El Alcalde Nebot juega
bien sus cartas. Escenificó en una radio amiga, de esas que son una nota al pie
en su discurso, una de sus especialidades: culpar a otro de las desgracias de
Guayaquil.
Esta vez, previsiblemente,
la víctima fue Jimmy Jairala, contrincante de su candidata para la Alcaldía en
marzo de 2019. El Prefecto Jairala no ha hecho el dragado del río Guayas, por
lo que Nebot lanzó la siguiente especie:
“… la
falta de ese dragado pone a Guayaquil, la falta de dragado que no me vengan a hablar
de drenaje, ¿no? de dragado, en el número dieciséis de las ciudades con mayores
posibilidades futuras de inundarse en el mundo, por falta de dragado” (22:42).
Una cosa importante: El dragado es una negligencia de la Prefectura de
Jimmy Jairala, eso es indudable.
Otras cosas mucho más importantes: Las consecuencias que son imputables a la gestión
de más de un cuarto de siglo del PSC en Guayaquil, por la destrucción del
arbolado urbano y el crecimiento urbano sin planificación y en beneficio de una
argolla de la construcción (“El Capitalismo de Amigos”). Y se ha
actuado, a sabiendas, irresponsablemente, porque el que las inundaciones eran
el más grave riesgo para la ciudad, lo sabía la Alcaldía desde su Diagnóstico
del Sistema Ecológico-Ambiental del cantón Guayaquil incorporado al Plan de
Ordenamiento Territorial del GAD del cantón Guayaquil del año 2011, que en una
de sus conclusiones advirtió: “El riesgo de mayor importancia para el cantón es
el riesgo de inundación, debiéndose prever en el futuro obras de control de
inundaciones”. Por estos años, el culpable de cualquier inundación era la
naturaleza: la excusa era la “marea alta”.
El año 2013 se publicó una
investigación a nivel mundial sobre las futuras pérdidas por inundaciones en
las grandes ciudades costeras (“Future flood losses in major coastal cities”, publicado en Nature Climate Change) que involucró a las 136 ciudades costeras y
con más de un millón de habitantes del mundo, entre las que figura nuestra
Santiago de Guayaquil. El resultado de este diagnóstico, parte de un proyecto de la OECD, es que nuestra ciudad es la tercera en el mundo más vulnerable a las pérdidas económicas por efecto de las inundaciones que se proyecta se tengan para el año 2050 por el incremento del nivel del mar a consecuencia del cambio climático. En este rubro macabro y demostrativo de nuestra preocupante falta de previsión, Guayaquil está únicamente detrás de Guangzhou y de Nueva Orleans.
Está avalado por la
ciencia el que las inundaciones en el mundo serán cada vez más comunes y devastadoras,
dada la elevación del nivel del mar. Si esta es únicamente de 20 cms. para el año 2050 (un
cálculo que se estima conservador), las pérdidas económicas que el estudio estimó para Guayaquil fueron de 3.189 millones de dólares. ¿De dónde vendrán estas
pérdidas? Básicamente, de infraestructura inutilizable por subacuática.
Ese mismo 2013, a raíz de
una inundación en los primeros días de marzo, la Alcaldía de Guayaquil solicitó
un estudio a expertos de la Corporación Andina de Fomento sobre el riesgo de inundaciones
en Guayaquil, mismo que determinó en un informe presentado a la Alcaldía que el
problema era precisamente aquel que el Alcalde negó en su radio amiga la semana que pasó: el drenaje.
“La experiencia demuestra”, dice este informe, que soluciones a las
inundaciones “que utilizan exclusivamente los principios basados en la
transmisión de los impactos en el macro drenaje aguas abajo, no son
sustentables”, además de que pueden “llegar a aumentar en seis (6) veces los
costos” comparados con una estrategia integral de gestión. OJO, que es así cómo nosotros hemos crecido como urbe: hemos pagado
más (aproximadamente 6 veces más), para crecer peor y aumentando la factura a pagar en el futuro por las irresponsabilidades hechas para lucrar en el
presente.
Y se ha concretado este propósito de lucro, increíblemente, con el aplauso de la mayoría.
Y se ha concretado este propósito de lucro, increíblemente, con el aplauso de la mayoría.
Conclusión:
Como si nada, cuando luego
se hable de la posibilidad real de inundaciones en Guayaquil, su máximo
responsable por dos décadas volcadas a una gestión de cemento, adoquín y
palmeritas, por la decidida voluntad de crear una ciudad impermeable (véase en
el espejo de Houston), el Alcalde Jaime Nebot, pretenderá eludir su
responsabilidad, endosándole la culpabilidad a otro. Antes era la “marea alta”,
o los ladrones, ahora (porque es tiempo de elecciones) le toca a Jimmy
Jairala.
Pero el incapaz mayor de
enfrentar el riesgo de las inundaciones, pues afecta a su negocio, la pasa siempre de alivio.
Esto sólo es posible en
una ciudad con un periodismo incapaz de ejercer los mínimos del oficio,
sometido a la autoridad local, como la radio en la que se llevó a cabo esta
entrevista. Y más allá de la responsabilidad que pueda tener Jairala, realmente
es por la falta de visión de la Alcaldía y por el lucro inmediato por ella permitido
a los negocios vinculados a la construcción, que se ha agravado la situación de
Guayaquil de cara a un futuro subacuático y a enfrentar pérdidas millonarias en el
futuro por las irresponsabilidades del presente.
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