La franja amarilla

4 de septiembre de 2009

En Cali(ente) he vuelto a conseguir uno de los libros de ensayo histórico que más me ha interesado, que lo compré y lo leí por primera vez en Medellín hace algunos años y cuya edición de aquella época se la regalé a una colombiana a la que quiero mucho (¡ah, cómo son de queribles las colombianas!). El libro se titula, ¿Dónde está la franja amarilla? y su autor es el colombiano William Ospina (quien además es un excelente novelista, v. Ursúa).


Yo suelo recordar una humorada que Ospina escribió en su libro, aquella de que en Colombia (aplica al caso de Ecuador, of course) “los ricos quieren ser ingleses, los intelectuales franceses, la clase media quiere ser norteamericana y los pobres quieren ser mexicanos”. Pero ahora que he vuelto a leerlo, la que me parece frase certera y de plena aplicación para el caso ecuatoriano es la descripción que Ospina hace de la clase dirigente colombiana que cerró filas contra Jorge Eliécer Gaitán: “… esa clase dirigente que se lucraba de la miseria nacional y que despreciaba profundamente todo lo que no cupiera en su mezquina órbita de privilegios. Una casta de mestizos con fortuna que nunca había intentado ser [ecuatoriana], ni identificarse con nuestra geografía, con nuestra naturaleza, con nuestra población; que continuamente se avergonzaba, como sigue haciéndolo hoy, de este mundo tan poco parecido al idolatrado mundo europeo. Una elite deplorable que viajaba a Europa y Norteamérica, no a llevar con orgullo el mensaje de un pueblo dignificado por el respeto y afirmado en su territorio, sino a simular ser europea, y a procurar por los métodos más serviles ser aceptada por un mundo que no ignoraba su condición de rastacueros y su falta de carácter”. Si habría que añadir algún matiz para nuestro caso, sería el tiempo presente y una poderosa dosis de Miami.


P.S.- Puede que sea una consecuencia de esa descripción el que sus proclamas, al día de hoy, suenan tan vacías, tan carentes de cualquier cosa que se parezca lejanamente a una propuesta y tan rebajadas a la miseria del gritón adjetivo.

P.S. (2).- ¿Dónde está la franja amarilla? Pos, acá, el texto entero. Y bonus: de Ospina, otros textos.

1 comentarios:

Charles dijo...

tal parece que los otrora Gran Colombia compartimos no solo idiosincrasias, sino tambien miserias conceptuales y pobrezas de espiritu...eso en parte explica el porque la reticencia a los cambios, y su busqueda perpetua de entorpecer cualquier progreso, obstaculizandolo a niveles irracionales.

Lo que me resulta irónico es que antes, cuando desde la izquierda a la que hacian oidos sordos se hablaba del imperialismo Occidental y demas demonios, no eran mas que disparates y frases sin sentido. Ahora, cuando ellos han perdido el poder, son los mas partidarios de teorias conspiranoicas de las intenciones venezolanas y cubanas de dominacion del mundo, esclavitud y demas blah blah blah.. la pregunta es hasta cuando??...