Desde 1786, la ciudad de Guayaquil
empezó a pertenecer al obispado de Cuenca (creado por Pío VI), que era a
su vez un obispado sufragáneo de la arquidiócesis de Lima. En 1790, quien fuera
el primer obispo de Cuenca, José Carrión y Marfil, visitó Guayaquil y, en ella,
el hospital “Santa Catalina mártir”. La administración de esta casa asistencial
se encontraba a cargo de fray Domingo de Soria de los religiosos de San Juan de
Dios desde el año de N. S. de 1758.
Cuenta Federico González
Suárez en su “Historia general de la República del Ecuador” que el obispo
Carrión encontró “el Hospital muy descuidado”, de manera tal que…
“…
reprendió acremente al hermano Soria, por el desaseo de la casa y el mal
servicio a los enfermos; cerró la iglesia al culto público, puso por capellán
un clérigo y, deseando que el establecimiento mejorara, quitó a los frailes el
manejo de las rentas y lo confió al Cabildo secular de la ciudad” (1).
De esta manera fue relevado
Fray Domingo de Soria de la administración del hospital “Santa Catalina mártir”
por el obispo Carrión. Soria había ocupado ese puesto por 32 años y lo más
asombroso era que “el hermano Domingo Soria era a la vez el Superior y el médico de la casa”. No duró mucho
sin ejercer estos cargos, pues Soria protestó por su destitución al Consejo de
Indias, que terminó por restituir al fray y a la vez “doctor” Soria a su puesto
en el hospital “Santa Catalina mártir”. Esto motivó un escueto comentario de González
Suárez: “Había ocasiones en que el Consejo de Indias atendía más a la
conservación del patronato, que a los derechos de la justicia”.
Con el paso de los años,
este hospital “Santa Catalina mártir” pasó a ser el hospital “Luis Vernaza”,
hoy administrado por la Junta de Beneficencia de Guayaquil.
(1) González
Suárez, Federico, ‘Historia general de la República del Ecuador’, Tomo Quinto, capítulo noveno, p. 412-414 (el
resaltado no es del original).
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