Poco a poco se han barajado las candidaturas de la derecha ecuatoriana de cara a la
elección presidencial del 7 de febrero de 2021, hasta quedarse con el banquero Guillermo
Lasso como la alternativa de la tendencia. Pero para que se consolide la unidad
de la tendencia y tenga su oportunidad de triunfar Lasso, se requiere del
concurso de Jaime Nebot, el CEO de esa empresa electoral llamada Partido Social
Cristiano (PSC).
Ahora, lo de Nebot es un gran dilema: o va por la
suya y arruina a la tendencia (Nebot como el Gran Chimbador) o se une a la
alternativa que representa Lasso. Si esto último ocurre, Lasso acrecienta sus
posibilidades de ganar, no sólo porque consolida a la tendencia sino porque
obtendría el control del órgano clave para su triunfo electoral, en este país
de tan disminuida institucionalidad: el Consejo Nacional Electoral.
Así, si Nebot pliega a su causa, Lasso obtendría para
esta elección presidencial de 2021 las dos condiciones que se dieron para el
triunfo del lisiado mental de Mahuad por la Democracia Popular en las
elecciones presidenciales de 1998, triunfo que lo trajo a Guillermo Lasso (Willy
Pompón, at the time) a la escena política
nacional. Esas dos condiciones son: 1) La ausencia del PSC en la papeleta; 2) Un
órgano electoral cautivo.
Pero si Nebot no pliega a la candidatura de Lasso,
entonces Lasso está en graves problemas. Correa es el Gran Elector y con
su tendencia partida en dos, ni un Consejo Nacional Electoral servil podría
salvarlo a Lasso, quien, por sí mismo, es un candidato muy pobre, cuyo mejor
atributo es ser millonario. Depende, entonces, de Jaime Nebot (porque eso de que
dependa de Cristina Reyes es para cagarse de la risa). Así, la pesada cruz de
Lasso es la misma de siempre, desde que emergió como candidato el año 2013:
depender de Nebot.
Y Nebot, como se dice en la calle, es un chuchas. Es chance irreal pensar que el
más aplicado discípulo de Maquiavelo en lo que va de este siglo en la política
ecuatoriana se vaya a entregar a Lasso, cuando su negocio pasa por tener un
candidato presidencial de su partido para llegar a la Asamblea Nacional con un más
alto número de asambleístas. Y así, gobernar desde allá, metiéndole presión al Gobierno
del gil que llegue a la Presidencia. Es obvio: a mayor número de asambleístas,
mayor presión se puede ejercer. Y resignar esto, ¿a cuenta de qué?
Ese es el laberinto de la derecha: depender de
Nebot para encontrar la salida al triunfo de la tendencia, cuando Nebot siempre
juega para sí. Y es por eso que la tendencia corre el riesgo de perderse.
1 comentarios:
Hermano, demasiado bueno. "... laberinto de la derecha: depender de Nebot para encontrar la salida al triunfo de la tendencia, cuando Nebot siempre juega para sí. Y es por eso que la tendencia corre el riesgo de perderse." No se diga más. Existe alguna salida a ese laberinto sin Nebot?
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