Guido Chiriboga y su réquiem

14 de febrero de 2017


Hace casi 20 años, Guido Chiriboga Parra (1935-2015), hermano del entonces vice-alcalde en la administración de León Febres-Cordero, publicó una Carta a la Dirección en las páginas de diario El Universo:

'Réquiem por nuestros árboles', Diario El Universo, 5 de diciembre de 1997

Esta carta sirve para ejemplificar el discurso crítico en Guayaquil, en tiempos del PSC:

1) El primer párrafo se cura en salud: “Cuando uno critica o sugiere no quiere decir que se está atacando”.
2) El segundo párrafo describe los efectos de aquello que está profundamente mal (“nos encargamos de liquidar [los árboles] de la manera más cruel”), de lo que el Alcalde Febres-Cordero nunca es el culpable (“lo están informando mal o lo están engañando”).
3) El tercer párrafo ataca a la raíz del problema (por “darle prioridad al cemento por medio de los pasos a desnivel que se están construyendo hasta en sitios que no son necesarios, algunos con muchas fallas”) pero culpa a un subalterno innominado.
4) El cuarto párrafo ataja la furia del Alcalde Febres-Cordero: “Alcalde, no tome a mal este artículo”.
5) El quinto párrafo le pide al Alcalde que ordene “a ese Herodes que tiene dentro de esa Comisión, que no siga quitándole la vida a tantos árboles que ningún daño hacen”.

Dos ideas se desprenden de este "réquiem por nuestros árboles" de Guido Chiriboga Parra:

A) El tono general: ayer como hoy, cuando el ciudadano guayaquileño se dirige a su alcaldía, actúa más como si pidiera concesiones o dádivas que como si exigiera un derecho. La ciudadanía de Guayaquil es muy débil (entonces y ahora, tras 17 años de administración de Jaime Nebot).

B) La consecuencia obvia: el artículo de Chiriboga fue completamente inútil. La ciudad gris continuó su crecimiento implacable. El artículo tenía un buen diagnóstico (el problema es el modelo de desarrollo que privilegia el cemento über alles) pero una pésima solución (la remoción de un “Herodes”).

Así, el artículo de Guido Chiriboga estaba destinado al fracaso, porque luchaba a favor de un imposible: cambiar un modelo de desarrollo que produce millones y millones de dólares para repartirlos en el negocio de la construcción, por la preservación de la naturaleza.

Y eso no iba a cambiar entonces, ni va a cambiar ahora. El modelo de desarrollo (motejado de “exitoso”) es la mentira constitutiva del PSC.

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