Un día como hoy, 15 de
agosto, se debería celebrar el aniversario 482 de la fundación de la ciudad de Guayaquil,
hecho que se verificó en las cercanías de la laguna de Colta. Guayaquil nació a
la vida jurídica en la serranía (eso implica el acto de su fundación), pero terminó ubicada un día incierto del año 1547 en el
cerro Lominchao (hoy, cerro Santa Ana) (1).
Su siguiente traslado se
decidió el año 1693, a lo que se conoció como “Ciudad Nueva”, la que coexistió
con la “Ciudad Vieja” (todavía asentada en el cerro Santa Ana) hasta que el
crecimiento de la ciudad terminó por volverlas a juntar. Julio Estrada Ycaza
ubica las cuadras originales de “Ciudad Nueva” en “un cuadrado de cinco cuadras
de frente (Luque a Colón) y cinco de fondo (Pichincha a Boyacá)” (2).
Las dos partes de la
ciudad se unieron, primero a través de un puente de 800 varas que cruzaba
cinco esteros, luego a través de un crecimiento que rellenó esos esteros y
otros más para avanzar como una mancha gris, arrasando con los recursos
naturales, contaminando el agua, enterrando los esteros, dañando las canteras y
podando árboles.
La falta de planificación
y la ineficacia en el ejercicio de los controles administrativos (ambientales y
de construcción) han sido características constantes en la historia de las
alcaldías de Guayaquil, sin importar que el partido en el poder haya sido el
roldosista o el CFP o el PSC, o cualquier otra tienda política. Desde que el
alcalde es escogido por votación popular (año 1947: primer alcalde, Rafael
Guerrero Valenzuela) las consecuencias de estas dos características (la falta
de planificación y la ineficacia en los controles) ha sido una ciudad cuyo
crecimiento es “peregrino y gris”: sin un norte claro (como no sea el favorecimiento,
al menos durante el casi cuarto de siglo de dominación de los socialcristianos,
a las empresas vinculadas al negocio de la construcción) y con mucho cemento,
rejas y segregación.
Esto no es para tomárselo
a la ligera: el informe técnico hecho con el auspicio de las Naciones
Unidas (proyecto RADIUS) arroja como resultado una ciudad vulnerable a los
terremotos; el informe técnico elaborado por expertos de la Corporación Andina de Fomento señala una ciudad vulnerable a
las inundaciones y que se desarrolla de una forma tal que gasta siete veces más
en implementar una solución ineficaz para prevenir las consecuencias de las
inundaciones (3).
Pero las consecuencias en
las personas son acaso las más graves. Aquellas produjeron gran asombro en David
Harvey, cuando visitó Guayaquil: “Entonces te preguntas qué tipo de mundo se
construye allí, en que la experiencia urbana de las personas queda secuestrada
tras estos muros, tienen un contacto casi nulo con personas de otras clases
sociales” (4).
Hay muchas cosas que deben
cambiar en Guayaquil, una ciudad que ha crecido en la dirección equivocada, al
amparo de ideas erróneas sobre su desarrollo, así como también sobre su origen (5). Una de esas cosas que debemos cambiar,
en relación con esto último, es empezar a celebrar la fundación de Guayaquil el
día que le corresponde: el 15 de agosto, puesto que fue ese día de hace 482
años (lo que se conoció por la ingeniosa investigación de un destacado
guayaquileño, Miguel Aspiazu Carbo) que empezó el peregrinaje de la que este
mismo hecho de su fundación en 1534 convierte en la segunda ciudad más antigua (fundada
por españoles) en el Sur de nuestra América, durante la conquista del Perú (6).
(1)
La alcaldía de Guayaquil, en los primeros años de administración de Jaime
Nebot, creó una Comisión compuesta por Alejandro Guerra, Ana Rodríguez de
Gómez, Efrén Avilés y Melvin Hoyos, que publicó un informe el año 2002 en el que determinó que “[e]l mariscal Diego de Almagro facultado por el gobernador
Francisco Pizarro fundó en Riobamba la ciudad de Santiago de Quito, hoy
Santiago de Guayaquil, el 15 de agosto de 1534”: ‘25 de julio: Guayaquil
celebra su fiesta patronal’, en: Calderón Chico, Carlos (comp.), ‘Guayaquil universal: Entre la literatura y
la historia’, Libresa, Quito, 2009, p. 107-108.
(2)
Estrada Ycaza, Julio, ‘Desarrollo
histórico del suburbio guayaquileño’, p. 19, en: ‘Revista del Archivo
Histórico del Guayas’, Año 2, Número 3, Junio de 1973, Guayaquil.
(3) De
acuerdo con el proyecto RADIUS (‘Herramientas de Evaluación del Riesgo para el
Diagnóstico de Zonas Urbanas contra Desastres Sísmicos’, por sus siglas en
inglés) “[e]l crecimiento no planificado de la ciudad es una de las principales
razones para que el riesgo se haya incrementado significativamente durante los
últimos años”; así, la vulnerabilidad de Guayaquil en caso de un terremoto se
da “por la vetustez de muchas edificaciones, el incremento de la construcción
informal con materiales pesados sin previsiones sísmicas, y la falta de
aplicación de código de diseño sismo-resistente”, v. Proyecto RADIUS, Vol. I,
Reporte Final a la Secretaría del IDNDR de las Naciones Unidas [Preparado por:
Jaime Argudo Rodríguez], p. 9. Por su parte, en materia de inundaciones, los
técnicos de la Corporación Andina de Fomento (en un informe que solicitó la
misma alcaldía) explicaron que Guayaquil es una ciudad vulnerable a las
inundaciones y que el modelo de desarrollo adoptado por la alcaldía de
Guayaquil es ineficaz para evitarlo. La construcción de obras que aumentan la
capacidad para conducir el agua (esto es, la alternativa escogida por la
alcaldía) cuesta alrededor de US$7 millones por kilómetro cuadrado, mientras
que las soluciones que incorporan recursos naturales a la planificación del
crecimiento de la ciudad son mucho más eficaces y sustentables que la
alternativa escogida por la alcaldía de Guayaquil, además de muchísimo más
económicas, pues cuestan alrededor de US$1 millón por kilómetro cuadrado: v.
Mejía Betancourt, Abel, Morelli Tuci, Carlos Eduardo, Bertoni, Juan Carlos
& Gabriel Cabezas Vélez, ‘La inundación de Guayaquil en marzo 2013’,
Opinión de Expertos Internacionales. Cooperación Técnica de la CAF, Informe
Gerencial, junio de 2013, p. 27.
(4) ‘David Harvey y la vía a Samborondón’, Xavier Flores Aguirre, 13 de diciembre de 2015.
Si bien el análisis de Harvey está referido a la vía a Samborondón, no es
difícil su extensión a otras áreas de la ciudad. Quien mejor ha sintetizado la
idea de Harvey es la argentina Leila Guerriero, quien en una crónica de
Guayaquil para el diario La Nación de su país de origen, registró la
figura de “El Gato”: v. Leila Guerriero, ‘Guayaquil: la regenerada’, Diario La
nación (Argentina), 2 de diciembre de 2007; mis comentarios al respecto: ‘El Gato’, Xavier Flores Aguirre, 11 de enero de 2009; ‘Felinas reflexiones’,
Xavier Flores Aguirre, 18 de enero de 2009.
(5) Esta
es la idea clave del informe de la CAF: “Guayaquil puede ser una ciudad líder
en la gestión verde, inclusiva y sustentable en América latina”, puesto que
ofrece “condiciones inmejorables para desarrollar soluciones integradas en el
diseño urbano que combine programas de viviendas, transporte, agua potable,
alcantarillado, drenaje, residuos sólidos y medios ambiente verde, inclusiva y
sustentable”, v. Mejía Betancourt, Abel, Morelli Tuci, Carlos Eduardo, Bertoni,
Juan Carlos & Gabriel Cabezas Vélez, ‘La inundación de Guayaquil en marzo 2013’, p. 31.
(6)
La primera ciudad fundada por los españoles fue San Miguel de Piura. La alcaldía
de Guayaquil quiso establecer el 15 de agosto de 1534 como fecha definitiva de
fundación, por intermedio de la Comisión antes citada. Sin embargo, la idea
languideció y terminó por desaparecer de la opinión pública. Una vez más, la
ineficacia de la Alcaldía de Guayaquil de llevar a cabo un propósito, puesta de
manifiesto.
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