En un mercado de libros
usados en la calle Cabildo, en Buenos Aires, conseguí el “Así ganamos. La
verdadera lucha por la copa”, de Carlos Salvador Bilardo. A día siguiente de
comprarlo, fui a visitar a un amigo en Longchamps y me tomé el tren Roca. Me lo
llevé a Bilardo de compañía.
Lo empecé a hojear y me
detuve en el capítulo del partido contra los ingleses (“Capítulo XII: Algo raro
en el aire”). Y ésta es la misérrima forma en que Bilardo describió los goles
de Maradona contra Inglaterra, esa gloriosa tarde del 22 de junio de 1986 en
Ciudad de México:
“El primer
tiempo fue bastante parejo. El gol vino recién a los 51 minutos. A los 55,
Maradona marcó el mejor gol del campeonato; Diego arrancó sobre la derecha y
pasó a Butcher y a Fendwick en velocidad. Arrancando de atrás, a esa gente que,
como yo supuse, era pesada, tenía que superarla con toda facilidad. El piso era
difícil, resbaloso. Se dio todo como había previsto de antemano” (1).
Hay muchas cosas que están
mal con este párrafo, pero atribuir la intempestiva magia de uno de los mejores
futbolistas de la historia a su “previsión” como técnico es la más grave de
todas: un asalto a mano armada a la autoría de la jugada y una tomadura de pelo
a sus lectores.
(1) Bilardo, Carlos S., ‘Así ganamos. La verdadera lucha por la Copa’, Sudamericana-Planeta,
Buenos Aires, 1986, p. 116.
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