Anda a emprender en
Guayaquil con un “food truck”: la autoridad municipal te impedirá tu
emprendimiento por trabas burocráticas (“no están homologados para su revisión
técnica vehicular y matriculación respectiva”) y te retendrá el “food truck” si
desafías su prohibición; incluso advertirá a los comercializadores de los “food
trucks” para que eviten problemas a sus clientes (“que informen a sus clientes
y evitar futuros inconvenientes”) (1).
Un ambiente, sin duda, poco amable para el emprendimiento.
La respuesta de una
autoridad municipal preocupada por el emprendimiento de las PYMES (pequeñas y
medianas empresas) debería ser el incentivo de los “food trucks”, con reglas
claras de uso del suelo y de higiene. Pero la respuesta del Municipio de
Guayaquil ha sido todo lo contrario: una prohibición total, sin otro fundamento
que restricciones burocráticas (muy de “kikuyos”). En Guayaquil, estancada ciudad
en la que “nada, no pasa nada”, este tema relativo a la libertad de comercio no
se discute en la esfera pública (¿o algún editorialista, de esos que asocian la
libertad con la ausencia de regulaciones, ha dicho algo? No, porque discutir
las deficiencias y abusos de la administración local podría conducir a
malquistarse con el Señor Alcalde).
La “libertad” de los
socialcristianos es una palabra vacía, retórica de la “Vieja Guardia” (2).
(1)
‘Los ‘Food Trucks’ están prohibidos en Guayaquil’, Diario El universo, 19 de
septiembre de 2016.
(2)
‘El liberalismo guayaco’, Xavier Flores Aguirre, 7 de octubre de 2011.
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