Para alguien tan crítico
como el caricaturista Bonil (a quien muchas veces he celebrado por su ingenio)
resulta realmente asombroso su silencio sobre lo que pasa en Guayaquil.
Es llamativo, en
particular, porque Bonil dibuja para un periódico de Guayaquil. La ciudad
registra numerosos problemas (tantas cosas por dibujar) pero sobre
estos Bonil jamás se ha pronunciado. Ni un pinche trazo. Su sentido crítico se
anula cuando de Guayaquil se trata.
My educated guess:
Bonil no tiene un pelo de tonto y sabe que las cosas en Guayaquil no funcionan
tan bien como lo dice la propaganda oficial, pero el diario en que él
publica (diario El Universo) tiene el estatus de fan enamorada de la Alcaldía de Guayaquil. Supongo, entonces,
que esto es lo que encorseta su sentido crítico, al punto de anularlo.
Lo que es una verdadera
lástima, porque la Alcaldía de Guayaquil y sus torpezas son una fuente
inagotable de humor.
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