En el año 1979, son ya 40
años de esto, el Ecuador volvió a la democracia, período al que algunos querían
que se lo conozca como “la decimoséptima república ecuatoriana”, puesto que nos
regía la 17ava Constitución, votada por el pueblo en referéndum del 15 de
agosto de 1978. Esta nueva Constitución buscaba un poder ejecutivo fuerte:
“Con un
parlamento elegido en forma definitoria de la elección presidencial, la
denominada segunda vuelta, se induce claramente al electorado a procurarle a
ese Presidente de mayoría absoluta una legislatura alineada en el mandato
popular predominante” (Alfredo Pinoargote, ‘La república de papel’, p. 119).
Y así ocurrió en el primer
intento, en 1979. El Presidente Jaime Roldós tuvo a 47 diputados identificados
con él: 32 de CFP (Concentración de Fuerzas Populares) y 15 de la ID (Izquierda
Democrática), es decir, “más de las dos terceras partes de la Cámara Nacional
de Representantes, la mayoría necesaria para instrumentar el cambio prometido
al mandante soberano” (p. 119).
Parecía un escenario
propicio, con un Presidente joven e idealista, Jaime “Seconal” Roldós, apoyado por un número suficiente de legisladores.
Pero el autor al que seguimos en este punto, cuenta qué pasó en este Ecuador de
la vuelta a la democracia:
“Sostenemos
como verdad evidente e irrefutable que la pugna entre los poderes ejecutivo y
legislativo es, en el Ecuador, de carácter histórico y permanente, sean quienes
fueren sus protagonistas. No obstante, como la historia tiene sus propios
actores, y cada capítulo los suyos propios, en la decimoséptima república
ecuatoriana asumieron el respectivo liderazgo de esta pugnacidad recurrente
Jaime Roldós Aguilera y Assad Bucaram. Antes hubo otros nombres, Rocafuerte y
Flores, Velasco Ibarra y Martínez Mera, Arosemena Monroy y Velasco Ibarra, y
muchos más” (p. 119).
Y esta pugna entre Assad Bucaram
y Jaime Roldós “a la postre, esterilizó el más categórico pronunciamiento
popular de la historia nacional” (p. 120), con la particularidad de que se
trataba de una pugna que involucraba a tío y sobrino. Y la política ecuatoriana
fue una vez más, lo que ha sido casi sin variante desde que nos regimos como
Estado independiente en 1830: una incesante sucesión de gobiernos de pandilla.
Estos primeros pugnantes de
la “décimo séptima república” murieron ambos en 1981. Jaime Roldós en un
sospechoso “accidente” de aviación el 24 de mayo y Assad Bucaram de un infarto
fulminante, el 5 de noviembre.
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