“LA PUTA,
LA GRAN PUTA, la grandísima puta, la santurrona, la simoníaca, la inquisidora,
la torturadora, la falsificadora, la asesina, la fea, la loca, la mala; la del
Santo Oficio y el Índice de Libros Prohibidos; la de las Cruzadas y la noche de
San Bartolomé; la que saqueó a Constantinopla y bañó de sangre a Jerusulén; la
que exterminó a los albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers; la que
arrasó con las culturas indígenas de América; la que quemó a Segarelli en
Parma, a Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma; la detractora de la
ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia; la
perseguidora de judíos, la encendedora de hogueras, la quemadora de herejes y
brujas; la estafadora de viudas, la cazadora de herencias, la vendedora de
indulgencias; la que inventó a Cristoloco el rabioso y a Pedropiedra el
estulto; la que promete el reino soso de los cielos y amenaza con el fuego
eterno del infierno; la que amordaza la palabra y aherroja la libertad del
alma; la que reprime a las demás religiones donde manda y exige libertad de
culto donde no manda; la que nunca ha querido a los animales ni les ha tenido
compasión; la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, la
calumniadora, la reprimida, la represora, la mirona, la fisgona, la contumaz,
la relapsa, la corrupta, la hipócrita, la parásita, la zángana; la antisemita,
la esclavista, la homofóbica, la misógina; la carnívora, la carnicera, la
limosnera, la tartufa, la mentirosa, la insidiosa, la traidora, la despojadora,
la ladrona, la manipuladora, la depredadora, la opresora; la pérfida, la falaz,
la rapaz, la felona; la aberrante, la inconsecuente, la incoherente, la
absurda; la cretina, la estulta, la imbécil, la estúpida; la travestida, la
mamarracha, la maricona; la autocrática, la despótica, la tiránica; la
católica, la apostólica, la romana; la jesuítica, la dominica, la del Opus Dei;
la concubina de Mussolini y de Hitler; la ramera de las rameras, la impune
bimilenaria tiene cuentas pendientes conmigo desde mi infancia y aquí se las
voy a cobrar” (1).
Cualquiera que haya leído
historia sabe que estos cargos (más allá de ciertas adjetivaciones) son
esencialmente ciertos. Gracias, Vallejo, por haber escrito el más cumplido
memorial de agravios contra la Infame.
(1) Vallejo,
Fernando, ‘La puta de Babilonia’, Editorial Planeta Colombiana, Bogotá, 2007,
pp. 5-6.
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