Los variables culpables de las inundaciones

23 de octubre de 2018


El Alcalde Nebot juega bien sus cartas. Escenificó en una radio amiga, de esas que son una nota al pie en su discurso, una de sus especialidades: culpar a otro de las desgracias de Guayaquil.

Esta vez, previsiblemente, la víctima fue Jimmy Jairala, contrincante de su candidata para la Alcaldía en marzo de 2019. El Prefecto Jairala no ha hecho el dragado del río Guayas, por lo que Nebot lanzó la siguiente especie:

“… la falta de ese dragado pone a Guayaquil, la falta de dragado que no me vengan a hablar de drenaje, ¿no? de dragado, en el número dieciséis de las ciudades con mayores posibilidades futuras de inundarse en el mundo, por falta de dragado” (22:42).

Una cosa importante: El dragado es una negligencia de la Prefectura de Jimmy Jairala, eso es indudable.

Otras cosas mucho más importantes: Las consecuencias que son imputables a la gestión de más de un cuarto de siglo del PSC en Guayaquil, por la destrucción del arbolado urbano y el crecimiento urbano sin planificación y en beneficio de una argolla de la construcción (“El Capitalismo de Amigos”). Y se ha actuado, a sabiendas, irresponsablemente, porque el que las inundaciones eran el más grave riesgo para la ciudad, lo sabía la Alcaldía desde su Diagnóstico del Sistema Ecológico-Ambiental del cantón Guayaquil incorporado al Plan de Ordenamiento Territorial del GAD del cantón Guayaquil del año 2011, que en una de sus conclusiones advirtió: “El riesgo de mayor importancia para el cantón es el riesgo de inundación, debiéndose prever en el futuro obras de control de inundaciones”. Por estos años, el culpable de cualquier inundación era la naturaleza: la excusa era la “marea alta”.


El año 2013 se publicó una investigación a nivel mundial sobre las futuras pérdidas por inundaciones en las grandes ciudades costeras (“Future flood losses in major coastal cities”, publicado en Nature Climate Change) que involucró a las 136 ciudades costeras y con más de un millón de habitantes del mundo, entre las que figura nuestra Santiago de Guayaquil. El resultado de este diagnóstico, parte de un proyecto de la OECD, es que nuestra ciudad es la tercera en el mundo más vulnerable a las pérdidas económicas por efecto de las inundaciones que se proyecta se tengan para el año 2050 por el incremento del nivel del mar a consecuencia del cambio climático. En este rubro macabro y demostrativo de nuestra preocupante falta de previsión, Guayaquil está únicamente detrás de Guangzhou y de Nueva Orleans.

Está avalado por la ciencia el que las inundaciones en el mundo serán cada vez más comunes y devastadoras, dada la elevación del nivel del mar. Si esta es únicamente de 20 cms. para el año 2050 (un cálculo que se estima conservador), las pérdidas económicas que el estudio estimó para Guayaquil fueron de 3.189 millones de dólares. ¿De dónde vendrán estas pérdidas? Básicamente, de infraestructura inutilizable por subacuática.

Ese mismo 2013, a raíz de una inundación en los primeros días de marzo, la Alcaldía de Guayaquil solicitó un estudio a expertos de la Corporación Andina de Fomento sobre el riesgo de inundaciones en Guayaquil, mismo que determinó en un informe presentado a la Alcaldía que el problema era precisamente aquel que el Alcalde negó en su radio amiga la semana que pasó: el drenaje. “La experiencia demuestra”, dice este informe, que soluciones a las inundaciones “que utilizan exclusivamente los principios basados en la transmisión de los impactos en el macro drenaje aguas abajo, no son sustentables”, además de que pueden “llegar a aumentar en seis (6) veces los costos” comparados con una estrategia integral de gestión. OJO, que es así cómo nosotros hemos crecido como urbe: hemos pagado más (aproximadamente 6 veces más), para crecer peor y aumentando la factura a pagar en el futuro por las irresponsabilidades hechas para lucrar en el presente. 

Y se ha concretado este propósito de lucro, increíblemente, con el aplauso de la mayoría.

Conclusión:

Como si nada, cuando luego se hable de la posibilidad real de inundaciones en Guayaquil, su máximo responsable por dos décadas volcadas a una gestión de cemento, adoquín y palmeritas, por la decidida voluntad de crear una ciudad impermeable (véase en el espejo de Houston), el Alcalde Jaime Nebot, pretenderá eludir su responsabilidad, endosándole la culpabilidad a otro. Antes era la “marea alta”, o los ladrones, ahora (porque es tiempo de elecciones) le toca a Jimmy Jairala.

Pero el incapaz mayor de enfrentar el riesgo de las inundaciones, pues afecta a su negocio, la pasa siempre de alivio.

Esto sólo es posible en una ciudad con un periodismo incapaz de ejercer los mínimos del oficio, sometido a la autoridad local, como la radio en la que se llevó a cabo esta entrevista. Y más allá de la responsabilidad que pueda tener Jairala, realmente es por la falta de visión de la Alcaldía y por el lucro inmediato por ella permitido a los negocios vinculados a la construcción, que se ha agravado la situación de Guayaquil de cara a un futuro subacuático y a enfrentar pérdidas millonarias en el futuro por las irresponsabilidades del presente.

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