Me impresionó este artículo de opinión de Ernesto Albán Gómez que se publicó en la edición de diario Hoy del 19 de julio. Me impresionó porque es un ejemplo de lo que yo entiendo que no debe hacerse en un artículo de opinión.
Breve resumen
El artículo empieza con una especulación que, curiosamente, le da título al mismo. EAG menciona el dato cierto de que los asambleístas del Gobierno son 59. A partir de este dato, refiere que se “ha proclamado a los cuatro vientos” que los asambleístas serán 70, tal vez 80, y que “alguno más optimista ha hablado de 88”. Con esos números, EAG concluye que “[e]s decir que nada menos que 29 asambleístas se unirían al bloque gubernamental”. A partir de este concluyente dato, EAG nos invita a reflexionar.
Para esta reflexión EAG nos explica que “es normal” que un partido mayoritario establezca alianzas (EAG cita al actual Gobierno alemán como ejemplo). EAG precisa, entonces, que esas alianzas suelen hacerse entre partidos “con afinidades ideológicas” salvo en los casos en que se lo hace “entre partidos con importantes diferencias” para “garantizar una cierta gobernabilidad”.
Hecho este antecedente general, EAG nos refiere antecedentes históricos del caso ecuatoriano, de actos previos al actual Gobierno. EAG nos refiere la usual opacidad de los procedimientos en el Legislativo, las prácticas de los “camisetazos” y de las llamadas “mayorías móviles”.
Hecho el antecedente general y este último antecedente histórico local, EAG arriba al núcleo de su artículo y concluye que “aunque los voceros oficiales se rasguen las vestiduras, las informaciones que se han hecho públicas nos hacen pensar que estamos asistiendo, una vez más, a la reedición del pasado”.
Crítica
El artículo de EAG empieza mal, con una especulación para la que no presenta ninguna prueba. No ofrece ningún nombre, ningún dato específico: menos todavía, una explicación de quién es la certera fuente que le permita titular su artículo “De 59 a 88”. Pero esto no es tan relevante.
Luego EAG nos refiere, en esencia, que la práctica de alianzas entre un partido mayoritario y otros partidos es una práctica normal. Pero prepara el camino para su conclusión cuando nos refiere que aquellos que es práctica normal en otros países (recuérdese que EAG citó el ejemplo de Alemania) en Ecuador nos debería provocar suspicacias. ¿Por qué debería provocárnoslas? Pues porque la experiencia de los Congresos anteriores (opacidad, “camisetazos”, “mayorías móviles”, etc.) nos ha “escamado” y nos obliga a estas suspicacias.
Dichos estos antecedentes, ¿cuáles son las premisas que soportan la conclusión de este artículo? (recuérdese, el que este Gobierno, según EAG, reedita las prácticas del pasado). En definitiva, EAG nos ofrece dos: el que “las informaciones que se han hecho públicas” y el que en la negociación política “los desinteresados no existen”. ¿Y eso es todo para soportar la grave conclusión de que este Gobierno reedita los camisetazos y demás? Sí, eso es todo, that’s it. Pero, EAG: nos escamoteaste todo lo sustancioso para sustentar tu conclusión. Por ejemplo: ¿Cuáles son esas informaciones que se han hecho públicas? ¿Nos informan de los mismos hechos de antaño? ¿Son relevantes esas informaciones para probar tu conclusión? Más todavía, decir que en la negociación política “los desinteresados no existen” es no decir mucho, o casi nada. Porque si nos tomamos en serio esa afirmación, toda alianza entre partidos, para que no levante suspicacias, debería hacerse por actores políticos desinteresados. Y, EAG: ¿Es esto posible, o incluso deseable? ¿Así es como sucede en Alemania? (país que utilizaste como ejemplo) ¿O lo deseable sería que esos intereses sean transparentes y se correspondan con el ideario del partido en cuestión? Seis preguntas, a razón de tres por premisa: tu conclusión no concluye nada, siembra de preguntas, jardines de dudas.
Corolario
En resumidas cuentas: el artículo de EAG empieza con una especulación que no se sostiene en ningún dato cierto, nos ofrece unos párrafos que terminan por no resultar relevantes para probar su conclusión, la que pretende sustentarse en dos premisas que no tienen fundamento en ningún dato cierto y que, en consecuencia, no prueban nada de nada. Pero lo más grave de este artículo no es solamente el hecho de haberse publicado en estos términos (al final, una tarde de apuro la tiene cualquiera y no tengo parámetros para juzgar si este tipo de ligerezas son práctica usual de EAG) sino que es un síntoma de un periodismo de opinión que en este país no es extraño que abuse de adjetivos (no es éste el caso) y de especulaciones (sí que lo es) para levantar sospechas y apresurar conclusiones que no se infieren de sus premisas, ni sean éstas veraces, como en este caso.
P.S.- Foto cortesía de Cynthia Lasso.
3 comentarios:
Xaflag:
No estoy seguro si tu leíste el artículo de EAG en Ecuador o en Alemania. Su editorial se enmarca perfectamente al contexto de lo que sucede en nuestro país y no lo que pasa en Alemania u otro país donde los pactos o acuerdos que un gobierno alcanza con la oposición se dan por coincidencias y no por prebendas.
No podemos hacernos los giles o pecar de inocentes y negar la realidad nuestra. En Ecuador, los políticos no llegan a acuerdos motivados por los mas nobles intereses, o por lograr sacar adelante un proyecto que va en beneficio de todo el pueblo. Si tu crees que el gobierno de Correa pacta con el PRE, MPD, y otros por esas razones, necesitaré que me des el nombre del pana que te pasa esa perica que te permite vivir ajeno a nuestra realidad.
Los números con los que juega EAG en su editorial son pura especulación, el mismo lo admite. Aunque debemos reconocer que fue el propio Correa quien salió gritando a los 4 vientos que ya contaba con 70 súbditos.
Correa llegó al poder gracias a su discurso “anti-establishment” es decir, se proyectó como un personaje limpio, diáfano, ajeno a los juegos sucios del poder, crítico de esa partidocracia que tanto daño le había hecho al país. Entró como un elemento no contaminado y sin vínculos con los políticos despreciables de siempre.
No obstante, la realidad de los hechos nos demuestra lo contrario. Correa terminó cayendo en la misma praxis de la partidocracia y terminó incorporando a su gobierno a muchísimos de los parásitos que otrora fueron parte de la élite de la mas excelsa partidocracia. No importó si esta gente militaba en tiendas políticas ideológicamente antagónicas a la línea de pensamiento de Correa. Los principios e ideales fueron olvidados, supuestamente por sacar adelante un proyecto (¿?) llamado la revolución ciudadana.
El artículo de EAG va dirigido, no a criticar el derecho que tiene un gobierno de hacer pactos o llegar a acuerdos con opositores, sino a que los pactos y acuerdos se los hace con quienes hasta hace poco eran denostados, criticados y usados como motivo para elegir a Correa. El pueblo votó por Correa en desprecio de esa gente y los grupos a los que representan. Ahora resulta que el gobierno pacta con esos mismos. Es decir, en lugar de erradicar la enfermedad, mejor la ponemos de nuestro lado. Ese es el mensaje de EAG.
Correa y su gente quieren mantenerse en el poder. Para ello, necesitan ceder espacios pequeños de poder a otros, que sirven de catalizadores de dicho acometido. Hemos constatado que solo buscan el poder para satisfacer sus peculiares y particulares intereses y no para sacar al país del atolladero. Para mantenerse en el poder se necesita de esbirros y de colaboradores, pero también de pactos con quienes pueden facilitar tal objetivo. Los que pactan con Correa son la mas pura ralea de la partidocracia. Ellos no pactan con nadie sin obtener nada a cambio. Y lo que obtienen no es precisamente en aras de un mejor Ecuador, sino para su beneficio muy personal. El PRE quiere al loco que ama de vuelta, los del MPD quieren, por ejemplo, sus cuotas de poder en la Universidad Central, en la UNE y seguir controlando a ese gremio. Y así, podemos analizar las verdaderas razones y motivaciones que llevan a los no gobiernista a pactar y adoptar ese color verde esputo tan revolucionario.
Esta noticia http://www.eluniverso.com/2009/07/22/1/1355/2D20A2D354F64144BCEEE48E1697274F.html puede ayudar a entender mejor el artículo de EAG. El “toma y daca” que está en juego en las “negociaciones” entre el gobierno y ciertos diputados… perdón, asambleístas, quienes lograron sus puestos gracias al voto del pueblo sobre sus propuestas. ¿Ahora qué le van a decir a sus votantes cuando pacten con quienes dijeron en campaña iban a combatir y fiscalizar? Eso vale un reverendo rábano. Los votantes solo son útiles para catapultar al candidato, una vez en su puesto, lo que se ofreció es irrelevante.
KM, no consumo perica con lo cual no puedo darte el nombre de nadie para que te la pase. Lo que sí te sugiero es que consigas a alguien que te la cambie porque tal parece que la que tú consumes no te permite entender lo que lees. Yo en ningún momento de mi entrada sugerí que la conclusión del artículo de EAG no sea cierta (puede que lo sea o puede que no: ese es precisamente el asunto a discutir –pero discutirlo con argumentos). Lo que yo sostuve en mi crítica es que el artículo de EAG, tal como estaba redactado, no probaba nada de lo que pretendía probar. EAG no prueba la veracidad de sus premisas, ni mucho, mucho menos, prueba que de ellas se infiera la conclusión de la que quiere persuadirnos. Al principio de mi entrada mencioné que el artículo era un ejemplo de lo que no debe hacerse en un artículo de opinión. Lo mencioné porque creo (lo argumenté en la entrada) que el artículo de EAG no defiende ningún argumento y, sobra decirlo, yo soy de la opinión que un artículo de opinión debe postular argumentos en defensa de la opinión que en él se manifiesta. Porque no hacerlo así es simplemente exteriorizar (usualmente de manera mediocre) unos cuantos prejuicios sin ningún fundamento teórico ni base empírica, como lo has probado tú en este comentario. Pero ánimo KM: con el debate y con la perica. Saludos.
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