Paz en Colombia

24 de septiembre de 2016

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Colombia es un país entrañable (de gente entrañable), razón por la cual este Acuerdo de Paz es una noticia tan feliz. Su ratificación popular se la prevé para el 2 de octubre; si triunfa la opción por el “sí” sería, además de una sonora cachetada al culibajito (1), el punto de partida “para olvidar el dolor pasado, para disminuir el dolor presente y para prevenir el dolor futuro” (2).

Esta última frase pertenece al hermoso alegato escrito por Héctor Abad Faciolince (autor de una de las novelas esenciales de la literatura en castellano: “El olvido que seremos”) para persuadir a su excuñado Federico Uribe (sin ninguna relación con el culibajito), dos veces secuestrado por las FARC y su “contribuyente”, para que cambie su opinión y vote por el “sí” en el plebiscito de octubre. El alegato de Abad concluyó con esta pregunta a su excuñado:

“¿No es mejor un país donde tus mismos secuestradores estén libres haciendo política, en vez de un país en que esos mismos tipos estén cerca de tu finca, amenazando a tus hijos, mis sobrinos, y a los hijos de tus hijos, a tus nietos?” (3)

Colombia está entre perpetuar el odio o buscar un bálsamo, una posibilidad para sanar sus heridas de decenas de años.

(1) “Culibajito” es como el escritor Fernando Vallejo lo llama a Álvaro Uribe: “un culibajito con pinta de sacristán que tiene todo el tiempo a Dios y a la patria en la boca”, y que “como es de voz débil pero de carácter fuerte, se empina y aprieta el culito para entonar”, v. ‘Fernando Vallejo, cortejando a la muerte’.
(2) Héctor Abad Faciolince, ‘Ya no me siento víctima’, Diario El país (España), 3 de septiembre de 2016.
(3) El Uribe expresidente respondería, apretando el culito, que no.

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