La Provincia de Guayaquil
perteneció siempre a la Audiencia de Quito, que fue una de las tantas jurisdicciones
para impartir “justicia” que tuvo el Reino de España en sus dominios americanos.
La jurisdicción política
(a la que también estuvo sujeta la Audiencia de Quito, como la Audiencia subordinada que era) sí que cambió en el
curso de los años. Primero, desde su fundación Guayaquil perteneció a jurisdicción
peruana (primero a la Gobernación de Nueva Castilla cuando se la fundó en 1534,
desde 1542 al Virreinato del Perú). Luego perteneció al Virreinato de Nueva
Granada, cuando el Rey Felipe V creó por primera vez esta jurisdicción en 1717,
pero cuando ese mismo Rey lo eliminó en 1723, Guayaquil volvió a ser parte del
Perú. Pero luego Felipe V volvió a crear el Virreinato de Nueva Granada en 1739
y Guayaquil volvió a ser neogranadina desde entonces.
Eran, sin embargo, malos
tiempos para ser un puerto en el Pacífico Sur administrado desde los Andes
centrales, en una lejana Santa Fé (hoy, Bogotá, AKA “Drogotá”). Las necesidades militares (la defensa de los ataques
ingleses por el mar) requerían de una asistencia más inmediata y efectiva, y
por esto se terminó por desgajar a la provincia de Guayaquil de la jurisdicción
de la Nueva Granada, a favor (de nuevo) de la jurisdicción peruana. Por Cédula
Real de 1803, se ordenó que Guayaquil se adscriba formalmente a Lima tanto en la
jurisdicción militar como en la comercial.
En 1809, cuando se
llevaron a cabo las primeras elecciones en América a fin de elegir a
los representantes a la Junta Central en la Península, Guayaquil votó en la
jurisdicción del Perú (a la que también pertenecía Cuenca) mientras que Quito votó
en la de Nueva Granada. Así, la subordinada
Audiencia de Quito estaba partida entre los dos virreinatos que la limitaban por
el Norte y el Sur, y así se mantuvo la situación hasta la independencia.
Cuando Guayaquil se
independizó en 1820, lo hizo frente a fuerzas venidas del Perú (los batallones
cuzqueños, cuyos segundones americanos fueron los que le pusieron precio a su
traición –ellos, y el español Torres Valdivia). Mientras que cuando se la
independizó a Quito en 1822, los refuerzos eran del Norte. Al final, fue cosa
de pura geografía. Es de destacar que, en todo este tiempo, todavía no existía formalmente
Manabí.
Cuando se liberó a Quito
tras la batalla en las faldas del volcán Pichincha, no se lo liberó a fin de que
se administrara por sí mismo: se lo hizo a fin de integrarlo a una entidad
mayor que había sido creada en una Constitución adoptada en Cúcuta en 1821 sin
la opinión de los quiteños*: esa entidad se llamó “República de
Colombia” AKA “La Gran Colombia”, (dis)funcional entre 1819-1830.
En esta República de
Colombia temprana a la que se integró a las provincias de Quito, de Cuenca y de
Guayaquil (esta última manu militari,
vía 3.000 soldados acantonados en ella), a su conjunto se lo llamó “Departamento del Ecuador” y tenía a Quito por capital. Esta
situación demoró hasta el año 1824, cuando el Congreso de la República de
Colombia dictó la Ley de División Territorial por la que dividió a la República
de Colombia en tres distritos (“Norte”, “Centro” y “Sur”) y el llamado “Distrito
del Sur”, lo dividió en tres Departamentos: Ecuador, Guayaquil y Azuay. Así,
este nombre “Ecuador”, de cuño colombiano, de representar a un vasto Sur de un gran
país, pasó a representar a la Sierra Norte dentro de un Distrito sureño, en el
que la Costa era mayoritariamente guayaquileña (salvo Esmeraldas, que era del
“Ecuador”) y la Sierra Sur y una vasta porción de selva amazónica eran del
Azuay.
Pero en esta Ley
colombiana de 1824, aprobada en una fría Bogotá (exSanta Fé), es que nació la
provincia más bacán del Ecuador: Manabí. Así, como el nombre “Ecuador”, Manabí
es una invención colombiana, que quedó para este Ecuador que tardaría hasta su
Constitución de 1835 (adoptada en la fría Ambato) para convertirse en República.
Pero también: este parto
de Manabí en 1824 fue la primera merma grave para el territorio de la provincia
de Guayaquil (luego Guayas), que se lo había mantenido casi sin variantes mientras
Guayaquil perteneció al Reino de España, ora en la jurisdicción novograndina,
ora en la peruana.
Ya como parte de la
República del Ecuador, del territorio original de la provincia de Guayaquil (descontada
ya Manabí) se desgajaron otras tres provincias: Los Ríos en 1860, El Oro
en 1884 y Santa Elena en 2007. Es de notar que esas tres desmembraciones
ocurrieron en gobiernos de sendos presidentes guayaquileños: García Moreno,
Caamaño, Correa.
Pero es claro e incontestable
que de todas las provincias creadas en el Ecuador hasta sumar 24, incluido el
mismísimo archipiélago de Colón o Galápagos, Manabí es la mejor. Gracias,
Colombia.
* Por
“quiteños” denomino a los habitantes
de la Audiencia de Quito, por lo tanto incluye a guayaquileños y cuencanos.
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