En la entrada del 29 de
agosto de este blog, anoté los dichos del presidente de la Fundación Metrovía,
Federico von Buchwald, quien el 26 de agosto ofreció una mejora concreta en la
Metrovía y se impuso un plazo para cumplirla (1). Una actitud que vale reconocer, porque así debería actuar un
servidor público ante un reclamo ciudadano: ofrecer una pronta y satisfactoria
solución, con un indicador medible (en este caso concreto, un autoimpuesto plazo
de dos semanas).
Esta actitud del
presidente de la Fundación Metrovía el 26 de agosto era bastante más
inteligente y útil que la burda acusación a un anónimo, que fue el criterio de
la propia Fundación Metrovía, puesto de manifiesto en una rueda de prensa
brindada a los medios de comunicación apenas tres días antes, el 23 de agosto (2). En aquel día, la culpa era ajena y
la Metrovía no tenía nada que ver, ni que remediar. El asunto se reducía a la captura de un culpable.
Desde el 26 de agosto en
que se ofreció la mejora concreta (esto es, “un mecanismo para que las unidades
no arranquen si están con las puertas abiertas y en caso de que abran en el
camino, por cualquier circunstancia, el vehículo bajará la velocidad hasta
detenerse”) han transcurrido más de dos semanas. La pregunta es… ¿Cumplió la
Fundación Metrovía con lo ofrecido por su máxima autoridad?
'The portrait of a Wrongdoer'. Fuente: Diario El universo. |
No es posible saberlo.
Nadie le ha preguntado al servidor público Federico von Buchwald si el sistema
que ofreció el viernes 26 de agosto se implementó dentro del plazo ofrecido.
Nadie ha buscado información para comprobar la implementación de esta medida de
seguridad, ni su eficacia, ni su contratación, ni nada. Hasta ahora, es una
idea fugaz: apenas enunciada, desapareció.
La implementación de una
medida de seguridad en un sistema de transporte que cuenta con una víctima
mortal (Lady Freire Sornoza, el 9 de junio) por la deficiencia que dicha medida de seguridad procuraría
remediar debería ser un tema de interés público. El que una autoridad cumpla
con lo ofrecido debería ser un tema de interés público. Pero el periodismo de
Guayaquil no informa, ni tampoco lo comenta. Rara vez una columna de
opinión en El universo o el Expreso resulta crítica con la gestión de la
administración de la ciudad (todo lo contrario: cheerleaders por doquier).
Esto, a pesar de que en
general la Metrovía es un sistema que presta un servicio deficiente, que ha
sido implementado con graves retrasos (las tres primeras troncales se debieron
entregar el 2008 y recién se las entregó el 2013) y que va rumbo directo a no
cumplir con las propias metas establecidas en la planificación de la Metrovía
hasta el año 2020, en el que ya Guayaquil debería contar con siete troncales
(pero no se empieza a construir aún ni tan siquiera la cuarta troncal –Batallón
del Suburbio-Centro-, ni se hará el año siguiente). Un sistema de transportación
pública que no es exitoso, porque el número de sus usuarios en vez de aumentar,
desciende (3).
Y que además, gracias al
periodismo lerdo de Guayaquil, tiene una medida de seguridad por implementar,
de la que nada se sabe.
(1)
‘Metrovía: correcciones dentro de dos semanas’, Xavier Flores Aguirre, 29 de
agosto de 2016.
(2) ‘Un pasajero acusado de bloquear puerta’, Diario Expreso, 23 de agosto de 2016;
‘Metrovía culpa a un usuario de evitar el cierre de una puerta’, Diario El
universo, 24 de agosto de 2016.
(3) Este
memorial de agravios contra las manifiestas deficiencias del servicio que
presta la Metrovía en Guayaquil puede leerse con mayor detalle en: ‘Novedades en la Metrovía’ (aplausos en el Titanic)’, Xavier Flores Aguirre, 25 de agosto
de 2016.
0 comentarios:
Publicar un comentario