Para los cristianos, ayer
16 de septiembre fue el día de San Cornelio. Para el orbe hispano, quiere decir
la posibilidad de un abuelo de nombre Cornelio, cumplidas dos condiciones: que el
abuelo en cuestión haya nacido el 16 de septiembre y que él haya tenido una
madre beata (algo muy común en los albores del siglo pasado).
San Cornelio es San
Cornelio porque fue Papa un par de años, allá por los 250 después del
nacimiento de Cristo. Por aquel entonces, en Roma gobernaba el emperador Decio,
cuya persecución a los cristianos (250-251) mantuvo al Obispado de Roma vacante
por más tiempo que el que Ron Damón debía la renta: quince meses. Muerto Decio,
dieciséis obispos eligieron Papa a Cornelio, “hijo de Castino, natural de Roma,
hombre virtuoso y modesto” (1).
Durante la persecución de
Decio, muchos de los que se llamaban a sí mismos “cristianos” renegaron de su
religión (apostataron). Fueron conocidos como “lapsos” (derivado del latín lapsi, “los caídos”). Normalmente, los
lapsos no eran readmitidos en la iglesia (“caíste, te fuiste”), pero la iglesia
“dado el número elevadísimo de casos”, esta vez estaba dispuesta a hacer una
excepción (2).
Imagen totalmente arbitraria de San Cornelio. Fuente: Hagiopedia. |
El hombre llamado a ejecutar
esta conveniente excepción era el Papa Cornelio (marzo del 251-junio del 253).
Pero enfrentó una dura oposición de Novaciano, quien se hizo elegir Papa por
tres obispos, de los que algunos historiadores aseguran que fueron sobornados,
mientras que “según Fleury (Historia
eclesiástica, t. II, pág. 220), estaban embriagados” (3). Haya sido por el guiso o por el chupe, Novaciano pasó a
engrosar la lista de “Antipapas” de la iglesia católica. Es uno de los treinta
y cinco en la historia de la bimilenaria institución.
La oposición de Novaciano
era hija del rigor:
“Mientras
que Cornelio era partidario de su readmisión [de los lapsos] en el seno de la
Iglesia después del cumplimiento de una penitencia, Novaciano abogada por su
exclusión total” (4).
Cornelio convocó a un
sínodo, donde la tesis de Novaciano perdió: en consecuencia, se excomulgó a
Novaciano y a sus seguidores, y se lo expulsó de Roma. Su doctrina, el
“novacianismo”, fue discutida en los concilios de Elvira (306), Arles (314),
Ancira (314) y Nicea (325), y siempre rechazada. Del concilio de Nicea se
cuenta que el obispo Acesio “argumentó con mucho calor” por la doctrina de
Novaciano, pero que el emperador romano Constantino (el primero en decretar la tolerancia
a los cristianos, en el “Edicto de Milán” del año 313), “le respondió
burlándose de él: Acesio, pon una
escalera y sube solo al cielo” (5).
Un rotundo “vaya por la
sombrita” casi 1.800 años antes de Polito. Cornelio murió el 253 de muerte
natural, desterrado en Centumcellae (hoy, Civitavecchia) por el siguiente emperador
romano, Galo. Novaciano murió unos años después, el 258, a manos de los romanos,
quienes (es fama) lo decapitaron. Su doctrina se extinguió de manera definitiva
en el siglo V.
Una historia de
descalificaciones al que piensa distinto, de persecuciones y muerte, de lucha
por el poder “temporal” disfrazada de disputas teológicas. La iglesia católica at its best.
(1) ‘Diccionario
Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias, Artes, Etc.’, Tomo VI,
voz “Cornelio (San)”, p. 1082.
(2) Vidal,
César, ‘Pontífices. De las persecuciones a Benedicto XVI’, Ediciones Península,
Barcelona, 2007, pp. 31-32.
(3) ‘Diccionario
Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias, Artes, Etc.’, Tomo
XIV, voz “Novaciano”, p. 1124.
(4) Vidal,
César, p. 36.
(5)
‘Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias, Artes,
Etc.’, Tomo XIV, p. 1124, voz “Novacianos”, relativa a historia eclesiástica,
se lee que el verdadero motivo de la
disputa entre Cornelio y Novaciano “era la envidia, porque San Cornelio había
sido preferido á el para ocupar la silla de Roma”.
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