23 de septiembre

26 de septiembre de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 26 de septiembre de 2025.

Nadie lo recordó: hace tres días se cumplieron 195 años del día en que el militar venezolano Juan José Flores puso el Ejecútese a la Constitución del Estado del Ecuador. Este 23 de septiembre pasó sin celebración oficial de ningún tipo, sin reconocimiento ni recordación, realmente sin importancia alguna. Sin pena ni gloria, como todo otro 23 de septiembre.

Pero el 23 de septiembre de 1830 entró en vigor la primera Constitución del Estado del Ecuador, aprobada por un Congreso Constituyente reunido en Riobamba; en consecuencia, aquel fue el día que el Estado del Ecuador entró a participar del concierto de las naciones. Formalmente, el 23 de septiembre es la fecha de fundación del Estado.  

Porque no puede ser la fecha de fundación del Estado ecuatoriano el 10 de agosto de 1809 quiteño ni el 9 de octubre de 1820 guayaquileño, por la sencilla razón de que en aquellos años el Ecuador únicamente existía en minúscula: “ecuador” era la línea imaginaria que partía al mundo por la mitad. “Ecuador”, para definir a un territorio, es una invención posterior.

Tampoco puede ser la fecha de fundación del Estado ecuatoriano el 24 de mayo de 1822, porque ese día el ejército patriota triunfó en la batalla del volcán Pichincha e independizó a la provincia de Quito del reino de España, pero para enseguida incorporarla a la República de Colombia. Esta agregación es el momento de la invención del término “Ecuador” para definir a un territorio. 

El militar venezolano Simón Bolívar utilizó el término “Ecuador” para denominar al departamento de la República de Colombia en que se convirtió la antigua provincia española de Quito. Entre 1822 y 1830 el departamento del Ecuador, en conjunto con los departamentos de Guayaquil y del Azuay, conformaron el distrito del Sur de la República de Colombia.  

En mayo de 1830, este distrito del Sur compuesto de tres departamentos se separó de la República de Colombia. Se convocó al Congreso Constituyente en Riobamba, veinte diputados redactaron una Constitución de 75 artículos (incluidas dos disposiciones transitorias) y el general Flores puso a esta Constitución en vigor el 23 de septiembre. Desde ese día, el término “Ecuador” abarcó un territorio que, según el artículo 1 de la Constitución, comprendía a los tres departamentos que habían sido de la República de Colombia “formando un solo cuerpo independiente con el nombre de Estado del Ecuador”.

Según el artículo 2 de la Constitución, este Estado del Ecuador se consideraba parte de una confederación “con los demás Estados de Colombia, para formar una sola Nación con el nombre de República de Colombia” (los otros dos Estados de Colombia eran sus antiguos distritos del Centro y del Norte, correspondientes a las actuales Colombia y Venezuela). En su artículo 3, la Constitución del Ecuador supeditaba a la decisión “de un Colegio de Plenipotenciarios de todos los Estados” la fijación de “los límites, mutuas obligaciones, derechos y relaciones nacionales de todos los Estados de la Unión” (Este Colegio de Plenipotenciarios jamás se reunió). Un Estado raro, pero Estado al fin.

En todo caso, lo indiscutible es que el 23 de septiembre de 1830 se fundó el Estado del Ecuador. Aunque nadie lo recuerde.

Ecuador, tierno y violento

21 de septiembre de 2025

Mucha ternura causan los defensores de la instalación de una Asamblea Constituyente (casi invariablemente, odiadores de la RC y amantes de la AC se funden en una misma persona) por su apuesta a que una nueva carta constitucional cambiará el rumbo del Ecuador. Es el equivalente político de una ilusión infantil.

Porque, primero y fundamental, el problema real de este país no es la existencia de un tipo X o Y de legislación o norma fundamental, es la incapacidad del Estado para aplicar la Ley y la facilidad con la que agentes externos al Estado tuercen la Ley en su propio beneficio. En el Ecuador pueden cambiar la norma fundamental un millón de veces y el resultado será invariablemente el mismo, porque en la tipología de políticas públicas el Estado del Ecuador es un régimen de “obediencia endeble”, que es una forma elegante de decir que al Estado del Ecuador sus habitantes lo prefieren ignorar (la mayoría) o torcer en su propio beneficio (una minoría con poder, como los narcos, por ejemplo*).

Segundo, si se toma en cuenta la historia política del Ecuador, hemos ensayado un total de 19 AC y ninguna ha cambiado el rumbo de este régimen de obediencia endeble. Eso sí, para lo que han servido las AC es para el reacomodo de las élites en el manejo de los recursos del exangüe Estado. Y este caso no es la excepción.

Porque de lo que se trata en esta AC es de eliminar el exabrupto de una élite política (la RC) no subordinada (enteramente y de rodillas) a una élite económica. En el territorio del Ecuador, su Estado, de manera casi invariable ha estado capturado por una élite económica. El período de gobierno de la RC se atrevió a desafiar esta lógica. Ahora el presidente Noboa, un representante gigante (manque enano) de la élite económica, quiere ser el sepulturero de ese episodio y quiere que las cosas vuelvan a la normalidad: el Estado capturado por una élite económica. En pocas y roldosistas palabras: el comeback de la oligarquía**.   

Aquí viene la violencia: la fuerza pública, débil (diríase inútil) para enfrentar a los GDO, resulta implacable contra el pueblo que protesta, al que se asociará vigorosamente con el enemigo que se debe derrotar***. Cuando triunfa la oligarquía, la fuerza pública se convierte en la guardiana de la propiedad de la oligarquía. (Su perro rabioso, digamos). Y lo único que se puede esperar es LA VIOLENCIA contra los pobres, pues no saben hacer otra cosa. Ojo al dato: AC o no AC, estamos más cerca de un baño de sangre que de cambiar el rumbo del Ecuador.

Ecuador, tierno y violento, es una historia que lleva ocurriendo 195 años. Y la nueva AC que se pretende instalar de ninguna manera desafía, todo lo contrario, plenamente confirma su trágica y casi bicentenaria historia de exclusión, desigualdad y autodestrucción.

*

* En un hipotético brochure que promocione al Ecuador en una narcoferia en Sinaloa como un territorio promisorio para el tráfico ilegal de sustancias estupefacientes y psicotrópicas, en conjunto con la dolarización (que agiliza el negocio) y una gran línea costera (que facilita el negocio), el Estado del Ecuador oferta una debilidad institucional que permite permear a instituciones clave (fuerza pública, justicia, nivel ejecutivo) para que el negocio sea posible. Ojo al dato: La proverbial debilidad institucional del Estado es la piedra basal del negocio de la droga.  

** Si algún oligofrénico o despistado pretende mafear el término oligarquía, lo mando a leer “Oligarquía” de Jeffrey Winters (se lo consigue en Librimundi). Un abrebocas.

*** La RC es el comodín retórico para TODO lo malo, el equivalente al cuco. Es la plena, nos tratan como chicos.

Historia de dos amigos guayaquileños

19 de septiembre de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 19 de septiembre de 2025.

José Joaquín Olmedo y Vicente Rocafuerte fueron guayaquileños y contemporáneos, nacido el primero en 1780 y el segundo en 1783. Fueron ilustrados y fueron amigos, que participaron en la lucha por la independencia de los territorios americanos del Reino de España y que terminaron por fundar, en 1835, la República del Ecuador. 

Hasta llegar a este momento de fundación de la República del Ecuador, Olmedo y Rocafuerte tuvieron unas trayectorias similares: ambos integraron las Cortes de Cádiz en el Reino de España (Rocafuerte únicamente por un breve período en 1814, mientras que Olmedo fue parte de las Cortes entre 1811 y 1814, año de su disolución por decisión del rey Fernando VII), ambos formaron parte del Cabildo de Guayaquil, ambos viajaron por varios países de América y de Europa, y ambos fueron representantes en Europa de un nuevo Estado americano (Rocafuerte de México, Olmedo del Perú). 

Las trayectorias de Olmedo y Rocafuerte también tienen sus diferencias. Entre 1819 y 1833, años en los que Rocafuerte vivió en el exterior, Olmedo tuvo una agitada vida en su territorio natal. En 1820, fue elegido el primer jefe civil del Guayaquil independiente y republicano. Olmedo gobernó la Provincia Libre de Guayaquil como presidente de una Junta Superior de Gobierno entre 1820 y 1822, hasta la ocupación militar de la provincia comandada por el general Simón Bolívar en julio de 1822. 

Como presidente de la Junta Superior de Gobierno, Olmedo procuró la independencia de los demás territorios que pertenecieron a la Audiencia de Quito. Tras la batalla del Pichincha, la Junta presidida por Olmedo publicó el 9 de junio de 1822 una proclama, en la que se leía: “Cuando nos propusimos ser libres, no podíamos dejar gemir en la opresión a los pueblos que nos rodeaban”. Y en esta proclama se reconoció que los esfuerzos de Guayaquil habían sido coronados por el éxito: “Guayaquileños: Quito es ya libre: vuestros votos están cumplidos”. 

Años después, en 1830, Olmedo participó como diputado en el Congreso Constituyente que reunió a veinte adinerados varones en Riobamba con el propósito de fundar un Estado con el disparatado nombre de “Estado del Ecuador en la República de Colombia”. Olmedo fue parte de la comisión que redactó la Constitución y fue nombrado su primer Vicepresidente, cargo al que renunció el año siguiente. 

En 1833 volvió Rocafuerte a Guayaquil. Por aquel entonces, Olmedo estaba dedicado a sus asuntos privados, pero no lo estaría por mucho tiempo. La vorágine de los acontecimientos del trienio 1833-1835 desembocó en una guerra civil que parió una república. 

Rocafuerte fue el Jefe Supremo triunfante en la guerra civil, tras la victoria de su ejército en la batalla de Miñarica. Convocó a una convención nacional, que fue presidida por Olmedo. Esta convención, reunida en Ambato, aprobó la Constitución que originó la República del Ecuador y que lo designó a Vicente Rocafuerte como su primer Presidente Constitucional. El Ejecútese de Rocafuerte a esta Constitución que Olmedo contribuyó a redactar con su guía y pluma, fue dado el 13 de agosto de 1835. Ese día nació la República del Ecuador.  

Fue un largo viaje de dos amigos en la vida pública, hasta concretar una república.

Patria

12 de septiembre de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 12 de septiembre de 2025.

La Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino se constituyó el 25 de septiembre de 1808 en Aranjuez. Durante la ocupación francesa de España (período entre 1808 y 1814 conocido en España como la “guerra de independencia española” o “guerra del francés”) fue un órgano que ejerció los poderes ejecutivo y legislativo del Reino de España, en representación del rey Fernando VII, un paleto cautivo en Valençay.

Esta Junta Central del Reino convocó a elecciones por real orden del 22 de enero de 1809, en un proceso que abarcó a toda la América hispana y a las Filipinas. En la real orden se dispuso que nombren “los virreinatos de Nueva España, el Perú, Nuevo Reino de Granada y Buenos Aires, y las capitanías generales independientes de la isla de Cuba, Puerto Rico, Guatemala, Chile, provincias de Venezuela y Filipinas, un individuo cada cual que represente su respectivo distrito”. Por tratarse de unas audiencias subordinadas (por ende, inferiores en la jerarquía) ni la Audiencia de Charcas ni la Audiencia de Quito nombraban un representante.

Por esta exclusión en la representación, el historiador Jaime E. Rodríguez O. razonó: “No sorprende, en consecuencia, que en 1809, aun cuando se encontraban en proceso de elegir a sus representantes a la Junta Central, estallaran a lo largo del continente una serie de movimientos a favor de la autonomía, dirigidos por la élite y grupos de profesionistas. Los primeros movimientos se produjeron en los dos reinos sudamericanos a los que no se había otorgado representación individual ante la Junta Central: la Audiencia de Charcas, en mayo y julio; y la Audiencia de Quito, el 10 de agosto de 1809”.   

Por querer ser y parecer, la Junta de Quito en el acta del 10 de agosto afirmó que el suyo era un gobierno interino “a nombre, y como representante de nuestro legítimo soberano, el señor Don Fernando Séptimo”. Así, Quito buscó ser parte de una defensa unánime del Reino y es por esto que en la “Proclama a los pueblos de América” suscrita el 16 de agosto por Manuel Rodríguez de Quiroga (a la sazón, el Ministro de Gracia y Justicia de la Junta), este forastero (altoperuano) afincado en Quito instó a los demás pueblos de la América hispana a conspirar “unánimemente al individuo objeto de morir por Dios, por el Rey y la patria. Esta es nuestra divisa, esta será también la gloriosa herencia que dejemos a nuestra posteridad”. 

En el movimiento de agosto de 1809 en Quito no se buscó la independencia del Reino de España. Se postuló, eso sí, una defensa apasionada del Reino de España frente a la invasión de los franceses en la Península y el cautiverio de su rey en territorio francés. Y lo que sí se buscó en agosto de 1809 fue romper la sujeción de Quito al Virreinato de Nueva Granada y empezar a administrar de manera autónoma su territorio, pero siempre como parte integrante del Reino de España.   

Rodríguez de Quiroga no invocó la divisa de “morir por Dios, por el rey y la patria” para colocarse una máscara (cuyo resultado no querido es que unos patriotas luzcan como unos hipócritas) sino por la honda hispanidad de Quito, que salió en defensa de una idea de patria que el año 1809 abarcaba también a la Península y la América hispana. 

Las parroquias urbanas de Guayaquil

5 de septiembre de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 5 de septiembre de 2025.

El año 1889 el Concejo Municipal de Guayaquil aprobó la división administrativa de la ciudad en cinco parroquias urbanas: Carbo, Bolívar, Rocafuerte, Olmedo y Ayacucho, ordenadas de Norte a Sur. El límite Norte de la parroquia Carbo era Las Peñas, mientras que el límite Sur de la parroquia Ayacucho era donde terminara la trama urbana de la ciudad, que por aquel entonces era alrededor de la calle Portete. De acuerdo con los estudios de Michael Hamerly, hacia 1890 Guayaquil había superado a Quito en población y se había convertido en la ciudad con el mayor número de habitantes del Ecuador (convirtiendo al Ecuador en una anomalía latinoamericana, donde su capital no es la ciudad más poblada). Se calcula que la habitaban alrededor de 45.000 personas.

En esta división administrativa de 1889, las parroquias de Guayaquil se dividieron por calles que las atravesaban de Este a Oeste. Carbo limitaba con Bolívar en la calle Bolívar (hoy, Junín); Bolívar limitaba con Rocafuerte en la calle Aguirre; Rocafuerte limitaba con Olmedo en la calle Colón; Olmedo limitaba con Ayacucho en la calle Ayacucho, y Ayacucho limitaba con el avance constante de la ciudad hacia el Sur. En 1930, esta expansión hacia el Sur motivó la creación por el Concejo Municipal de una nueva parroquia, Ximena, segregada de la parroquia Ayacucho. Hacia 1930, Guayaquil tenía alrededor de 120.000 habitantes.

Guayaquil continuó su expansión incesante. Para acompasar este crecimiento, en 1955, el Concejo Municipal de Guayaquil aprobó una nueva división en parroquias porque, como se dejó constancia en un considerando de la Ordenanza de creación de esta nueva división territorial, la división en seis parroquias “no se corresponde con el aumento de población que ha experimentado la ciudad desde que tal división fue creada”. Hacia 1955, Guayaquil tendría alrededor de unos 400.000 habitantes.  

En otro considerando de la Ordenanza se justificaba la creación de ocho nuevas parroquias (Roca, Tarqui, Nueve de Octubre, Sucre, Urdaneta, Febres-Cordero, Letamendi, García Moreno) y la nueva división del territorio de la ciudad “para facilitar el ejercicio de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos y para la mejor administración de los intereses municipales”. Es decir, el propósito era utilizar la división territorial para la planificación de la ciudad.

Han pasado 70 años desde la aprobación de esta Ordenanza y Guayaquil siguió su incesante crecimiento (en 1991, sumó como parroquia urbana a Pascuales, la que desde 1893 era parroquia rural). Hoy continúa siendo la ciudad más poblada del Ecuador y según el censo del 2022, ese año la habitábamos 2.746.403 personas. Hoy debemos ser algunas decenas de miles más.

En estos 70 años, las parroquias situadas en la periferia de Guayaquil, esto es, Ximena, Febres-Cordero y Tarqui, y desde 1991 Pascuales, crecieron de forma excesiva en contraste a las parroquias centrales. Por ejemplo, Tarqui tiene más de 1.000.000 millón de habitantes, Rocafuerte tiene menos de 10.000. La división actual ya no sirve para la planificación del territorio. 

Por disposición legal, una nueva (necesaria) división de las parroquias urbanas de Guayaquil sólo podrá hacerse el año 2033.