La forma cómo se eligió a
la candidata C. Viteri de la llamada “La Unidad” revela una cuestión de fondo.
Esa cuestión de fondo se
explica en tres actos. El primero, el lanzamiento unilateral de la pre-candidatura
a la presidencia. El segundo, un audio de un adherente desencantado. El
tercero, el enfrentamiento de las “barras” del PSC y de Avanza en el acto del
lanzamiento de la candidatura a la presidencia.
El lanzamiento de la
pre-candidatura de C. Viteri a la Presidencia de la República el 28 de junio puso
en evidencia la unilateralidad del PSC. Un partido de retórica hueca, sin más
principios que la lealtad a sus propios intereses, lanzó a su precandidata
C. Viteri simplemente porque pudo. Si a los otros cobijados bajo el membrete de
“La Unidad” no les gustaba esa precandidatura, pues podían tener a bien joderse:
jamás en el PSC interesó su opinión. Un partido con la impronta de su máximo
caudillo.
El audio del desencantado
morlaco Paúl Carrasco refiere la triste historia de cuando los muy débiles se
sientan a negociar con los fuertes: no obtienen ni pan ni pedazo. Hay una parte
decidora de la comunicación verbal a sus seguidores: “Los social cristianos
cogen la presidencia, la vicepresidencia, las dos primeras andinas, la segunda,
la cuarta y la sexta diputación nacional”. Tras eso, admitió: “Nosotros estamos
fuera”. El PSC porque puede, y tantas cuantas pueda. ¿Las candidaturas
principales de La Unidad”? Se las llevó el Tiburón.
En el acto de lanzamiento
de la candidatura de C. Viteri el 29 de septiembre se enfrentaron a golpes las
“barras” del PSC y de Avanza. El PSC es un partido afín a estos actos de fuerza
(su líder máximo es el orgulloso nieto del catalán lugarteniente del Generalísimo Franco en
Guayaquil: bien dice el refrán que la manzana no cae lejos del árbol). En las audiencias
judiciales contra el Municipio, la turbamulta del PSC grita y agrede a los demandantes;
de manera cotidiana en Guayaquil, la Policía Metropolitana maltrata a los
comerciantes autónomos, los agrede y les decomisa sus mercancías y sus medios
de trabajo (desde frutas hasta carretillas). Son un par de evidencias de los actos
de fuerza tan de la “Vieja Guardia” y tan del gusto del PSC. Una violencia que
resulta imposible disociar de la unilateralidad del Tiburón.
Esta forma unilateral y
agresiva de comportarse del PSC revela el fondo de este viejo partido (fundado
en Quito, en 1951). Se lo puede resumir en esta frase del mundo del mar: “El
pez grande se come al chico”, el Tiburón se comió a las sardinas (1). Este es el fondo predador del PSC, su esencia. Darle
poder a gente así, a quienes les falta diálogo y les sobra unilateralidad, les
falta ideología y les sobran actos de violencia, es un error histórico.
Esto quería dejar por escrito, y que
Paúl Carrasco es una sardina.
(1) Esta
metáfora la utilizó el expresidente de Guatemala Juan José Arévalo en su libro
“Fábula del tiburón y las sardinas. América Latina estrangulada” [1956], v.
Lorenzo Meyer, ‘El tiburón y las sardinas’, El Siglo de Torreón, 4 de marzo de
2010.
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