En un artículo reciente
de Martín Pallares, este señor criticó la presencia de observadores
internacionales en la audiencia que se realizó el 18 de septiembre en el juicio
que involucra al expresidente Rafael Correa. Mirado con un poco más de detalle,
el suyo es un artículo revelador de cómo opera la mentalidad de una persona
que, por sistema, está en contra de otra (invariable y persistentemente en
contra). Este párrafo que copio es ilustrativo de cómo ese tipo de mentalidad
acota las posibilidades de razonamiento a límites casi irrespirables:
“La única explicación para que Correa y los
suyos hayan pensado en una supuesta misión de observadores internacionales
integrada por abogados del ex presidente y partidarios rabiosos del mismo es
que se hallen armando un caso de supuesta persecución política para justificar,
si se presenta la necesidad, de que Correa pida asilo político en algún país.
Todo esto porque resulta evidente que para Correa será muy difícil probar que no tuvo ningún vínculo con la orden y el
operativo para secuestrar a Balda en Bogotá” (El resaltado no es del original).
La única explicación que
encuentra Pallares es instrumental: “armar un caso”. Peor es la justificación
de su razonamiento: “armar ese caso” es necesario, pues Correa tendrá “muy
difícil probar que no tuvo ningún vínculo” con aquello que se le imputa.
En el universo mental de
Martín Pallares no se debe probar por un tribunal que Correa es culpable, sino
que Correa debe probar ante un tribunal que él no es culpable de lo que se lo
acusa. Esto es absurdo, pero no es novedoso. Es del tiempo de los soviéticos.
Cuando arrestaron al novelista Isaac Babel en 1939, uno de los oficiales le
informó:
- Se lo ha arrestado
como traidor por actividades antisoviéticas. ¿Reconoce su culpa?
- No, no la
reconozco.
- Pero entonces,
¿cómo puede reconciliar esa declaración de inocencia con el hecho de su
arresto?”
Por mentalidad, Pallares
podría ser ese sargento de la CCCP.
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