Un desubicado
Abdalá Bucaram Ortiz (n.
1952) es un político que regresa después de un largo exilio (1). En la memoria colectiva de
Guayaquil, Bucaram representa una época de nuestra ciudad: el desorden, la vocinglería
y la corrupción de los años ochenta (2).
Bucaram ha vuelto, pero en su conducta no ha superado la retórica y la actitud
de esa época, que marca su estilo político (3).
Bucaram ha vuelto, pero con los ochentas todavía insertos. Los Iracundos lo testimonian.
Abdalá Bucaram ya no
electriza a su público como lo hizo en sus buenas épocas (hasta la segunda
vuelta de la elección presidencial de 1996). Hoy apenas lo entretiene. No es un
líder de masas, es folklore. Su rol
político es marginal, pero puede resultar importante en la historia de
Guayaquil como un removedor de caca.
Porque Abdalá Bucaram es
el Loco que ama… que ama odiar. Y el odio requiere siempre de un enemigo.
Otro desubicado
Jaime Nebot Saadi (n.
1946) ha consolidado su dominio hegemónico de la ciudad de Guayaquil. En esta ciudad,
desde 1992 los alcaldes socialcristianos (Febres-Cordero y Nebot) han
capitalizado la superación del roldosismo y se han erigido como sus salvadores.
El modelo de desarrollo socialcristiano,
ni supera el roldosismo, ni significa una alternativa viable para
Guayaquil. El liderazgo autoritario, el capitalismo de amigos, el crecimiento
urbano que privilegia el bien privado por encima del bien público, sin
planificación ni cuidado ambiental: toda la orquestación del PSC es típicamente
ochentera.
Por lo anterior, Jaime Nebot
registra muchos aspectos vulnerables en su administración de la ciudad. La
vocinglería de Bucaram podría ocuparse de ellos.
El escenario
En 1985, el alcalde de
Guayaquil Abdalá Bucaram Ortiz tenía unos pocos años en política (empezó como
Intendente de la provincia del Guayas durante la administración de su cuñado
Jaime Roldós en 1979) y el gobernador de la provincia del Guayas Jaime Nebot
Saadi tenía aún menos (se inició en política con ese cargo, durante la
administración de su mentor León Febres-Cordero, en 1984). Esas dos autoridades
con asiento en Guayaquil se enfrentaron los años 1984 y 1985, y hubo detenidos,
heridos y muertos en ambos bandos. En junio de 1985, Bucaram opinó que las
Fuerzas Armadas “solo sirven para desfilar en octubre y se llevan la mitad del
presupuesto nacional” y Nebot lo demandó por injurias calumniosas para meterlo en
cana. Todo orquestado, Vieja Guardia style. Ante la inminencia de la prisión
y lo que en ella le podría suceder, Abdalá Bucaram se avocó a su primer exilio
en Panamá.
En 1996, Bucaram y Nebot
se enfrentaron en la segunda vuelta para elegir Presidente de la República del
Ecuador. Triunfó Bucaram, pero no duró mucho. En 1997, a instancias de una
orquestación del PSC et al. (con el
PSC capo di tutti capi) se orilló a
Bucaram a un nuevo exilio en Panamá (su tercero).
En 2017, Nebot es el
alcalde de Guayaquil y Bucaram ha vuelto. Bucaram es un político que necesita
un enemigo para existir. Nebot tiene algunos aspectos débiles que pueden ser
aprovechados por Bucaram. Nebot, conceptualmente, representa el ethos ochentero, el greed is good de Gordon Gekko; en la práctica, es un representante del “capitalismo de
amigos”, de un crecimiento urbano perverso y de las mañas de la Vieja Guardia
política; como pieza de un juego estratégico, es un antiguo enemigo y alguien a
quien ya Bucaram ha vencido en lo que más les importaba a ambos. Es, por ende,
un candidato ideal para renovar su enemistad.
Fight!
Es prematuro saber cómo se
desenvolverán las cosas, pero el hecho cierto es que grosso modo se enfrentarán dos estilos políticos en Guayaquil: el
caos corrupto bucaramista versus el orden tramposo socialcristiano. Dos estilos
esencialmente ochenteros, vuelven entonces
a enfrentarse. Guayaquil es una ciudad atrapada en el pasado (4).
Abdalá Bucaram buscará
remover la caca y salpicar con ello a la administración del PSC, en especial, al
alcalde Nebot. Payback time. Y puede
que su época haya ya pasado, pero Bucaram todavía puede ser útil para la
superación de su viejo enemigo.
En una sociedad tan
homogénea como la guayaquileña, Bucaram puede jugar el papel de un disruptor.
El Loco no tiene nada que perder. Y no importa tanto el emisor, porque lo
importante es nombrar las cosas, que de a poco a poco estas empezarán a
discutirse (5).
Así, Abdalá Bucaram vs. Jaime
Nebot en el trienio 2017-2019 es la pelea del siglo. Pero del siglo que ya pasó.
Y eso significa dos cosas.
Primero: el que una pelea
del siglo pasado sea la modernidad política de Guayaquil, habla horrores de la
debilidad cívica de nuestra ciudad.
Segundo, que lo que quede
de esta pelea, debe ser un punto de partida para pensar de manera distinta a
Guayaquil. Principalmente, para pensarla a la contra de este par de políticos
desubicados y caducos.
(1) En
rigor, son cuatro “exilios”. El primero, en 1985, con retorno en 1987; el
segundo, en 1988, con retorno en 1990; el tercero, en 1997, con breve retorno
el 2005; el cuarto, en 2005 hasta su retorno definitivo el 2017. En un lapso
que abarca 32 años, Bucaram ha pasado un 25% (alrededor de ocho años) en el
Ecuador. El resto, en sus sucesivos asilos en Panamá.
(2) Registrado
en video por León Febres-Cordero: ‘Alcalde León Febres-Cordero informa a la ciudadanía sobre el estado de la Municipalidad 1992’.
(3) ‘El primer exilio de Bucaram’.
(4) En
Guayaquil, uno puede tener la sensación de que una canción de Vilma Palma
podría ser un hit del verano: una
ciudad carcomida por su pasado.
(5)
Esta intuición la abrigó un diputado ecuatoriano a la Asamblea Constituyente
del año 1883 la primera vez que se discutieron los derechos de la mujer al voto
(en los primeros 53 años del Estado ecuatoriano el tema no se había hablado
jamás: era a fact of life). El diputado
expresó una honda preocupación por lo acontecido en la Asamblea: “[n]osotros no
debíamos haber discutido este punto porque hay el peligro que las mujeres abran
los ojos y crean que pueden ser ciudadanas”. (‘El sufragio femenino en el Ecuador’). Ese es el riesgo que corre la Alcaldía de Guayaquil: que el
nombrar y discutir nuestros problemas urbanos termine por empoderar a una
ciudadanía, hoy dormida.
1 comentarios:
Qué sobriedad.
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