por el cual individuos incompetentes sufren de una ilusoria superioridad” (6).

Resultan preferibles, sin embargo, dos explicaciones que interpretan las relaciones de poder en la administración de Guayaquil. La primera: el periodismo de Guayaquil ha sostenido un indisimulado apoyo a la gestión de la Alcaldía. No existe el periodismo de investigación en relación con la gestión municipal, ni el periodismo de opinión se ha mostrado crítico con ella. En la redacción de las noticias, el sesgo a favor del Municipio es muy evidente. De allí que el poder político en Guayaquil se mantenga incólume, por este “control” sobre la opinión y la información, el que se da en doble vía: por todo lo que se dice a favor del Municipio (esto es, por el indisimulado apoyo de medios escritos, radiales y televisivos) y por lo que no se dice, por aquello que se calla.   

La segunda explicación es la docilidad y la falta de articulación de la sociedad civil en Guayaquil. La forma desordenada en la que hemos permitido que crezca la ciudad refleja esto; también lo hace la manera en que toleramos el trato abusivo y discriminatorio a los más pobres de entre nosotros (7). Por esto, una iniciativa como la de Litro x Mate resulta tan importante: porque implica un acto de ruptura con la pasividad de la sociedad guayaquileña, un ejercicio de reapropiación del espacio público y una contribución a su embellecimiento.   

Si el lector ha llegado hasta aquí, de seguro (salvo que realmente sufra el síndrome de Dunning-Kruger) ha comprendido que tiene en sus manos un libro que contiene un fragmento de la historia de Guayaquil. Un libro que le va a contar una historia de enfrentamiento entre los ciudadanos y la autoridad, los colores contra el gris, la creatividad versus el autoritarismo. Pero mucho más importante: es una historia que anticipa el cambio que vendrá.

Porque la auténtica diferencia entre lo testimoniado por este libro de Daniel Adum Gilbert y la administración de Jaime Nebot no es ni de orientación ideológica, de izquierdas o derechas: la auténtica diferencia es generacional. El alcalde Jaime Nebot representa una forma de administración conservadora y autoritaria, hija de los tiempos en que se incorporó a la política nacional. Mientras que este libro de Daniel Adum Gilbert es todo lo contrario: es el testimonio de una iniciativa libertaria y colaborativa, de una actividad desinteresada y generosa que hizo saltar la pus del Municipio local.

Conforme se trueque el gris por los colores, el autoritarismo por la libertad y el beneficio de unos pocos por una planificación orientada al bien común, Guayaquil cambiará para bien. Esto va a depender de que las nuevas generaciones desplacemos a esta Vieja Guardia enquistada en el poder y asumamos el reto de convertir a Guayaquil en una ciudad verde, inclusiva y sustentable (8).

Este libro es un anticipo del futuro.

A colores.


Guayaquil, 5 de diciembre de 2016

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(1) Edi Rama, quien fue alcalde de Tirana (la capital albanesa), hoy Primer Ministro de Albania, implementó durante su mandato en la Alcaldía (2000-2011) políticas públicas orientadas a inculcar “el orgullo a los ciudadanos mediante la transformación de los espacios públicos con diseños coloridos”, v. ‘Edi Rama Recupere su ciudad con pintura’, TEDxThessaloniki [Mayo, 2012].
(2)Nebot: el gran Guayaquil abarca a Durán, Daule y Samborondón’, Diario El universo, 9 de octubre de 2011. Es obvio, sin embargo, que a nadie en Guayaquil se le ocurre ir a “pedir” un permiso para pintar su casa. Esta falta de efectividad de una disposición es una práctica común en el Municipio de Guayaquil (administrada, por cierto, a conveniencia) y hay dos temas en los que resulta especialmente peligrosa: en la prevención de los riesgos asociados a los terremotos y en la prevención de los riesgos asociados a las inundaciones. El primero de estos riesgos deriva de la ineficacia de la Alcaldía de Guayaquil para controlar las construcciones en la ciudad, como lo ha señalado el Presidente de la Cámara de la Construcción de Guayaquil, ingeniero Enrique Pita: “El Municipio, lamentablemente, no teniendo el personal suficiente, no realiza los controles de los procesos constructivos, más allá de al final de la obra establecer si los metros cuadrados que se reportaron son los correctos”. Esta inefectividad contribuye a la vulnerabilidad de Guayaquil frente a los terremotos (se estima que en Guayaquil un terremoto con la intensidad del que tuvo epicentro en Pedernales ocasionaría más de 20.000 muertos y alrededor de 1.500.000.000 USD en daños).
Para las declaraciones del ingeniero Pita, v. ‘Guayaquil vulnerable / Bloque 3 Visión 360 III Temporada’, Visión 360, YouTube (min. 11:06-11:22).
El segundo es un escenario igualmente catastrófico, porque en razón del cambio climático, Guayaquil es la cuarta ciudad costera en el mundo de más de un millón de habitantes (de un total de 136 ciudades estudiadas) que proyecta una mayor estimación de pérdidas económicas anuales (dependiendo de los cálculos, estas pérdidas oscilarían entre 2.183.000.000 USD y 3.189.000.000 USD) por las inundaciones que se producirán por el aumento del nivel del mar, dentro de los próximos treintaicinco años. Un informe publicado en la revista Nature Climate Change el año 2013 (titulado ‘Future flood losses in major coastal cities’ –‘futuras pérdidas por inundación en las grandes ciudades costeras’) alertó de la necesidad para las ciudades costeras de adaptarse al cambio climático, “porque la inacción resultaría en pérdidas inaceptablemente altas”. 
Sobre estos riesgos asociados a las inundaciones, hay varios artículos en mi blog bajo la etiqueta “Inundaciones” (https://xaflag.blogspot.com/search/label/Inundaciones), v. en particular, las entradas “Inundaciones en Guayaquil: asumir las responsabilidades ciudadanas para enfrentar los riesgos inminentes” (12 de enero de 2016), “La posibilidad de una ciudad verde” (18 de enero de 2016) y “Guayaquil a la deriva” (28 de febrero de 2016).
(3) En una charla TED, Daniel me llamó “el Messi de las leyes”, un desmedido elogio. ¡Gracias, Puyol! , v. ‘Atrevimiento a la no-idea’, TedQuito [Septiembre, 2014]
(4) ‘Municipio de Guayaquil vs. Artista Urbano (Daniel Adum) (3era Parte)’, Guayaquil Progresista, YouTube (min. 5:59-6:04).
(5) Bobbio, Norberto, ‘Ensayos sobre el fascismo’, Prometeo Libros, Buenos Aires, 2008 [Primera edición: 2006], p. 120. Una demostración de este “legalismo ético” está en que al Municipio de Guayaquil nunca le interesó entrar a discutir los efectos de las intervenciones de Litro x Mate. Una de las evidencias aportadas en mi defensa de Daniel fue que la opinión de los vecinos de los barrios en los que intervino Litro x Mate estaba de acuerdo con el cambio hecho por la intervención: v. ‘Escrito presentado ante el Juez de Contravenciones en el caso Municipio de Guayaquil vs. Daniel Adum Gilbert’, pp. 2-3.
¿Por qué la Alcaldía de Nebot es fascista? V. ‘El fascismo municipal’, Xavier Flores Aguirre [blog], 13 de enero de 2012.
(6) Dossey, Larry, ‘The Lemon Juice Syndrome and the Hunger Games’, Explore, Vol. 10, No. 3, pp. 137-145.
(7) En Guayaquil, según un informe técnico presentado por expertos de la CAF solicitado por el propio Municipio de Guayaquil, el crecimiento de Guayaquil “ha privilegiado la densidad en términos de áreas impermeables, con lotes pequeños para las viviendas, aceras y accesos estrechos, limitadas áreas verdes, y en general una clara tendencia hacia la impermeabilidad del suelo urbano –inclusive en las divisorias y laterales de calles y avenidas construidas en fechas recientes. Este tipo de ocupación aumenta notablemente la temperatura en la ciudad, incrementa significativamente los picos y la velocidad del escurrimiento durante las crecidas de la escorrentía superficial, produce erosión y aumenta la contaminación de las aguas pluviales”, v. Mejía Betancourt, Abel, Morelli Tucci, Carlos Eduardo, Bertoni, Juan Carlos & Gabriel Cabezas Vélez, ‘La inundación de Guayaquil en marzo 2013’, Opinión de expertos internacionales. Cooperación Técnica de la CAF, Informe Gerencial [17 de junio de 2013], p. 24.
La exclusión a los pobres se evidencia de manera brutal en las palabras del propio alcalde Nebot dichas durante una sesión oficial del Concejo Cantonal, en la que muy suelto de huesos afirmó: “Yo he tomado la decisión de que aquí no vamos a legalizar un terreno ni vamos a poner una volqueta de cascajo ni un metro cuadrado de asfalto ni un metro de tubería de alcantarillado o de agua potable más allá de lo que he expresado en el límite oeste, el límite de Flor de Bastión y el límite de la Sergio Toral” (Acta de la sesión del 7 de octubre del 2010, p. 12). Esta declaración suya evidencia el habitual modus operandi del Municipio de Guayaquil de castigar a los pobres, por el sólo hecho de serlo… Y eso que ni siquiera hablamos de los abusos cotidianos perpetrados en contra de los comerciantes informales.
(8) Según el informe de expertos solicitado por el Municipio de Guayaquil a raíz de la inundación del 2 y 3 de marzo de 2013, Guayaquil “ofrece condiciones inmejorables para desarrollar soluciones integradas en el diseño urbano que combine programas de vivienda, transporte, agua potable, alcantarillado, drenaje, residuos sólidos y medio ambiente. Para ello se requiere que las intervenciones urbanas se integren a nivel operacional para proponer y diseñar soluciones que sean sustentables a largo plazo”, v. ‘La inundación de Guayaquil en marzo 2013’, Ibíd., p. 31. A pesar de estas “condiciones inmejorables”, el Municipio de Guayaquil ha insistido en recorrer durante este casi cuarto de siglo de dominio socialcristiano (en continuidad de una inveterada tradición) la dirección contraria.

1 comentarios:

Freddy Russo dijo...

Este prologo sobre el libro de Daniel Adum trata sobre la ceguera del burgomaestre de Guayaquil en cuanto al ornato gris de los muros de la ciudad puerto. La ceguera no es la única carencia que sufre el alcalde Nebot, tambien es su sordera. Me permiti desnudarle en un articulo "Nebotitis" publicado en El Telegrafo del domingo 4 de mayo del 2014. http://www.telegrafo.com.ec/opinion/cartas-al-director/item/nebotitis.html Lamentable tener un alcalde que no asiste a un concierto, que no canta y tampoco baila. Atte Freddy Russo