Los discursos del
presidente Lenin Moreno son disparatados, idóneos para el país que preside.
Porque como este país es la “Carabina de Ambrosio” y nunca puedes saber lo que
vendrá después, así mismo son los discursos de Moreno: nunca sabes con qué
diantres te podrá salir. Abona al asombro colectivo cuando invoca a los átomos
de Hitler y otras lindezas.
Lo mejor que puede decirse
del presidente Lenin Moreno en esta materia es que la ejecución de sus discursos es
chambona, pero su intención es noble. Si Moreno con sus palabras
construye una vivienda, esta sería como la casa de Springfield que “construyó el amor”.
Un amasijo de buenas e
inútiles intenciones.
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