En un partido de fútbol, muchos
pases pueden ser mucha mierda. El mejor ejemplo de esto fue la selección
española, en el partido en que se apeó del mundial.
En ese partido contra Rusia,
Sergio Ramos impuso un récord, que a la vez fue un síntoma. Dio 141 pases, como
nunca nadie en la historia de los mundiales lo había hecho, desde que se miden
estas cosas (1966). Y fue un síntoma, según José Sámano:
“Síntoma
absoluto de para qué la utilizó la selección española, como artefacto para
ganar minutos más que metros, para hacer creer que era lo que fue y hoy tanto
le cuesta siquiera plagiar. El balón como objeto ambulante, de aquí para allá
de forma previsible, en horizontal”.
Este récord de Ramos
funciona como una explicación de porqué perdió España. Un récord de mierda.
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