Un cuento para bobos

9 de agosto de 2017

La Alcaldía de Guayaquil adquirió el “Castillo José Martínez de Espronceda” el año 2010. Entonces, la Alcaldía tenía grandes expectativas para este inmueble patrimonial, situado en la esquina NE de la intersección de las calles Eloy Alfaro y Venezuela, barrio del Astillero. Se pensaba convertir a este edificio patrimonial en una biblioteca pública. Y era una gran idea.

Sin embargo, la Alcaldía de Guayaquil no hizo nada. En siete años, ha dejado languidecer el castillo que compró, que se convirtió en una guarida para vagabundos, en un sitio para consumir alcohol y drogas, y en un motel express de los amores furtivos de una escuela nocturna de los alrededores. Hasta que en este año 2017 la Alcaldía de Guayaquil, finalmente, intervino.

Fuente

Olvídense, en todo caso, de la biblioteca pública y el archivo que estaba anunciados para este inmueble y que todavía pregona su Departamento de Turismo en su página web. Ahora el “Castillo José Martínez de Espronceda” no será un espacio para la cultura, pues allí “funcionarán dependencias municipales”.

¿Qué pasó? Algo así:

- Jaime Nebot: “Quiero que allí hagan una biblioteca”.
- Ingeniero random: “Pero Alcalde, esa alternativa es muy costosa”.
- Jaime Nebot: “Entonces no quiero que hagan una biblioteca”.

Como el plan se había anunciado (y se lo sigue anunciado, a pesar de haber disposición en contrario) sin ninguna pinche planificación, era muy normal que después se encuentren dificultades y se lo abandone.

Así, la noticia positiva de la recuperación de este inmueble tal como la publicó El Universo (‘Municipio de Guayaquil suscribe contrato para la inauguración del castillo Espronceda’) evidencia la forma cómo se cuentan las cosas en Guayaquil: se vende como un progreso, lo que apenas es una respuesta tardía y mala a un viejo problema. Tardía, pues la Alcaldía ha tardado siete años en empezar a recuperar un edificio patrimonial; mala, porque pasó de ser una biblioteca pública (tan necesaria) a convertirse en oficinas para la burocracia municipal.

Pero es así cómo se construye la idea de renovación de Guayaquil durante las alcaldías del PSC: con los convenientes olvidos de sus previas negligencias. La idea que queda flotando es que en Guayaquil sí se ha hecho algo, aunque ese “algo” se lo haya hecho tarde y mal.

Porque lo importante, al final, es seguir viviendo en delusión, es decir, en una Guayaquil que resulta tan eficaz como irreal.

Conclusión: El relato socialcristiano de Guayaquil es un cuento para bobos.

0 comentarios: