Digamos que me asalta la
duda.
Partamos de este hecho: años
atrás, cuando publicaba una columna semanal de opinión en diario El Universo,
un periodista me escribió para hacerme unos comentarios sobre ella y decirme que
una vez entrevistó a Jaime Nebot y que éste, off the record, le había dicho que el régimen que él más admiraba
era el chino. Esto, en esencia, porque mantenía un riguroso control de la
sociedad combinado con una apertura a los negocios.
Recordé ese comentario mientras
miraba un documental de la Deutsche Welle sobre la “Nueva Ruta de la Seda”
que está desarrollando China. Entre otras cosas, el documental destaca estos dos
puntos: primero, China tiene un pensamiento estratégico que los occidentales,
en general, no tenemos, y, segundo, que un gobierno autoritario como el chino puede ejecutar
sus planes. Para decirlo de otra manera: un gobierno autoritario como el chino
no está sujeto a los vaivenes auto-destructivos de una política democrática con
actores fundamentalmente oportunistas, imbéciles o pillos, con todas sus nefastas
variantes y combinaciones (AKA “políticos latinoamericanos, casi sin
excepción”).
Teniendo esto como
antecedente, se puede discutir si de acuerdo con su propio combo para el
desarrollo, Nebot ha fracasado. Seguro, logró una primera parte: ha aplicado
desde el año 2000 un gobierno autoritario (cada vez más atenuado, valga decirlo).
Ha tenido la capacidad para ejecutar su agenda a placer: unos concejales
sometidos a su comando, una participación ciudadana de pacotilla, una prensa
obsecuente. Obediencia y temor y una verticalidad incuestionable. Pero fracasó
en la segunda parte de su combo, en el desarrollo económico y social de la
ciudad.
Mejor dicho: lo que lo
diferencia de los chinos es que la Alcaldía socialcristiana de Jaime Nebot
jamás tuvo pensamiento estratégico. En consecuencia, Guayaquil es una ciudad a la deriva, que ha sido incapaz de implementar una receta para el desarrollo
que la convierta en una ciudad próspera e inclusiva, como lo sugiere ONU Hábitat
(por la obvia razón de que hacemos exactamente lo contrario de lo que
sugiere ONU Hábitat).
La neta: Guayaquil es una
variante tropical del Capitalismo de Amigos (“crony capitalism”). En lo
principal, su “modelo de desarrollo” es un modelo de negocios funcional
a los intereses privados vinculados a la Alcaldía, en los que el concepto de
bien común resulta secundario, casi anecdótico.
Esos intereses privados
son los que realmente han ganado en los últimos 18 años de gestión de la ciudad y no lo perdamos de
vista: eso es lo que desde la Alcaldía se ha querido todo un siempre. Visto así, el autoritarismo de la Alcaldía de
Nebot no ha fracasado. Todo lo contrario: ha triunfado. A pesar de la ciudad y
en su claro perjuicio.
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