En el libro Historia secreta de Costaguana del
colombiano Juan Gabriel Vásquez se puede leer lo siguiente:
“Doña
Manuela Sáenz, quiteña de nacimiento, ha dejado a su legítimo (y aburridísimo)
esposo, un tal James o Jaime Thorne; en 1822, el Libertador Simón Bolívar hace
su entrada triunfal en Quito; poco después, ídem en Manuela. Se trata de una
mujer extraordinaria: es diestra sobre un caballo y magnífica con las armas, y
durante la gesta de la Independencia Bolívar logra comprobarlo en carne propia:
Manuela monta tan bien como tira. Pesimista ante la condena social, Bolívar le
escribe: “Nada en el mundo puede unirnos bajo los auspicios de la inocencia y
el honor”. Manuela le responde llegando sin anunciarse a su casa y mostrándole,
a golpe de cadera, lo que opina de los auspicios. Y el 25 de septiembre de
1828, mientras el Libertador y su Libertadora gozan de múltiples Libertinajes,
en el lecho presidencial de esa Colombia incipiente, un grupo de conspiradores
envidiosos –generales de muchos soles cuyas mujeres ni montan ni tiran- deciden
que aquel coitus quedará interruptus: intentan asesinar a Bolívar. Con la ayuda
de Manuela, Simón da un salto, escapa por la ventana y va a esconderse debajo
de un puente” (1).
El inmenso, bolsapayasesco
mérito de Manuela fue tener un pubis no angelical de acuerdo con los estándares
de la época que le tocó en suerte vivir. En esa época circuló este romance
sobre su relación libertina al cuadrado:
Bolívar,
enhiesta espada
“Manuela,
vendrás conmigo.”
“Simón, tu
espada yo sigo
Mi vaina,
bien aceitada.” (2)
Más
que Sáenz, nuestra lúbrica Manuela debería renombrarse como
esta estrella de la TV de los años ochenta:
A-team |
Le haría justicia a su
fogosa actividad por el Libertador y por la Independencia.
Es eso, o leer bodrios como éste. Cuya única representación gráfica puede ser:
(1)
Vásquez, Juan Gabriel, ‘Historia secreta
de Costaguana’, Penguin, Bogotá, 2017 [Primera edición 2007], p. 48.
(2)
Ídem, p. 51.
1 comentarios:
Me habéis hecho reir!
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