El artículo de Alfonso Reece
Dousdebés publicado unos días atrás en diario El Universo titulado “Blasfemia barata” es interesante porque ilustra bien la postura liberal de su autor.
Y ofrece la oportunidad de un contrapunto.
1) La postura de Reece
Reece es un liberal que
defiende el derecho a la libertad de expresión con gran vehemencia. Es una
persona consciente que “el derecho a la libertad implica el derecho a escuchar
lo que no queremos oír”, como aseguraba el inglés George Orwell. En
esto, estoy totalmente de acuerdo con él.
Sin embargo, el
liberalismo de Reece se corta en el rol del Estado frente a la libertad de
expresión. Su postura liberal entiende que el rol del Estado frente a la
libertad de expresión es un rol de abstención. Se indigna del uso de sus
impuestos para obras como la del Centro Cultural Metropolitano: “Si esto se
hubiese desplegado en una galería privada, allá cada cual con su mal gusto,
pero no en un edificio público”.
2) El contrapunto
El liberalismo puede tener
una postura distinta frente a la libertad de expresión. A diferencia de Reece, creo
en un activo rol del Estado frente al ejercicio de la libertad de expresión en
su comunidad y creo que tiene la obligación de fomentarla (1).
Por ejemplo, a contramano
de otros agnósticos/ateos, estoy de acuerdo con que el Estado apoye (bajo
ciertas condiciones) actividades religiosas, como por ejemplo la procesión del
Cristo de Consuelo. Por supuesto, el espectro de acción del Estado para
fomentar la libertad de expresión es mucho más amplio que las actividades de
carácter religioso, e incluye polémicas exhibiciones de arte (sí, como aquella
exhibida en el Centro Cultural Metropolitano de Quito).
Por supuesto, resulta
irrelevante que a Alfonso Reece no le guste la obra exhibida en el Centro
Cultural Metropolitano. Llama a esta obra de “calidad ínfima, manifestaciones
feas, sin gracia, con un chambón y gratuito afán de provocación”. Pero no es el
arte que no le agrada a Reece el que debe prohibirse (él no ha sugerido esto,
su artículo es mucho más inteligente), es el arte que cuestiona ideas en
nuestra sociedad aquel que debe permitirse y fomentarse.
La obra del colectivo
“Mujeres creando” en el Centro Cultural Metropolitano de Quito es polémica:
hace alusiones a la iglesia católica, pues “recrea nuevas vírgenes que representan los abusos de la Iglesia Católica (pedofilia o corrupción) y de los Estados que atentan contra los cuerpos de las mujeres al penalizar el aborto”.
No son alusiones gratuitas: son problemas contemporáneos abordados de manara
crítica. Es decir, para lo que sirve el arte.
Así, con las debidas
restricciones de tiempo, modo y espacio, una obra como ésta no viola de ninguna
manera la libertad de expresión. En el marco de una sociedad democrática y
abierta, con las restricciones de forma antedichas, la obra del colectivo
“Mujeres creando” es parte de la libertad de expresión que las instituciones
públicas pueden financiar con mis impuestos y con los del señor Reece (mal que
a él le pese).
3) Conclusión: por una mejor defensa del
pluralismo
En mi opinión, el
liberalismo se defiende mejor cuando se lucha por la pluralidad de ideas en la
esfera pública. Si eso requiere que el Estado ecuatoriano apoye ideas y obras
que no gustan a una porción de su comunidad (en este caso, a la influyente
porción católica), pues ese es el precio de vivir en democracia.
(1)
Una argumentación inteligente en este sentido: ‘El efecto silenciador de lalibertad de expresión’.
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