Hoy, el editorial de diario El Universo es ilustrativo de lo que algunos medios de comunicación entienden por libertad de expresión. El editorial empieza con esta afirmación: “Una de las primeras medidas de la nueva dictadura civil-militar en Honduras ha sido acallar a los medios de comunicación que no se han mostrado incondicionales con el golpe de Estado”. Yo contribuyo a precisarlo: la frase “acallar a los medios de comunicación”, en el caso hondureño, implica, entre otras cosas, la suspensión de las señales de radio y televisión (prohibir la difusión de Telesur, Cubavisión y CNN en español, cerrar canal 8 de televisión y estaciones de radio mediante la irrupción violenta de militares para obligarlos al cierre) así como el arresto y la agresión a periodistas por ejercer su profesión. Con la frase que acabo de copiarles el editorial sostiene, de manera implícita, que la única manera de violar la libertad de expresión es mediante la censura que la “dictadura civil-militar de Honduras” ejerce contra “los medios de comunicación que no se han mostrado incondicionales con el golpe de Estado”. Pero nada, absolutamente nada nos dice el editorial sobre los medios de comunicación que (permítaseme decirlo en sus propios términos) se han mostrado incondicionales con el golpe de Estado y que violan el acceso a la información de todos quienes quieran conocer la situación en Honduras. Nada, absolutamente nada nos dice el editorial sobre el cerco informativo y el aislamiento que practican los canales 2, 3, 4, 5, y 7 de televisión en conjunto con Radio América, cerco que el candidato a la Presidencia de la República y actual diputado del Partido Unificación Democrática denomina “un contubernio de todo el sector privado y los medios corporativos de televisión, radio y prensa, además de diferentes sectores religiosos que han estado avalando el golpe de Estado, dando a entender que en Honduras, no ha pasado nada”. (v. a guisa de ejemplo, acá, acá, acá y acá.) Sobre eso, que se refiere a la libertad de expresión en Honduras, nada tiene para decirnos el editorial porque no lo siente mal: de ese aire enrarecido es que respira.
Del párrafo anterior, quien escribe el editorial concluye que “Se corrobora así lo que diversos sectores de la sociedad ecuatoriana hemos venido sosteniendo desde hace dos años y medio en el sentido de que el destino de la democracia y la libertad de expresión están íntimamente vinculados, al punto que la primera no puede sobrevivir sin la segunda”. Se corrobora, nos dice el editorial, la vinculación entre libertad de expresión y democracia: pero no se corrobora ese vínculo en los términos de Perogrullo en que el editorial lo expone (el que las dictaduras violan la libertad de expresión) sino que lo corrobora en un sentido que resulta altamente problemático para diario El Universo y para otros medios de comunicación locales: en el sentido de que el ejercicio corporativo e irresponsable de la libertad de expresión sostiene dictaduras y contribuye a propiciarlas. Lo que corrobora (esto no lo dice el editorial, sería pedirles una decencia que no tienen) es que resulta más peligroso, mucho más peligroso para la democracia el ejercicio de esas prácticas que sostienen dictaduras y las propician y para cuya defensa en el ámbito local, de manera paradójica, suele invocarse la libertad de expresión: un derecho que a algunos medios de comunicación, claramente, les queda muy ancho en la práctica y cuyo concepto y límites no alcanzan a comprender.
Pero sigamos. El editorial continúa con un caso hipotético: “Imaginemos lo que hubiera ocurrido con los contratos del hermano del Presidente Rafael Correa con el Estado si la prensa ecuatoriana estuviese amordazada como en Honduras, simplemente no nos hubiéramos enterado de nada ya que desde el punto de vista del Gobierno no se cometió ninguna ilegalidad”. Sobra decir para cualquiera que lo mire sin apasionamientos la situación de la libertad de expresión en Ecuador no es la situación de censura que ocurre en Honduras, pero bueno, imaginar no cuesta nada (en efecto, no cuesta nada y mucho gana en tendenciosidad): lo que llama la atención es que curiosamente se nos invita a imaginar a partir de una investigación que es excepcional (por meritoria e irreprochable en sus fundamentos y que ojalá que multiplique su ejemplo porque esa es la prensa crítica que se necesita en una sociedad democrática) y que, en particular, ni siquiera la realizó el diario que la invoca porque es evidente que ese tipo de investigaciones, en los tiempos que corren, sobrepasan con mucho el angosto ámbito de su voluntad. Curioso detalle.
Finalmente, la cereza de este tóxico helado editorial: "No permitamos entonces que en Ecuador ocurra con la libertad de prensa lo mismo que hoy sucede con el hermano país centroamericano". Para evitar que suceda lo mismo (dicho sea sin desconocer las miserias de este Gobierno en materia de libertad de expresión) tendrían muchos medios de comunicación de este país que empezar a ejercer el derecho a la libertad de expresión de manera responsable. Obvio, esta no es la conclusión a la que nos invita la lectura de este tendencioso editorial. Pero yo les había advertido al principio que era ilustrativo: lo que no les había anticipado es que lo era muy a su despecho y que en lo que está implícito en el mismo es por donde se le escoran sus miserias.
6 comentarios:
Yo mas bien veo mala fe en tus comentarios.
Los del Universo simplemente afirman que libertad de expresión y democracia están íntimamente ligados. ¿Puedes acaso tu negar aquello?
Los de este periódico -El Universo- se lamentan porque los golpistas impiden que los medios que no coinciden con dicho acto violento puedan expresarse. ¿Te parece incorrecta esa postura?
Por último, los del Telégrafo, no han dicho ni pío de todo este escándalo de los hermanitos Correa, de grandes proporciones, que en sitios donde impera el estado de derecho, ya hubiesen acontecido actos que lleven a la destitución y juicios pertinentes de los implicados y de un presidente que se dice no saber nada de su hermano, pero si sabe que pelucones no pagan impuestos.
"... el editorial sostiene de manera implícita que la única manera de violar la libertad de expresión es mediante la censura que la “dictadura civil-militar de Honduras” ejerce contra “los medios de comunicación que no se han mostrado incondicionales con el golpe de Estado”. Pero nada, absolutamente nada nos dice el editorial sobre los medios de comunicación que (permítaseme decirlo en sus propios términos) se han mostrado incondicionales con el golpe de Estado y que violan el acceso a la información de todos quienes quieran conocer la situación en Honduras.(sic)
Si Correa llegase a anular la prensa opositora, como casi lo ha logrado, estoy seguro que el Telégrafo y los medios alineados al gogierno, harán exactamente lo mismo que tu criticas de la prensa que está a favor de la dictadura.
Recomiendo los siguientes enlaces:
http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/preguntar-356048.html
http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/la-ley-del-embudo-356052.html
http://www.eluniverso.com/2009/07/02/1/1363/027DF67EEDC849ADABAE9C7F9947772F.html
Pocoyo, el que me atribuyas buena o mala fe me resulta indiferente. No tengo ningún interés en discutir tus creencias sobre mí, como sí lo tengo en discutir las ideas que puedas ofrecer al debate sobre las ideas que yo expreso en mi entrada. A eso me aboco.
En tus ideas, empiezas mal. Yo no niego el vínculo entre democracia y libertad de expresión (lee la entrada de nuevo). Lo que sostengo es que esa vinculación no se reduce a la censura que impone un Estado dictatorial (como lo sugiere El Universo) sino que se amplía a un ejercicio responsable de la libertad de prensa que fortaleza a la democracia (y no el ejercicio irresponsable de unos medios de comunicación que sostengan y propicien el golpe de Estado, como nos lo muestra el caso hondureño y sobre lo que El Universo omite todo comentario –porque actúa, es obvio, de manera similar a cómo esos medios actúan). Más todavía, el editorial no me parece incorrecto (yo no escribí que lo sea, me concederás sin dificultad): me parece que es tendencioso (lo que sí referí en mi entrada). Me parece que tiene el interés de ofrecer una visión sesgada de las cosas: por eso lo que calla es más interesante que lo que dice. Por lo que calla, sabemos cuál es el concepto de libertad de expresión que defiende: uno que reduce las violaciones a la libertad de expresión a las censuras que puede aplicar un Estado (postura incorrecta, porque la libertad de expresión la pueden violar los propios medios de comunicación con su conducta irresponsable), uno que no se hace cargo de la actuación irresponsable de los medios de comunicación (porque es partícipe de esa actuación irresponsable, porque no le interesa denunciar la contaminación del aire que respira).
Luego, es falso que El Telégrafo no haya “dicho ni pío” del caso de Fabricio Correa:
(http://www.eltelegrafo.com.ec/busqueda.aspx?q="Fabricio+Correa") Más todavía, es incorrecto afirmar (en uso de tus artes adivinatorias y de la falacia de pendiente resbaladiza) que si solo existiría El Telégrafo no se habría conocido de los contratos de Fabricio Correa. Eso último podría llegar a ser o no ser cierto (que así lo creas no es relevante y no prueba nada tampoco). Lo incorrecto es suponer que ese es la propuesta de futuro que abriga mi entrada. Si la lees bien, al amparo del ejemplo de diario Expreso, el futuro que me interesa es el de la prensa crítica responsable que investigue más cosas como la que se investigaron en el caso de Fabricio Correa. Esas investigaciones contribuyen a la democracia. Pero no confundas la excepción con la regla; no confundas los buenos deseos que esa práctica se multiplique con el hecho cierto de que esa práctica no es para nada común en los medios de comunicación. No confundas (ni me atribuyas) el hecho cierto de que esa práctica no es para nada común en los medios de comunicación con el supuesto deseo de que esa práctica no exista porque sucede que pienso y sostengo, precisamente, todo lo contrario. Esa práctica debería existir. Pero solo existirá en la medida en que seamos críticos del rol de los medios de comunicación y no le hagamos el coro a los papanatas que sólo jalan agua para su molino. Yo quiero libertad de expresión, pero la quiero en serio: prensa crítica y responsable (pública y privada). Al Gobierno no le agradan las críticas, eso es cierto (no lo es cierto al nivel de victimización que algunos medios conducen el debate al respecto y que sólo nos revela su mediocridad e incompetencia, ni tampoco es cierto como sugieres, que el propósito del gobierno es que sólo exista el diario público). Pero ante investigaciones críticas y responsables no le queda sino (gústele o no al Gobierno) hacerse cargo de la investigación. En el campo de los adjetivos y el uso irresponsable de la libertad de expresión, los que más perdemos al final, somos los lectores, los ciudadanos.
Continúa...
Pocoyo, finalmente, de los enlaces que colocas, el que me parece relevante es el primero, el de Simón Espinoza. Concuerdo con él en la importancia de la libertad de prensa crítica y cuestionadora. Concuerdo con el ejemplo que él ofrece de la meritoria investigación de Expreso (como lo expongo en mi entrada como un ejemplo de la prensa crítica que se necesita y lo reitero en este comentario); concuerdo con los nombres que Espinoza cita en materia de investigación periodística; es más, en ese punto, de manera involuntaria Espinoza coincide conmigo, porque menciona a personas de Expreso, Vistazo y Hoy, y ninguna de El Universo. No podría. Curioso detalle.
Saludos.
Cuando digo que El Telégrafo no ha dicho “ni pío” sobre el escándalo, tu bien sabes que no me refiero a la reproducción cacofónica de los hechos noticiosos, sino mas bien a investigaciones similares a las de El Expreso. No estoy seguro si algún editorialista de ese medio estatal, ha tenido “la solvencia testicular”, como diría Fabricio “el bolsón”, de opinar al respecto, y de manera clara. Eso demuestra que esa selectividad que tu condenas,(y el Correa también) en El Universo o El Expreso, también existe en ese otro periódiquillo, (El Telégrafo) que no vende, y que se regala a expensas del pueblo.
Adicionalmente, yo de ti, bautizaría esta entrada con un título mas acorde con lo que dices: “Interpretando los silencios, o lo que Guga Ayala podría inferir de un editorial del Universo”
Tu particular y obviamente cizañosa forma de interpretar los silencios de un editorial es digna de equipararla a las predicciones de la, ahora censurada por el CONARTEL, cartomántica Guga Ayala. Te pasaste al lado de los adivinos, y mira que esos están mal vistos en esta revolucioncita. Que no se te ocurra ponerte capa y mandarnos bendiciones con ademanes de revoltijo de entrañas, para luego derramarnos sobre todo mucho-mucho amor, cual Walter Mercado, quien no tiene cabida en este país, crisol de la “libertad de expresión”.
El editorial que criticas, dijo solo cosas apropiadas. Los silencios que vos puedas encontrar en tal editorial y las peculiares interpretaciones que les des, son algo muy de ti y que carecen de cualquier valor objetivo.
Tu me dices: “Más todavía, es incorrecto afirmar (en uso de tus artes adivinatorias y de la falacia de pendiente resbaladiza) que si solo existiría El Telégrafo no se habría conocido de los contratos de Fabricio Correa. Eso último podría llegar a ser o no ser cierto (que así lo creas no es relevante y no prueba nada tampoco)”. (sic)
En base a la misma idea tuya, yo puedo aseverar que lo que tu creas o no de los silencios que tan agudamente has sabido interpretar del editorial de El Universo, no es relevante y no prueba nada tampoco.
Yo no he desacordado en la idea de que esa excepción de periodismo crítico e investigativo que realizaron los periodistas de El Expreso en el caso de Fabricio Correa, deba ser mas bien la regla a seguirse en el periodismo. No obstante, como dice Simón Espinosa, alguien tiene que financiar esas investigaciones periodísticas, lo cual aboga en defensa de las empresas detrás de los medios de comunicación. Lo cual, a su vez, aboga por el derecho y libertad que tienen los medios de publicar lo que quieran, cuando quieran, como lo quieran, y dejar de hablar de lo que no les interese o convenga.
Los tres enlaces que te di, dicen mucho; y Palacio asume una postura muy acorde a sus palabras: Medirá a las dictaduras y dictadores con la misma vara con que mide al aspirante a dictadorzuelo de Correa y su mofa de gobierno.
Pocoyo:
1) Si interpretas lo que hizo El Telégrafo con la vara con la que mides el trabajo del resto de la prensa tendrás que admitir, entonces, que lo que hizo El Telégrafo es irreprochable, o que aplicas un doble estándar para formular tu juicio. Piénsalo un poco.
2) Tus adjetivos y tus alusiones a la Guga Ayala y a Walter Mercado no me representan ningún interés para el debate.
3) Otórgale el valor que quieras a mis interpretaciones (nunca he dicho que no sean subjetivas: no podrían ser de otra manera). Pero si lo que quieres en este espacio es exponer tus prejuicios y tus creencias (no tus ideas) y hacerlo, en particular, de manera agresiva, te advierto que no eres bienvenido en este espacio. Supongo que el mensaje es claro: atente a las responsabilidades ulteriores de tus actos. Ese es mi derecho como administrador de este espacio. Si lo que quieres es debatir ideas, cuenta conmigo para el debate.
Saludos.
Pocoyo:
Te explico las reglas. Esta es mi bitácora y cuelgo lo que me apetece, en los términos que me apetece. Como administrador de esta bitácora, tengo el derecho de regular los comentarios que se emitan en la misma, en términos de admitir los comentarios que contengan ideas (incluso las más extremas) y que se expresen con un mínimo de respeto. Soy yo, como administrador de esta bitácora, el que determina si el comentario califica para publicarse en la misma. Puedes pensar lo que quieras de estas reglas de admisión al debate (que son imprecisas, que pueden aplicarse de manera arbitraria, etc.): no le concedo ninguna importancia a lo que pienses al respecto. Esas son las reglas: si tú no estás de acuerdo o no quieres someterte a las mismas (por el motivo que te parezca, me resulta totalmente indiferente) la consecuencia es muy sencilla: no participas en el debate.
Podrás pensar que regular el debate en estos términos es violar tu derecho a la libertad de expresión. Te diré que he tenido experiencia con personas que, al amparo del ejercicio de ese derecho, se creen con el derecho de intervenir de manera reiterada, cansina y agresiva. Al ejercer esas personas en esos términos su derecho a la libertad de expresión (o sea, al decir lo que quieren, como quieren y cuando quieren) lo que se provoca como consecuencia es que el derecho de todas las otras personas de acceder a un debate de interés y conducido con respeto se lesiona. Entonces, sacrificar la intervención de esa persona en el debate para beneficiar el proceso de deliberación colectiva tiene plena justificación (te recomiendo la lectura de Harry Kalven y de Owen Fiss para que profundices en este concepto). Si alguna persona sospecha de la manera como yo utilizo y utilizaré mi derecho a regular los comentarios en mi espacio virtual, no le concedo ninguna importancia a esa sospecha. Soy consciente de mi compromiso con el respetuoso debate de ideas en esta caja de comentarios.
Esas son Pocoyo, en esencia, las reglas. Si no estás de acuerdo o no te quieres someter a las mismas, sobras en este espacio. En cuyo caso, no te desanimes: la web es ancha y es de cualquiera, con lo cual seguro podrás comentar en alguna otra caja de comentarios o en tu propia bitácora (crearlas es gratuito).
Saludos.
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