Juan Manuel de Rosas, millonario y caudillo (1):
“… pero a
mí parecer todos cometían un gran error: se conducían muy bien con la clase
ilustrada, pero despreciaban a los hombres de las clases bajas, los de la
campaña, que son gente de acción. […] Me pareció pues muy importante conseguir
una influencia grande sobre esta gente para contenerla o dirigirla y me propuse
adquirir esa influencia a toda costa; para esto me fue preciso trabajar con
mucha constancia, y hacerme gaucho como ellos, y hacer cuanto ellos hacían,
protegerlos, hacerme su apoderado, cuidar de sus intereses […] me propuse que
conociesen que sin mí nada podían…” (2).
Es un mensaje que tiene
sentido en el contexto de la derecha costeña, en particular, del electorado
guayaquileño. El porteño Rosas en el siglo XIX era como el PSC en el Guayaquil
actual: ambos con la enorme ventaja de no ser únicamente de clase media, de
tener entrada en los barrios populares, de que sus habitantes conocen “que sin
[ellos] nada podían” (lo que en Rosas era rústico, en el PSC es un clientelismo
curtido).
Guillermo Lasso debió
disputarle a Jaime Nebot este electorado desde la creación misma de su
movimiento CREO, allá por el año 2012. Lleva ahora cinco años de retraso, que
le pasaron una alta factura este 2 de abril (3).
(1) Juan
Manuel de Rosas (1793-1877) dirigió los destinos de un territorio que hoy es la
República Argentina entre 1829 y 1852.
(2) Pigna,
Felipe, ‘Los mitos de la historia
argentina 2. De San Martín a “El granero del mundo”’, Editorial Planeta,
Buenos Aires, 2005, p. 196-7. El resaltado es propio.
(3) Al
respecto, v. ‘Cantonal e ineficaz’, Xavier Flores Aguirre, 9 de abril de 2017.
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