Buitres y papel picado

12 de diciembre de 2008

La actitud de Ricardo Antón, Director de la Comercial de Tránsito del Guayas, en relación con la obra del artista Betto Villacís es reprochable y torpe. Reprochable, porque constituye un atentado contra la libertad de expresión artística de Betto Villacís y contra el derecho que tenemos todos los ciudadanos de recibir ideas de toda índole. Torpe, porque el efecto que provocó su reprochable actitud fue el contrario al que pretendió: lejos de impedir que se conozca la obra, contribuyó a difundirla (yo pongo mi granito de arena); lejos de impedir que se afecte la honra de la Comercial de Tránsito del Guayas, contribuye a que en legítimo uso de nuestro derecho a la libertad de expresión los ciudadanos “afectemos” la honra de la muy sensible Comercial de Tránsito del Guayas.












Por cierto, no cabe justificar la actitud de Antón como un ejercicio del derecho a la protesta como alguien sugirió en los comentarios a la entrada que posteó el amigo José María León Cabrera en su excelente bitácora. Yo he suscrito y he postulado el derecho a la protesta que tenemos los ciudadanos, por ejemplo aquí y acá: no es difícil comprender la naturaleza de este derecho a partir de estas palabras del Juez Brennan de la Corte Suprema de Estados Unidos: “Los métodos convencionales de petición pueden ser y suelen ser inaccesibles para grupos muy amplios de ciudadanos. Aquellos que no controlan la televisión y la radio, aquellos que no tienen la capacidad económica para expresar sus ideas a través de los diarios o hacer circular elaborados panfletos pueden llegar a tener un acceso muy limitado a los funcionarios públicos, y como lo que nos interesa es que tengan un acceso regular a los funcionarios públicos, sobre todo si lo que tienen consigo es una queja vinculada con un agravio constitucional muy fuerte, entonces el hecho de que éste sea un grupo con muy especiales dificultades para expresar su punto de vista nos obliga a tener una consideración muy especial frente a los medios que escogen para presentar sus reclamos”. El comentario que Roberto Gargarella formula a esta opinión del Juez Brennan precisa la idea: “Cuando más dificultad tenga un individuo o grupo para acceder al poder, más razones hay para asegurarle una protección especial”. (Gargarella, Roberto, Carta abierta sobre la intolerancia. Apuntes sobre derecho y protesta, Pág. 27-28). No cabe, entonces, amparar la reprochable y torpe actitud de Antón en el derecho a la protesta.

Pero la actitud que de verdad me preocupa, porque se supone que debería estar en sus antípodas, es la actitud de las autoridades de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (¡ay, mi alma máter!). El Vicerrector Académico de la UCSG, Mauro Toscanini Segale, lejos de defender la autonomía universitaria y el derecho a la libertad de expresión, ofreció disculpas a Ricardo Antón; el argumento de éste es paupérrimo: “[n]o puede ser que en la misma universidad donde se educan vigilantes se haga este tipo de mofa de la institución. No lo aceptaré” (en referencia a los cursos que los aspirantes a vigilantes reciben en la UCSG y que los paga la Comercial de Tránsito del Guayas) pero mucho peor es que el vicerrector Mauro Toscanini lo acoja: “Yo pedí que sacaran la pintura porque, en realidad, se afectaba a una institución. 1 200 de estos vigilantes se capacitan en la universidad en valores para que sean mejores en su institución. Y no podemos ridiculizarlos”. Antón conversó con Toscanini; según las propias palabras de Antón, “la CTG no dio ninguna orden para que se retire este cuadro de la exposición. Fueron los propios directivos de la universidad que al darse cuenta de lo que estaba sucediendo dispusieron que se retirara”; Toscanini considera, el pobre, que esa disposición no constituye censura, al tiempo que advirtió a Betto Villacís, cuando retiraba el cuadro que estaba alojado en el vicerrectorado académico, que no podría exhibir la obra en el galería de la universidad.

Sin embargo, el Consejo Universitario emitió el 8 de diciembre una resolución en la que rechaza “todo acto que signifique violación a los espacios y práctica universitaria [sic]”y ratifica “la adscripción y respeto de nuestra Universidad a los principios universales de libertad de expresión” y de “libre expresión artística”. Si esta resolución no es un burdo acto de cinismo y se toma con mínima seriedad lo que se afirma en la misma, la obra de Villacís debería exhibirse en la galería, gústele o no al Director de la Comercial, pésele a quien le pese. Pero es sólo lírica, una verónica para la tribuna. Más pesan 1.200 cursantes, en contante y sonante. Porque es evidente que el único argumento en limpio que exhibe Mauro Toscanini es que debe respetarse a una institución (la Comercial) que educa a 1.200 de sus miembros en la universidad. Los principios que enuncia la resolución son sólo papel picado, que unos buitres picotean por allí.

La universidad en el horno y a Antón el tiro le salió por la culata. Yo quiero contribuir al escarnio y la sátira, pero mis habilidades en materia de diseño son escasas; quien diseñe algo en ese sentido, me lo envía y aquí lo colgamos. ¿Si le ponemos alitas de buitre a este ojón adefesio? Podría ser un buen inicio. Sírvanse.












8 comentarios:

Jorge Baquerizo Minuche dijo...

Ay! qué folklore el de nuestro paisito...por suerte, y al menos en este caso, la censura ha generado un claro rechazo en todos los espacios de opinión; sin embargo, me pregunto qué ocurriría localmente si, en ejercicio de la libertad de expresión artística, se mostrara públicamente una obra que indigne directamente a otro tipo de estamentos no tan faltos de adhesiones solidarias, por decir algo, la iglesia católica...Pongo el hipotético evento de la llegada de León Ferrari al manso Guayas, más concretamente al "palacio de cristal" con J.C. crucificado sobre un bombardero gringo...te imaginas bro, acaso, una reacción similar a la de estos días??...Pues yo tengo mis serias dudas, tan serias que me atrevo a dar por firmado, en esa hipótesis, el triunfo seguro de la mojigatería cabalgando en el asno mediático nacional. Lo que quiero decir es que no me parece que la mayoría de críticas consignadas en los medios, y dirigidas a la censura de nuestro comentario, descansen centralmente en una dimensión razonable de los alcances del derecho a la libertad de expresión; no. Pienso que muchos de los "formadores de opinión" de nuestra urbe -grupillo en el que ciertamente, Xavier, no te ubicaría en absoluto- le dan duro a la tecla con la "libertad" o "los derechos fundamentales", sin tener un conocimiento siquiera decente sobre el contenido esencial de aquellos. Más bien me da la impresión de que éstos términos son empleados como efectivas muletillas para sustentar una pretensión bastante alejada de la defensa de los derechos y libertades ciudadanas, y que no es otra que la búsqueda del desgaste político del gobierno de turno. Y no quiero que se me malinterprete: merecido se lo tienen estos imbéciles (que de seguro no tendrían problema alguno en aprobar, a la par que la censura al "buitre", aquella pintura de Super- Rafa montada en una valla publicitaria en la esquina de quito y 1ro. de mayo). Simplemente digo que no me trago el cuento de que ahora tales opiniones de los medios defienden paladinamente nuestro derecho a la libertad de expresión: vayamos a investigar si uno de estos opinadores conoce algo más que la intuición resultante de la propia palabrita.
P.D. Creo que al final de este 2008 ya sé a qué animal carroñero voy a quemar como año viejo.

Chica Cosmo dijo...

Voy a hacer una de esas preguntas cojudas que me gusta hacer a mí ¿es la UCSG un ente privado o público? en caso de ser privado no podemos imponerle la "libertad de expresión" porque deja de ser tal, digamos, a mí, en mi casa, nadie me puede obligar a colgar un cuadro que no me gusta (salvo mi viejo, pero eso es otra historia).

Anto dijo...

Estimado Xavier:
En este tema debemos de formular un amplio debate en dos cuestiones claras; en primer lugar el Derecho a la libertad de expresión (que no es absoluta) y la autonomía universitaria (derecho limitado y complejo). Según la sentencia No T-061/95 de la Corte de Colombia es limitada porque “es una garantía para un adecuado funcionamiento institucional compatible con derechos y garantías de otras instituciones que persiguen fines sociales”. Por otra parte tenemos el sentido intelectual de la autonomía universitaria, es decir la necesidad que tiene esta para opinar sobre problemas, éticos, culturales y sociales del Estado sin ninguna injerencia o coerción. Por lo tanto se debe respetar el sentido intelectual de la autonomía universitaria es decir su derecho a emitir criterios entre ellos la expresión del arte y esta debe de respetar los mínimos Derechos Fundamentales, ya que esta es una exposición abierta al público.

Anto dijo...

Por lo tanto lo que molesta es la prepotencia con la que este individuo amenace a el artista a retirarla, y las autoridades no se inmuten ante dicho acto, si le parecio una ofensa, pués debe de tomar las respectivas acciones legales, sino como se puede censurarlo. Éxito.

Xavier dijo...

JB (mejor ponemos J&B y te damos mítica estatura de guisqui -no cualquiera, sino el favorito de Charly) aplaudo tu intervención, benissima. Coincido con tu crítica: la situación sería distinta si los actores de la censura fueran otros o si el objeto de la represión fuera distinto y pienso como tú (la frase es excelente) que sería "el triunfo seguro de la mojigatería cabalgando sobre el asno mediático nacional". El caso de León Ferrari es sumamente interesante y tengo intención de escribir sobre el mismo, para sazonar el tema de la libertad de expresión; cuento con la ventaja de que conozco al abogado que lo defendió (Pablo Slonimsqui) cuando la censura a su exposición en el Centro Cultural Recoleta y un libro en el que se cuenta la historia de ese proceso. El proceso, de hecho, me resulta útil para explicar algunas ideas sobre libertad de expresión en clase. En fin, ya escribiré desde ese borde. Un gran abrazo Jorge, ven siempre por acá.
LCC: la Universidad Católica, en efecto, es una "persona jurídica de derecho privado, autónoma y sin fines de lucro" (artículo 1 de su Estatuto). Pero no es comparable a una casa porque una casa (salvo que sea de citas) no presta un servicio público. Este último hecho compromete a la universidad al respeto de ciertos principios; principios que, además y para mayor inri, la propia institución ratifica (en su resolución del 8 de diciembre) su compromiso de cumplirlos. Pero entre el dicho y el hecho media la conveniencia mercantil y los principios pueden tomarse la ruta del carajo sin escalas, todo sea por el cuento del "bisnes". Es bueno tenerte de vuelta por aquí. Y, Christine: échale unas líneas a tu bitácora, eh.

Juan Sebastián Utreras-Carrera dijo...

Si mal no recuerdo, a las universidades se la llama así, por el espíritu de universalidad que debe embargarlas. La libertad de expresión, es un derecho universal, por lo tanto, en ninguna universidad se debería prohibir la expresión artística, la cual no debe ser confundida con el vandalismo disfrazado con un título de arte, como lo son el grafitti o el panfleto, formas ruines, muchas veces graciosas y ocurridas, pero cobardes y sucias al fin de cuentas.

En eso concuerdo con Xavier, el arte es una forma de expresión que debe llevar el nombre y apellido de quien lo produce. El aninimato no tiene cabida. En el caso del artista censurado, éste ha cumplido con la premisa: ha puesto la cara. El problema radica en un prepotente sujetillo a quien el agobio de su propia insignificancia lo empuja a hacer alarde de un poder fatuo, espurio y burdo, para convencerse a si mismo de que no es tan insignificante.

PD/ solo por joder un poco, debo dar el puntillazo final: esta revolución ciudadana si que nos ha resultado ser un "dechado virtudes", plagada de amargados, acomplejados y resentidos sociales empaquetados en un solo coro: un superintendente que se refería a sus secretarias como la culis y la tetis, que demandaba diezmos, un ministro de deporte que se autoproclamaba ser "el dueño del circo" y que si no les gustaba lo que hacía, podían irse, un fulando de la comisión de tránsito que actúa de la manera ya discutida, un presidente que descalifica, denosta, se burla, ridiculiza, ofende, ataca, humilla a quien expresa discrepancia, una ministrita de vivienda que difama y acusa sin pruebas, un fulano encargado de los canales de TV ilegalmente incautados, (dije ilegalmente, pues la legitimidad puede que si le asista al que manda por ahora) que dice a los presentadores, vos solo puedes hablar de economía o de cocina, y no de política o de economía, porque vos no eres político, sino economista y tu cocinera en su salsa, y viceversa, etc...

Chica Cosmo dijo...

Mission accomplished, master, ha.

Xavier dijo...

JS: en lo que me interesa de tu intervención, te diré que no considero que en la expresión artística necesariamente se tenga que llevar "el nombre y apellido de quien lo produce" (lo cual no se desdice de mi postura en relación con los anónimos en esta bitácora, porsiaca: me parecen siempre reprochables los anónimos que utilizan su anonimato "para el aleve insulto y la pretensa humillación de su interlocutor, partícipes de una cuota de mala leche y de estupidez malsana que es impropia de cualquier debate serio". Pero los anónimos que no forman parte de esta patética categoría son, por supuesto, bienvenidos a esta bitácora (pienso, por ejemplo, en azul, siempre chapeau) y no cabe tampoco (como tú sugieres) criticarles su intervención artística. Para ilustrar este punto, está el caso de Banski (www.banksy.co.uk) sobre el que alguna vez escribí (http://xaflag.blogspot.com/2007/06/banksy.html). Sigamos la discusión. Salute.
CC: buenérrimo, saluz.