En una de esas zalamerías
tan comunes en las entrevistas de los miércoles al alcalde de Guayaquil, uno de
sus entrevistadores afirmó que este “Nebot eterno” era “una especie de
Presidente de esta provincia [del Guayas]” (1).
En realidad, por la forma en que hace lo que le da la gana en su jurisdicción
cantonal y por cómo resiste a cualquier cosa que identifique como un “abuso”
del mundo exterior (el resto del Ecuador, situado tras el perímetro cantonal de
Guayaquil) bien puede decirse que el alcalde Nebot, en su cantón, actúa como
dentro de las fronteras de un país: como un Presidente de un territorio de
fantasía que ocupa 345 kilómetros cuadrados.
Los constructores de la
opinión pública (esto es, los medios serviles al poder local por acción o por
omisión, casi la totalidad de los medios guayaquileños) han creado la fantasía
de que el Municipio de Guayaquil es una entidad eficaz que beneficia a los
pobres. Pero el Municipio, ni es eficaz, ni beneficia a los pobres (2). Las dos ideas son falsas pero,
¿qué es la veracidad o la falsedad de un hecho cuando se quiere creer en él? El
guayaquileño quiere creer, y aunque
no quisiera hacerlo, cuenta con muy pocas herramientas para dejar de hacerlo. La
incesante creación de fantasías para la opinión pública confunde su juicio.
Un ejemplo de esta
creación de fantasías se verifica en un libro de lujo pagado por nuestros
impuestos en el que se cuenta la increíble y cándida historia de una supuesta “recuperación” del
estero Salado. En el ‘Libro de Guayaquil’ (versión de cuatro tomos
encuadernados en pasta dura, costo de 100 USD) consta esta imagen, con una
caradura leyenda sobre fondo negro:
Es increíble esta
afirmación: “que hizo de él lo que es
hoy”. ¿Y qué es hoy el estero que resulta diferente de lo que era ayer?
Copio la parte correspondiente:
“Debe
destacarse, también, la enorme preocupación por recuperar integralmente el
Estero Salado, un brazo de mar proveniente de las aguas del Golfo de Guayaquil
que ingresa con muchas bifurcaciones al continente, y que lamentablemente, causaba
una alta contaminación.
Nebot tomó
la decisión de rehabilitarlo, y para lograrlo se dieron una serie de pasos,
advirtiéndose que su remedio era muy complejo y, por lo tanto, la solución
definitiva demandaría un buen tiempo, pues debieron definirse las mejores
alternativas y encontrar el necesario financiamiento.
Inicialmente
se determinaron las principales fuentes de contaminación (descargas de aguas
servidas domésticas y residuales industriales sin tratar, así como de desechos
sólidos de la población asentada en las riberas o espejo de agua), por lo que
con un préstamo del Banco del Estado, se realizaron los estudios y diseños
definitivos.
En fin, en
esta materia se trabajó intensamente y con la seguridad de que contaría
nuevamente con un Estero Salado totalmente recuperado y convertido en un sitio
turístico de especial interés para propios y extranjeros” (3).
Estos son cuatro párrafos
que demuestran una impactante capacidad para no decir nada. Es cosa de la fantasía
que sea el estero el que “causaba una alta contaminación”, cuando es
exactamente lo contrario, pues son a los esteros a los que se los ha contaminado
por la irresponsabilidad en el control de viviendas e industrias por parte de la
autoridad municipal (4). Es notable también
el uso de las conjugaciones verbales para aparentar una inexistente eficacia:
“debieron definirse” (¿no se definieron?) y “contaría nuevamente” (¿no cuenta
ya?) son sutiles maneras de evadir la mención del incumplimiento de la decisión
tomada por el alcalde de rehabilitar el estero, con la promesa implícita de
hacerlo de la mejor manera en un futuro incierto.
En limpio, sin embargo, lo
único que se tiene como afirmación de hechos por parte de esta historia oficial
es lo siguiente: 1) que el acalde
“tomó la decisión de rehabilitarlo”; 2)
que se “trabajó intensamente” para hacerlo; 3) que se realizaron “los estudios y diseños definitivos” para
ello. Pero en ejecución, nada.
En conclusión, hoy el estero, a pesar de la promesa de Nebot de recuperarlo (5), sigue igual de contaminado como lo estaba ayer. Sin embargo, en
ese libro tramposo pagado con nuestros impuestos se respira la dicha ficticia
de la eficacia en la recuperación del estero Salado. Esto, aunque
sólo se mencionan unos “estudios y diseños” que no han llevado a ninguna parte
en términos prácticos (salvo, quizá, a engrosar las cuentas de alguna
consultora ambiental).
En la “historia oficial”
del país de la fantasía que preside Jaime Nebot se tiene un estero rehabilitado,
cortesía de ese torpe redactor de ficciones que es el funcionario M. Hoyos.
(1)
’18 MAYO 2016 Enlace radial del Alcalde Jaime Nebot’, Alcaldía de Guayaquil,
YouTube, 18 de mayo de 2016 (30:43).
(2) El
Municipio es ineficaz porque su “modelo de desarrollo” es ineficaz desde su
diseño. Tómese el caso de las inundaciones en Guayaquil, una de las ciudades
más vulnerables del mundo a este fenómeno (más vulnerable todavía, en tanto
inconsciente de los riesgos). El modelo de desarrollo impulsado por la
administración de Jaime Nebot es construir obras de canalización que aumentan
la capacidad para conducir el agua. Según un informe técnico especializado que
la propia Alcaldía de Guayaquil solicitó a la Corporación Andina de Fomento
(CAF) y que tres expertos internacionales (el venezolano Abel Mejía Betancourt,
el brasileño Carlos Eduardo Morelli Tucci y el argentino Juan Carlos Bertoni)
elaboraron en junio del año 2013, esta opción de construcción cuesta alrededor
de US$7 millones por kilómetro cuadrado, mientras que las soluciones que
incorporan el uso de los recursos naturales a la planificación del crecimiento
urbano son mucho más eficaces, sustentables y económicas, porque se calcula que
cuesta alrededor de US$1 millón por kilómetro cuadrado. Sin lugar a dudas, la opción
aconsejada por los expertos internacionales es mejor, pero no es la opción que escoge
la Alcaldía de Guayaquil, porque su modelo de desarrollo busca beneficiar a las
empresas de construcción antes que beneficiar a los habitantes de la ciudad. Así,
una gran mancha gris es el mejor de los negocios para los empresarios amigos: v. 'La posibilidad de una ciudad verde', Xavier Flores Aguirre, 18 de enero de 2016. En
relación con el supuesto beneficio a los pobres: el alcalde Jaime Nebot ha
decidido, por sí y ante sí, sin que se lo discuta en lo más mínimo ni su
obediente Concejo Municipal ni en la durmiente opinión pública, que todos los
que viven detrás de una frontera que él arbitrariamente ha determinado (“al
oeste de la Sergio Toral”), donde exclusivamente viven personas en extrema
pobreza, no recibirán “ni un metro cuadrado de asfalto ni un metro de tubería
de alcantarillado” por parte de la administración municipal. Esta declaración
del alcalde releva de mayores comentarios: v. ‘Extrema y persistente desigualdad en Guayaquil’, Xavier Flores Aguirre, 13 de junio de 2016.
(3) Hoyos,
Melvin & Efrén Avilés, ‘El libro de
Guayaquil. Tomo IV. La revolución silenciosa’, s/e, s/f, p. 113.
(4) En
el relato histórico del ‘Libro de Guayaquil’ se determinaron las fuentes de
contaminación del estero (viviendas e industrias) pero la única respuesta que
se ha dado frente a ello es elaborar “estudios y diseños” (¡como los kikuyos!).
Como en otras áreas de su administración (la construcción de edificaciones,
p. ej.) las deficiencias para controlar la contaminación son generalizadas,
razón por la cual los esteros se mantienen podridos hoy tanto como lo estaban antes
del año 2000. Sobre la contaminación en el río Daule (de donde Guayaquil
obtiene su agua potable), el caso de Balsadud S.A. evidenció la falta de control
del Municipio de Guayaquil: dicha empresa no contaba siquiera con permiso
ambiental. Así las cosas, ¿cuántas de las industrias ribereñas del Daule lo
contaminan, mientras el Departamento de Ambiente incumple con sus obligaciones
de control? Si Guayaquil tuviera un periodismo responsable, lo sabríamos.
(5)
No sólo porque así consta en esta historia oficial del municipio (“Nebot tomó
la decisión de rehabilitarlo”) sino porque fue incluso una de sus promesas
hechas por el alcalde durante las primeras fiestas julianas que presidió (en julio
del 2001): ‘Promesas incumplidas (15 años después)’, Xavier Flores Aguirre, 25
de julio de 2016.
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