Nixon, James Bond y la Pepsi Cola en la historia del vodka en la Yunái

28 de abril de 2019


En los años cincuenta del siglo pasado se dice que varios bartenders protestaron en la Quinta Avenida de Nueva York contra el vodka: “Down with the Moscow Mule – We don’t need Smirnoff vodka*, se llegó a leer supuestamente en sus carteles (hay quienes dicen que la historia fue un invento de John Martin, para avivar el interés por el vodka).

Pero si hubo esta postura contra el vodka en las calles de NYC, al amparo del macartismo y del sentimiento anti-URSS de la época, no duró mucho, pues un actor oriundo de Escocia se les interpuso en el camino a los opositores. Todos los eventuales bartenders de NYC en la Quinta Avenida son pizza mojada después de que en el primer film de James Bond, Dr. No, protagonizado por Sean Connery (Edimburgo, 1930), aparecieran estas famosas palabras, “shaken, not stirred”, a fin de caracterizar a un Martini hecho con vodka Smirnoff. Sucedió en 1962. La frase representó una ruptura: pum pa’ arriba, la demanda de Smirnoff se disparó en el mercado de la Yunái.

Imagen del Notario Trujillo en un receso de las sesiones, disfrutando de un buen Smirnoff con las representantes de los tres poderes tradicionales del Estado. Buena decisión, pues el vodka no deja olor.
 
Pero el verdadero triunfo del vodka pasó por la política exterior del gobierno de Richard Nixon, quien personalmente viajó a la Unión Soviética para apaciguar las tensiones entre las dos potencias, a inicios de los setenta. De resultas, Nixon le concedió en 1972 a su amigo Donald Don Kendall, CEO de PepsiCo, la autorización para entrar en negociaciones con los soviéticos**, por las que su compañía estableció en la URSS una fábrica con capacidad para producir 74 millones de botellas de cola al año, usando la fórmula de la Pepsi. Y como los rusos no tenían efectivo, PepsiCo les permitió pagarles con vodka. Así que PepsiCo instaló una subsidiaria llamada “Monsieur Henri Wines” para distribuir en los Estados Unidos de América el vodka “Stolichnaya” con el que los rusos les pagaban. (Era el vodka estatal y centralista par excellence: “Stolichnaya” es algo así como “capitalino” en ruso)

A lomos de la Pepsi, las ventas del vodka se treparon en un cohete. En 1975, el vodka llegó a convertirse en la bebida alcohólica más consumida en los Estados Unidos de América, con el 18.7% del mercado, según los datos de Patricia Herlihy, autora de “Vodka. A Global History” (p. 71). Y sigue yéndole muy bien, en la Yunái y en el mundo.

* Moscow Mule”, la “Mula de Moscú” (the drink with a kick), fue una combinación surgida en 1940 de dos excedentes: un empresario con mucho vodka y otro empresario con mucha ginger beer (cerveza de jengibre) casera, en asocio con la heredera de una fábrica de cobre con muchas dificultades para vender sus productos. Juntaron los excedentes y empezaron a vender su mezcla en el nuevo recipiente. Nada pasó, por supuesto, salvo cuando alguien en Columbia, North Carolina, empezó a promocionar la bebida como el “whisky blanco” asociado a un eslogan: “No smell, no taste”. La gente le empezó a encontrar la gracia a poder beber en público sin resultar, al menos, obvio. Encontrada esta veta, el vodka fue un éxito arrollador (y eventualmente, la publicidad del vodka Smirnoff se acomodaría a esto, con la campaña “Smirnoff leaves you breathless”).
** No debe haber sido difícil para Don Kendall llamarlo a Tricky Dick Nixon. Él (Tricky) fue uno de los abogados de Pepsi en los años en que Don Kendall fue su vicepresidente. En 1959, Don acompañó a Tricky a una visita oficial a la Unión Soviética: nacido en 1921 y, a la fecha aún vivo con 98 pirulos, Kendall es uno de los testigos que presenció el famoso “Kitchen Debate” entre Nixon y Krushchev ocurrido durante esa visita oficial, tal vez el único que todavía come y caca.

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