En el mundial de Estados
Unidos 1994, aquel en que al Diego le cortaron las piernas tras el
partido contra Grecia, la Argentina en octavos (ya sin D10S) se enfrentó a la
Rumania de Gheorghe Hagi, que la venció 3 a 2. El tercer gol fue obra de Hagi:
la acomodó a un costado de Islas, tras pase de Dimitrescu. Y Kaputt. Fue el 3 a 1, que resultó
irremontable para la albiceleste.
En la última revista Líbero
hay una entrevista a Hagi, “el Maradona de los Cárpatos”, en la que le preguntaron
por sus goles de fuera del área. Su respuesta lo pinta de cuerpo entero a este
crack:
“Desde que
tenía 12 años, mi primer entrenador me dijo que entrenara esta cualidad. Me
pidió que disparara, que siguiera intentando y disparando a larga distancia. El
70% de mis goles vinieron de fuera del área. Es un buen porcentaje, ¿no? (ríe).
Era mi
cualidad, lo supe desde que era muy joven y lo seguí entrenando. Y ahora,
cuando soy entrenador, hago lo mismo con mis jugadores. No hubo ninguna semana
en mi carrera como jugador en la que no entrenara tiros desde posiciones imposibles
o tiros libres. El fútbol es como la
geometría. Necesitas ver los ángulos, sentir el espacio, ver las líneas y
trayectorias. ¡Aprendes geometría en el campo! Seguí practicando esos tiros
incluso después de dejar de jugar” (No 25, p. 32).
Lo dicho: un crack.
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