El escritor peruano Mario
Vargas Llosa (1936) recibió un doctorado honoris
causa de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y reivindicó, en su discurso de investidura, al filósofo austríaco Karl
Popper (1902-1994) pues “probablemente ningún pensador político ha hecho de la
libertad y del espíritu crítico algo tan absolutamente esencial como Karl
Popper” (1).
Vargas Llosa disfrazado de preservativo. "Sólo la puntita", aclaró. Foto: Javier Cotera. |
Creo que es precisamente Karl
Popper quien ha acuñado la frase que mejor describe el “espíritu” del
socialcristianismo en Guayaquil: “la verdadera ignorancia no es no tener
conocimientos, sino rehusarse a adquirirlos” (2). El socialcristianismo es un acto de fe (en rigor, una
delusión) acompañado de ejercicios de fuerza; procedimientos, en todo caso, en
los que rara vez acontecen razonamientos (“yo sólo cumplo órdenes”).
Un socialcristiano de
cepa, como bien se sabe, prescinde de los datos. Para él, el recuerdo del infame
roldosismo y su delusión (“concepto sin verdadera realidad”) sobre Guayaquil le
bastan y le sobran. En su cabeza atolondrada, Guayaquil es una ciudad eficiente
y próspera (¡?). Nos hace falta en Guayaquil aquel espíritu crítico que Vargas
Llosa reivindicaba en su intervención: “Ese espíritu crítico [que] nos permite
aprender de nuestros errores y convertir las mentiras en verdades y las
verdades deficientes en verdades operativas”.
A Guayaquil le hacen falta
volquetadas de “espíritu crítico” para extirpar la nefasta delusión
socialcristiana.
(1) ‘Mario Vargas Llosa, doctor honoris causa por la UIMP’, Real Academia Española, 7 de
septiembre de 2016.
(2) La
explicación sobre el porqué esta frase define a los socialcristianos se la
encuentra en el siguiente artículo: ‘El socialcristianismo, enfermedad social (test para su detección)’, Xavier Flores Aguirre, 11 de agosto de 2011.
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