Hubo un tiempo en que se
estilaban los amuletos en el arco.
Evidencia gráfica de un arquero y su amuleto: el portero de las Indias Orientales Neerlandesas (desde 1945, Indonesia) con su muñequito. Mundial de 1938. |
Sucedió lo que tenía que suceder
y un día la globa mandó a volar uno de esos. Le cupo ese alto honor al vasquito Cea:
“En la
semifinal de París, 1924, Uruguay jugó contra Holanda. Y los holandeses
madrugaron, sacaron ventaja colocándose 1 a 0 y dale que dale, el ataque
celeste no podía quebrar la resistencia de los súbditos de la entonces reina
Guillermina. El arquero se llamaba Van der Moulen. Y como era el tiempo cuando se usaban las mascotas, había colgado un
conejo de trapo en la red. Era su
amuleto. En la hora desesperada, el vasquito Cea se fue abriendo camino a
pata y pulmón y cuando estuvo en posición de tiro, empalmó a toda capellada la
globa a la que le dio con la pata y con el alma. La redonda pasó la línea fatal
y pegó en el conejo que fue a parar a los yuyos. Se había quebrado el embrujo.
Cea había empatado. Fue un 6 de junio. Uruguay ganó y pasó a la final. Fue
campeón olímpico” (1).
Esa final se jugó un día
como hoy, 9 de junio. Ese día, en 1924, Uruguay venció a Suiza por marcador de
3 a 0 y obtuvo su primer campeonato mundial. Venció Uruguay también en el
campeonato olímpico siguiente, celebrado en Ámsterdam en 1928, así como en el
campeonato mundial de fútbol de 1930 (el primero con tal denominación),
celebrado íntegramente en el estadio Centenario de Montevideo. Y como lo anota
Diego Lucero, “José Pedro Cea fue un gran jugador. El único jugador del mundo
que triunfante en tres títulos de carácter mundial, no faltó a un solo partido.
Cinco en París, Cinco en Ámsterdam, cinco en Montevideo…” (2).
Porque Uruguay ha sido cuatro veces campeón del mundo, y en tres de esas ocasiones fue figura descollante
el vasquito José Pedro Cea
(1900-1970), aquel que le tumbó el conejito de trapo a Van der Moulen para
abrir el camino al primero de los campeonatos mundiales de la escuadra yourugua.
(1) Lucero,
Diego, ‘Siento ruido de pelota… Crónicas
de medio siglo’, Editorial Freeland, Buenos Aires, 1975, pp. 106-107,
artículo ‘Pedro Cea, un crack de la era romántica’. El resaltado no es del original.
(2) Ibíd., p. 107.
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