Veinte años atrás

9 de mayo de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 9 de mayo de 2025. 

El documento “Compilación de observaciones finales del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales sobre países de América Latina y el Caribe (1989-2004)” sirve para retratar de cuerpo entero la pobreza institucional del Estado del Ecuador y su invariable incapacidad para estar a la altura de su retórica constitucional: donde la norma declara un derecho, la realidad ecuatoriana confirma que se trata de un fracaso. 

El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas es el organismo encargado de supervisar, a nivel mundial, el cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales por parte de los Estados que lo hayan suscrito y ratificado. El Estado ecuatoriano suscribió el Pacto el 29 de septiembre de 1967 y lo ratificó el 6 de marzo de 1969 (durante el último gobierno de Velasco Ibarra), pero el efecto de su entrada en vigor en la práctica fue nulo. 

La compilación del Comité publica dos informes de observaciones generales sobre el Ecuador, uno de 1990 y otro de 2004. Las observaciones que destaco son de junio de 2024 y ofrecen un retrato del Ecuador de veinte años atrás.

La sección ‘D’ de estas observaciones se titula “Principales motivos de preocupación”. Es una letanía de fracasos institucionales, que empieza con “la falta de independencia del poder judicial” y continúa hasta dibujar con trazos definitivos el retrato de un monstruo: la situación de discriminación que sufre la población indígena y la población afroecuatoriana, la falta de atención a las personas con discapacidad, la desigualdad entre hombres y mujeres, el alto desempleo, el insuficiente salario mínimo de los trabajadores y la falta de condiciones de higiene y seguridad para el desempeño de sus labores, las restricciones al derecho a la asociación y la promoción del trabajo precario, el déficit económico del IESS y su fallida universalidad, la “alta tasa de abusos sexuales, prostitución de menores de 18 años en las zonas urbanas, explotación de niños y la falta de una amplia estrategia para hacer frente a estos problemas”, la trata de menores, la violencia en el hogar generalizada y no tipificada como delito, el nivel creciente y persistente de pobreza, las malas condiciones y la escasez de vivienda, el desalojo forzoso de la población indígena de sus tierras ancestrales, la “escasa cobertura, la baja calidad y los insuficientes recursos” del sistema de salud pública, la alta tasa de analfabetismo y de deserción escolar, la desaparición de los idiomas indígenas… Finalmente, el Comité deplora (esta es la única vez que usa este verbo) el trabajo infantil. 

Son en total 23 párrafos y cuatro páginas para demostrar que el Estado del Ecuador es un verdadero monstruo institucional.

La siguiente sección de las observaciones se titula “Sugerencias y recomendaciones” y es donde el Comité pierde el tiempo explicándole al Estado ecuatoriano las medidas que tiene que adoptar para corregir el rumbo y empezar a satisfacer los derechos económicos, sociales y culturales de la población. Unas explicaciones que, el ecuatoriano tiene plena certeza de que a las autoridades del Estado, le entraron por una oreja y le salieron por la otra.

1809 y 1835

2 de mayo de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 2 de mayo de 2025.

En tiempos monárquicos, en 1809, quiso Quito no ser mandada desde Santafé, pero le impusieron quedarse bajo su mando. En tiempos republicanos, en 1835, quiso Quito ser mandada desde Bogotá (nombre republicano de la antigua Santafé), pero no la aceptaron. Opciones contradictorias, pero un único resultado: en ningún caso fue como quería Quito. Aunque al final, en 1835, Quito triunfó.

En 1809, Quito no buscó la independencia del Reino de España. Buscó una autonomía dentro del Reino (es decir, no estar Quito sometida al gobierno de Santafé) y la primacía de su gobierno sobre las provincias vecinas de Cuenca, Guayaquil y Popayán. La rebelión de 1809 acabó pronto, porque ninguna de las provincias vecinas aceptó la primacía de Quito. La guerrearon y la obligaron en octubre de 1809 a devolver el poder al Conde Ruiz de Castilla, autoridad de quien lo habían usurpado el 10 de agosto.

En 1835, las antiguas provincias de Cuenca, Guayaquil y Quito fundaron una república independiente (no fue un ente de menor rango adscrito a la República de Colombia, como era en la Constitución del Estado del Ecuador de 1830). La Constitución de 1835, aprobada por la convención nacional que reunió a los representantes de las tres provincias en Ambato entre junio y agosto de 1835, en su artículo 1 estableció: “La República del Ecuador, se compone de todos los ecuatorianos, reunidos bajo un mismo pacto de asociación política”. Esta unión fue el fruto de la paz.

Pero antes de la paz, hubo guerra (si vis pacem, para bellum). Se enfrentaron en 1834-1835 el ejército de la Costa (Guayaquil), cuyo jefe supremo era Vicente Rocafuerte, contra el ejército de la Sierra (Cuenca y Quito, con la capitanía de esta última) y venció el ejército de la Costa, comandado por quien había sido presidente del “Estado del Ecuador en la República de Colombia” (1830-1834), el general Juan José Flores. 

Tras el triunfo de Guayaquil en la guerra civil, los perdedores declararon la muerte del Estado del Ecuador y decidieron unirse a un territorio (en 1835 denominado Nueva Granada) del que habían tratado de desunirse en 1809. Que el triste desenlace lo cuente un historiador quiteño, Salvador Lara, que informa que los quiteños cayeron “en el absurdo de proclamar la muerte del estado ecuatoriano […]. En Tulcán, presididos por el general Matheu, decretaron la anexión a Nueva Granada; el odio político les llevó a traicionar sus ideales de siempre: la autonomía de Quito”. Mandaron un delegado a Bogotá, pero pasó la vergüenza de ser rechazado.   

Guayaquil venció en la guerra civil, pero al final triunfó Quito. Cuando se reunió la convención de Ambato en 1835, Quito fue designada la capital de la naciente República del Ecuador (fundada el 13 de agosto). Así, Quito obtuvo esa primacía que buscó en 1809 (al querer desprenderse del virreinato de la Nueva Granada) y a la que había renunciado en 1835 por su deseo de someterse a la primacía de otro (al querer integrarse a la República de la Nueva Granada). 

Y así, tras la convención de Ambato, Quito triunfó. Obtuvo finalmente la primacía que tanto anheló obtener en 1809 sobre sus antiguas provincias vecinas (menos Popayán, que pasó a Colombia) con las que formó parte de un reino europeo.

Los gemelos

25 de abril de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 25 de abril de 2025.

Habían pasado tres constituciones, las de 1843, 1845 y 1851, sin que en el Ecuador se pudiera realizar una transición presidencial con arreglo a la Constitución. Desde la transición de Vicente Rocafuerte a Juan José Flores en 1839, bajo el imperio de la Constitución de 1835 adoptada en Ambato, ello no ocurría. Volvió a ocurrir en 1856, bajo el imperio de la Constitución de 1852 adoptada en Guayaquil, que fue la sexta promulgada desde la fundación del Estado en Riobamba en 1830. 

La transición presidencial de 1856 entre el general pillareño José María Urbina y el general guayaquileño Francisco Robles fue apenas la segunda exitosa (es decir, arreglada a normas constitucionales) en más de 25 años de vida del Ecuador. Un testimonio de la inestabilidad política del país es que en todo el siglo XIX, transiciones presidenciales exitosas volvieron a ocurrir con el traspaso del poder ejecutivo de Caamaño a Flores en 1888 y de Flores a Cordero en 1892 (en total durante el siglo XIX se promulgaron once constituciones).  

A los generales Urbina y Robles se los conocía como “los gemelos” por su afinidad. La transición del poder ejecutivo de 1856 entre estos militares fue singular, pues la Constitución de 1852 es la única (de las seis primeras con elección indirecta) que estableció una elección indirecta de las autoridades, pero no por una elección de la asamblea nacional, sino por la elección de asambleas populares (por 900 representantes).

El liberal Robles ganó con 514 de esos votos. Empezó a gobernar el 16 de octubre de 1856. El vicepresidente para el período 1856-1860 fue el lojano Jerónimo Carrión.

Como la mayoría de los gobernantes ecuatorianos durante el siglo XIX, Robles no concluyó su período constitucional. En su gobierno ocurrió el bloqueo naval del Perú al golfo de Guayaquil por unas disputas sobre territorios en la Amazonía y el país entró en una vorágine de violencia, que derivó en el cambio de la capital a Guayaquil, en la proclamación de cuatro gobiernos (incluido uno en Loja) y en una guerra civil que se resolvió con el triunfo de una fuerza armada comandada por un Padre de la Patria, el general venezolano Juan José Flores.

El primer pronunciamiento en contra de la presidencia de Francisco Robles ocurrió en una Quito resentida por la mudanza de la capital, el 1 de mayo de 1859. Suscribía este pronunciamiento de Quito un triunvirato presidido por un guayaquileño, Gabriel García Moreno, figura estelar del conservadurismo patrio. Otro miembro del triunvirato era el vicepresidente (tránsfuga) Jerónimo Carrión. García Moreno se convirtió en el político más determinante de la época, hasta su asesinato en 1875.

En septiembre de 1859, “los gemelos” salieron al exilio. Conspiraron juntos contra García Moreno, volvieron al Ecuador tras su asesinato en 1875 y participaron en la revolución septembrina de 1876, auspiciada por el cabildo de Guayaquil y capitaneada por el general quiteño Ignacio Veintemilla. Participaron en las batallas, ganaron y formaron parte de un nuevo gobierno de charreteras. Cuando Urbina y Robles se decepcionaron de las trapisondas de Veintemilla, se retiraron de la política.

Ambos murieron en Guayaquil. Urbina en 1891, Robles en 1893.

Bolívar y los ecuatorianos

18 de abril de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 18 de abril de 2025.

Cuando se fundó el Estado del Ecuador en septiembre de 1830, el Congreso Constituyente reunido en Riobamba se preocupó de exaltar la figura del general venezolano Simón Bolívar.

El 17 de septiembre, los constituyentes “del Estado del Ecuador en la República de Colombia” (veinte varones blancos, o tenidos por tales) expidieron un decreto, cuyo primer artículo era el siguiente: “El Estado del Ecuador proclama al Libertador Simón Bolívar Padre de la Patria y Protector del Sur de Colombia”. 

En los artículos siguientes, el decreto de los constituyentes ofrecía a Bolívar “eterna memoria y eterna gratitud a sus beneficios inmortales” (Art. 2), decorar las salas públicas de justicia y de gobierno con su retrato (Art. 3) y celebrar el aniversario de su nacimiento como fiesta nacional (Art. 4). El Libertador murió tres meses exactos después de este homenaje de los ecuatorianos.

Bolívar, sin embargo, no fue recíproco con el aprecio que le profesaron los ecuatorianos. El general venezolano Juan José Flores le dirigió una carta a Bolívar, suscrita el 10 de septiembre de 1830, en la que le informó acerca del deseo de independencia del Distrito del Sur de Colombia. Por respuesta, Bolívar le dirigió una carta a Flores, suscrita el 9 de noviembre, en la que le indicó, primero, que ese pueblo que anhelaba su independencia “está en posesión de la Soberanía y hará de ella un saco, o un sayo, si mejor le parece”. Así que lo autorizaba a Flores a proceder a gobernarlo por su cuenta. 

Pero en seguida le advertía a Flores que ni él, ni Bolívar, “ni nadie sabe la voluntad política. Mañana se matan unos a otros, se dividen y se dejan caer en manos de los más fuertes o más feroces. Esté V. cierto, mi querido General, que V. y esos Jefes del Norte van a ser echados de ese país”. Esta advertencia de Bolívar se cumplió con el triunfo de la revolución marcista, que lo sacó a Flores al exilio en 1845.

La parte de esta carta del 9 de noviembre de 1830 que no se correspondió con el aprecio que le profesaron los ecuatorianos ocurre cuando Bolívar describe sin piedad a esta composición de quiteños, guayaquileños y cuencanos que se querían llamar “ecuatorianos” por forjar un Estado: “¡qué hombres! Unos orgullosos, otros déspotas y no falta quien sea también ladrón, todos ignorantes, sin capacidad alguna para administrar”. Una descripción que, en rigor, el Ecuador no ha logrado desmentir casi en ningún momento de su rocambolesca historia.

A mayor abundamiento, Bolívar había dejado en claro lo profundo de su desprecio y el tenor de sus preferencias en una carta dirigida a Francisco de Paula Santander unos años antes, en enero de 1824: “Yo creo que he dicho a Vd., antes de ahora, que los quiteños son los peores colombianos. […] Los quiteños y los peruanos son la misma cosa: viciosos hasta la infamia y bajos hasta el extremo. Los blancos tienen el carácter de los indios, y los indios son todos truchimanes, todos ladrones, todos embusteros, todos falsos, sin ningún principio de moral que los guíe. Los guayaquileños son mil veces mejores”.

Así, el Ecuador lo apreciaba a Simón Bolívar, pero el “Padre de la Patria” ecuatoriana nos consideraba (en especial, a los quiteños) sus peores hijos. 

De enero de 1842 a enero de 1942

11 de abril de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 11 de abril de 2025.

En enero de 1842, el expresidente Vicente Rocafuerte, que en ese tiempo era el Gobernador de la Provincia de Guayaquil, acaso podía pensar en un futuro brillante para la República del Ecuador que él contribuyó a fundar en agosto de 1835 y de la que fue su primer presidente constitucional entre agosto de 1835 y enero de 1839.

Tras vencer en una guerra civil entre los ejércitos de las jefaturas supremas de la Costa y de la Sierra, Vicente Rocafuerte, jefe supremo de la Costa, convocó a una convención nacional, que se reunió en Ambato entre junio y agosto de 1835. Dicha convención nacional aprobó la primera Constitución de la República del Ecuador y designó a Rocafuerte su presidente. Él gobernó su período presidencial completo y le entregó el poder a su sucesor, el general venezolano Juan José Flores, en la forma dispuesta por la Constitución. A enero de 1842, Flores seguía gobernando de forma regular.

Entonces: el mes de enero de 1842 el Estado del Ecuador tenía una Constitución moderna, gobiernos que parecían ser estables y un territorio de alrededor de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados que era limítrofe con el Imperio del Brasil. A Vicente Rocafuerte pudo parecerle que el Ecuador era una tierra promisoria para la prosperidad.

Si el Gobernador Rocafuerte abrigó aquel pensamiento, la realidad no tardó en imponerse. Primero, la fiebre amarilla asoló a Guayaquil desde septiembre de 1842. A mes seguido, en octubre, el presidente en funciones, Juan José Flores, dio el primer autogolpe de Estado y devino en dictador. En 1843, una nueva convención nacional aprobó una Constitución y designó presidente a Flores para que gobierne por un período de ocho años. Rocafuerte motejó a esta Constitución como la “Carta de la Esclavitud”. 

En 1845 triunfó una revolución, desconoció a la “Carta de la Esclavitud” y mandó al exilio al presidente Flores. En 1847 murió Rocafuerte en Lima. Tras estos agitados primeros años, la situación auguraba que la ilusión de la República del Ecuador como tierra promisoria para la prosperidad no sería más que una quimera.

La historia de la República del Ecuador lo confirmó. Se sucedieron constituciones y golpes de Estado, una errática política diplomática y la derrota en una guerra con el Perú que empezó en julio de 1941. Unos meses después, en enero de 1942, en la conferencia de Río de Janeiro, el representante ecuatoriano, Julio Tobar Donoso, firmó el Protocolo que redujo el territorio de la República del Ecuador a los aproximadamente 280.000 kilómetros cuadrados que actualmente tiene. 

Así, entre enero de 1842 y enero de 1942, la República del Ecuador perdió alrededor de un millón de kilómetros cuadrados de territorio y resignó su vecindad con el Brasil (único país en haberla tenido y haberla perdido). Perdió toda guerra en la que participó y tuvo igual número de Constituciones (11) que períodos presidenciales concluidos (11). Se dice que en la conferencia de Río de Janeiro el representante del Brasil, Oswaldo de Aranha, le espetó a Tobar Donoso: “aprendan a ser país, y luego reclamen sus derechos”.   

Entre enero de 1842 y enero de 1942 pasaron cien años, una ilusión se convirtió en quimera y nunca aprendimos a ser país. 

Breve historia de la autonomía ecuatoriana

4 de abril de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 4 de abril de 2025.

La República del Ecuador (su plena autonomía) empezó el 13 de agosto de 1835, el día que el presidente Rocafuerte promulgó una Constitución cuyo artículo 1 decía: “La República del Ecuador, se compone de todos los ecuatorianos, reunidos bajo un mismo pacto de asociación política”. 

La Constitución de 1830, por oposición, suponía que la República de Colombia iba a contener el Estado del Ecuador como parte de una confederación, por eso su artículo 2 decía: “El Estado del Ecuador se une y confedera con los demás Estados de Colombia para formar una sola Nación con el nombre de República de Colombia”. 

En 1830 el Ecuador era un Estado entre muchos que conformarían (cosa que jamás ocurrió) una República. En 1835, el Ecuador empezó a ser una República por sí misma. Por eso, en agosto de 1835 se fundó la República del Ecuador, la última de las repúblicas surgidas de la derrota del Reino de España en la América del Sur.  

Pero la historia de la lucha por la autonomía del territorio empezó en otro agosto, el de 1809. Durante los años de dominación española, el territorio que hoy compone el Ecuador siempre estuvo supeditado a decisiones de una autoridad americana superior, en un primer momento, en el Virreinato del Perú, después, en el Virreinato de Nueva Granada.

El 10 de agosto de 1809 en Quito se desconoció la autoridad de un rey ilegítimo de España, auspiciado por Napoleón, a la usanza de lo hecho en 1808 por la Junta de Asturias. Uno de los más conspicuos revolucionarios, Rodríguez de Quiroga, enfatizó los aires de familia entre la Junta de Quito y la Junta de Asturias: “Puesto que Quito era uno de los reinos del monarca tenía tanto derecho como Asturias para establecer una junta de gobierno”. Quito aspiraba a una autonomía, pero dentro de la Monarquía Católica.

El episodio de la lucha autonomista de Quito se clausuró con el fusilamiento de los últimos patriotas por las tropas españolas en diciembre de 1812. A diferencia de su antecedente, el siguiente episodio autonómico dejó atrás a la Monarquía Católica. La gesta del 9 de octubre de 1820 en Guayaquil significó el tránsito del régimen monárquico al régimen republicano, es decir, a un gobierno independiente que nombraba a sus autoridades bajo el principio de la soberanía popular. Fue un giro copernicano, frente a la situación anterior en que se aplicaba el principio de soberanía divina. 

Pero la experiencia de república independiente en Guayaquil se acabó en julio de 1822, cuando las tropas colombianas presididas por el general Bolívar anexaron la ciudad a la República de Colombia. En Colombia, la Provincia de Guayaquil pasó a denominarse Departamento de Guayaquil, que en conjunto con otros dos departamentos (Ecuador y Azuay) conformaron el Distrito del Sur de Colombia. 

Este Distrito del Sur es el que se separó de Colombia en mayo de 1830 para crear, tras la promulgación de una Constitución en septiembre de ese año, un Estado del Ecuador que seguía perteneciendo (ilusoriamente, un delirio con prosa constitucional) a la República de Colombia. No se creía, ese Estado, digno de una plena autonomía. 

Plena autonomía que finalmente se concretó el 13 de agosto de 1835, cuando Rocafuerte promulgó la Constitución.

La muerte del Estado del Ecuador

28 de marzo de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 28 de marzo de 2025.

La primera guerra civil ecuatoriana (1834-1835) enfrentó a los tres departamentos del novel Estado del Ecuador. El departamento del Guayas, bajo la jefatura suprema del guayaquileño Vicente Rocafuerte, enfrentó a los departamentos del Azuay y Quito, bajo la jefatura suprema del lojano José Félix Valdivieso. Sus ejércitos se enfrentaron en Miñarica, en enero de 1835. 

Ganó el Guayas. Los del bando perdedor, algunos de ellos reunidos en Quito para participar en una convención nacional que iba a reemplazar la Constitución de 1830, tomaron rumbo al Norte. En Tulcán, proclamaron la muerte del Estado del Ecuador. Algunos siguieron rumbo a la Nueva Granada, a Popayán, donde se establecieron y fundaron un periódico semanal que se llamó “La voz del Ecuador”. Allí se justificó la agregación del territorio del Estado del Ecuador a la República de la Nueva Granada (nombre de la República de Colombia entre 1831 y 1858), de donde el Ecuador se había segregado en 1830. 

Un hecho importante: en 1832, el Ecuador y la Nueva Granada firmaron el Tratado de Pasto, a consecuencia de la guerra del Cauca y de la derrota que sufrió en ella el Ecuador. Por tanto, los límites entre los Estados se fijaron donde lo quiso la Nueva Granada y se privó al Ecuador de su soberanía sobre territorios con los que la Sierra Centro-Norte (en especial, su capital Quito) había tenido estrechos vínculos por siglos.

Cobra sentido la justificación que los exiliados que habían proclamado la muerte del Ecuador ensayaron en “La voz del Ecuador”, en su segunda publicación fechada 13 de abril de 1835. Ellos descartaron que la propuesta de agregación haya estado motivada por el terror o el miedo, y atribuyeron la disolución del Ecuador y su agregación a la Nueva Granada como el fruto de la voluntad de la comunidad política. 

Bajo el título “Incorporación del Estado del Ecuador al de la N. Granada” se escribió que esta propuesta de agregación era “obra espontánea de los diputados en perfecta conformidad con el voto de los ciudadanos sus comitentes”, pues “estaban estos suficientemente instruidos por esperiencias harto funestas para su prosperidad desde 1830 en que se separaron de la república, de que no poseían todavía los elementos necesarios con que debe contar un Estado que quiere constituirse independiente”. Y se preguntaba: “¿Cómo había de querer sostener su independencia un Estado sin rentas?”.

Para la Sierra Centro-Norte ser parte de la Nueva Granada era una recuperación de sus estrechos vínculos con los territorios al Norte (el departamento del Cauca, cuya capital era Popayán) que les había cercenado el Tratado de Pasto. Un quiteño, Roberto Ascázubi, fue el comisionado para ir a Bogotá para obtener la aprobación del gobierno neogranadino de la agregación del Estado del Ecuador a su territorio.

El historiador quiteño Jorge Salvador Lara describió el triste desenlace de esta historia: “el odio político les llevó a traicionar sus ideales de siempre: la autonomía de Quito. Don Roberto Ascázubi, comisionado para ello, pasó por la vergüenza de que el gobierno de Bogotá rechazase tal acta”.

Los tres departamentos se volvieron a reunir en la República del Ecuador que se fundó el 13 de agosto de 1835.

Capital Riobamba

21 de marzo de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 21 de febrero de 2025.

En sus orígenes, el Estado del Ecuador se pudo organizar de una manera distinta. Y tal vez mejor, a efectos de la gobernanza del territorio.

En 1830, el naciente Estado del Ecuador pretendió ser la reunión de cuatro departamentos que integraron la República de Colombia: Cauca (en el distrito del centro), Quito, Cuenca y Guayaquil (en el distrito del sur). A la convención nacional que fundó el Estado en 1830, celebrada en Riobamba, sólo asistieron los representantes del distrito del Sur.

Pero el 20 de diciembre de 1830, el presidente del Estado del Ecuador en ejercicio del poder desde septiembre, Juan José Flores, decretó la anexión del departamento del Cauca al Estado que él gobernaba. Al año siguiente, el 7 de octubre, el primer congreso ordinario del Ecuador, en comunión con lo decidido por el presidente, aprobó una ley que anexaba el departamento del Cauca al Estado del Ecuador. 

Pero la idea de sumar los territorios al Norte del río Carchi (el límite Sur del distrito del centro) se perdió para siempre tras la guerra con Colombia que concluyó con la firma del Tratado de Pasto el 8 de diciembre de 1832 y que mató el sueño de reunir a los cuatro departamentos. El departamento del Cauca quedó donde Colombia (en esa época: Nueva Granada) quería. 

Los tres departamentos que quedaron, como lo especificó uno de los veinte varones que se reunieron en la primera convención nacional de 1830, José Joaquín Olmedo, se encontraban en una “reunión accidental” y por eso ningún departamento tenía primacía sobre otro y todos participaban en las cámaras de representantes y en los senados con igual representación (así funcionó hasta la Constitución de 1861). Esta convención otorgó el 21 de septiembre de 1830 por decreto la capitalidad del nuevo Estado a Quito, sede de una antigua audiencia española.

A partir de la pérdida de las aspiraciones a los territorios del Norte en 1832, Quito perdió la posibilidad de ser un gobierno central (quiero decir: ubicado en un centro aproximado, como en los tiempos en que fue sede de una audiencia) para el territorio del Estado del Ecuador. La derrota en la guerra con Colombia la convirtió en una capital excéntrica para el resultante territorio.  

En la convención nacional de 1835 que parió una república, celebrada en Ambato, se discutió si la capital del Estado del Ecuador debía ser Riobamba. Tenía la misma lógica que tenía Quito para su territorio audiencial en los tiempos de la dominación española: Riobamba era céntrica para el territorio del Estado tras el Tratado de Pasto. Tenía un timbre de orgullo por haber sido la sede de la convención que originó el Estado del Ecuador y se situaba equidistante a las capitales de los departamentos (que fue la razón por la que los venezolanos Flores y Febres-Cordero escogieron a Riobamba como sede de la convención nacional de 1830). 

La elección de Riobamba como capital del Ecuador era un idóneo diseño institucional para desactivar la primacía administrativa de una de las tres capitales departamentales y recuperar la centralidad para una administración más eficaz del Estado.  

La moción para debate la presentó un diputado por Chimborazo, Uscátegui. Se suspendió el debate y jamás se lo retomó. 

¡Pobre ciudadano!

19 de marzo de 2025

Este problema es cortesía de Carondelet y de los empleados de su bar (primer piso del saloon de la democracia ecuatoriana).

El problema: Algunas personas (indeterminadas, debo decir: hipotéticas*) son sometidas a presiones por los GDO para votar por una tendencia política opuesta a la del partido de gobierno. Esta situación es muy mala para estas personas, porque si no cumplen con lo exigido por los integrantes de los GDO podría existir alguna consecuencia violenta en su perjuicio. 

Entonces, ¿qué debería hacer el gobierno del Ecuador frente a este problema?

Debería hacer lo dispuesto por la Constitución. Es decir, intentar el siguiente escenario:

Escenario 1 (gobierno respetuoso de la dignidad de sus habitantes): 

El Estado ataca la raíz del problema. Si hay habitantes de su territorio sometidos a este tipo de presiones, este Estado va a perseguir a quienes cometen estas presiones en contra de unos inocentes. Un Estado respetuoso de los derechos de los inocentes haría una inteligencia a fin de hallar a quienes están detrás de estas presiones a las personas y delimitaría el ámbito de acción de los agresores. Así, en el evento de que hubiese que establecer alguna restricción a la libertad de las personas, ésta se la haría de la forma que menos afecte a las personas que no se hallan involucradas en estos hechos (que somos la gran mayoría de ecuatorianos).

Pero, ¿qué hace el gobierno del Ecuador frente a este problema?

Hace lo que le conviene para eliminar controles en el escrutinio de la segunda vuelta. Es decir, el siguiente escenario:

Escenario 2 (gobierno que utiliza a sus habitantes para sus propios fines): 

El Estado no ataca la raíz del problema, ataca a sus propios habitantes. Si hay habitantes de su territorio sometidos a este tipo de presiones por los GDO, la acción del Estado se ha enderezado a empeorar su situación, pues le impone una presión adicional a esta persona cuando establece una sanción de hasta 32.900 usd por tomar una foto y cumplir con la presión de los GDO. 

Es decir, desde el gobierno se ha detectado un problema (que hay personas sometidas a presiones por los GDO) y su respuesta es ahondar el problema y joder a esta pobre persona que, después de la intervención del Estado, tiene dos opciones: o sufrir alguna consecuencia indeseable a manos de los GDO (tal vez hasta la muerte), o sufrir una consecuencia indeseable a manos del Estado (pagar casi 33.000 usd). El poder de los GDO y el poder del Estado, operando como las tenazas para oprimir a un pobre ciudadano.

Si ocurre que en vez de atacar a los grandes (que son, además, los causantes del problema), ocurre que se ataca al pequeño (quien es, además, la víctima del problema), entonces estamos frente a un gobierno de canallas, bajo el mando de un sociópata.  

*

* El gobierno no ha demostrado en los informes de sustento para la adopción de esta medida aprobada por los empleados del bar del CNE (sobre ese bar y su cúmulo de arbitrariedades, v. La democracia ecuatoriana es un saloon (p. 2)) ni la existencia de los perpetradores de este específico delito, ni la existencia de sus víctimas. Esta es una restricción que se pretende aplicar a más de diez millones de ecuatorianos y que ha sido establecida a punta de informes de la Fuerza Pública genéricos y serviles a las arbitrariedades del gobierno. 

El invierno de Campoverano

15 de marzo de 2025

La canciller Gabriela Sommerfeld no atina una. Ella organizó una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Cuenca (la vigésimo novena) y pensó que iba a tener una asistencia pobre, de apenas 11 jefes de Estado y de Gobierno. Esto ya estaba mal, porque se proyectaba la más baja asistencia a una cumbre iberoamericana desde su creación el año 1991. 

Pero fue mucho peor. No vino es nadie. Apenas un tocayo de ese garito llamado Andorra y el decorativo rey español. Pero de América, nadie. Total ninguneo. Sommerfeld quedó para la risa.

Pero ahí sigue ella, gestionando (¿gestionando?) las relaciones diplomáticas, con su look de villana de caricatura. Y su sordera.

Hablemos de inutilidad, Sommerfeld. Mejor tómate un Aerogal rumbo al olvido.

La democracia ecuatoriana es un saloon (p. 2)

14 de marzo de 2025

En el saloon de la democracia ecuatoriana, el TCE (v. p. 1) ocupa el segundo piso. En el primer piso está el CNE. Es decir, el bar propiamente dicho.


Welcome to Elecciones 2025


Su actuación de ayer fue digna de un convivio cervecero. Por una resolución, tres del bar CNE crearon una norma que restringe la libertad de 13.732.194 de votantes habilitados en el Ecuador para la segunda vuelta so pena de una sanción de hasta 32.900 dólares USD.

Lo primero: el CNE es un órgano administrativo y la creación de una disposición que contenga una infracción tiene reserva de ley*, es decir, sólo la puede crear la Asamblea Nacional (esto, por una razón muy obvia: las infracciones sólo las pueden tipificar unos representantes elegidos por millones de votantes, no tres empleados de un bar).

Y en su borrachera de poder, el CNE no establece cualquier sanción para su inventada infracción. Establece una falta grave, que puede ser sancionada con una multa desde 9.870 dólares USD (21 salarios básicos) hasta 32.900 dólares USD (70 salarios básicos), destitución (si es un funcionario) y/o suspensión de derechos de participación desde dos hasta cuatro años. Es decir, por tomar una foto, un ciudadano inocente podría pagar casi seis veces más que Mayra Salazar por haber participado (con condenada ejecutoriada y cumplida) del delito de delincuencia organizada en el caso Metástasis (pagó una multa de 5.520 dólares USD). De tan desproporcionada, la resolución aparece como estúpida.

La resolución del CNE no cuenta con base legal, ni tampoco con base fáctica. No se presenta por el CNE ninguna sola evidencia que respalde el vínculo entre las fotos de los votos y las presiones de los GDO, ni tampoco porqué esa presión afecta con igual intensidad en todo el territorio nacional. Es decir, sin hechos de respaldo, se restringe el uso de un objeto personal a más de diez millones de personas. Si existieran dichos hechos (digamos, por elemental que parezca: una necesidad real), esto se circunscribiría a los sectores problemáticos (porque estarían identificados y no serían un simple supuesto) y no se afectaría a la gran mayoría de personas. Pero no hay ninguna evidencia. Se ha actuado así porque lo ordenó Carondelet (digamos: los dueños del bar). Nuevamente, de tan desproporcionada, esta resolución aparece como estúpida. 

Y, finalmente, ¿Por qué, si el problema es el envío de fotos por los votantes, esto se aplica a los integrantes de las Juntas Receptoras del Voto? En esto último, se les nota la verdadera intención a los del bar. No es garantizar la pureza del voto, es disminuir los controles para hacer un posible fraude. Noboa quiere ser el vengador de su papá. Y en este saloon, su capricho es ley.

En el saloon de la democracia ecuatoriana se despacha harta cerveza y whisky de mala calidad. Y la camarera es Diana Atamaint. El bartender, obvio, es Pita. El otro que votó a favor, las cosas de limpieza.

* De acuerdo con la Constitución, una garantía básica del debido proceso es la siguiente: “Nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un acto u omisión que, al momento de cometerse no esté tipificado en la ley como infracción penal, administrativa, o de otra naturaleza” (Art. 76 núm. 3).

La primera Constitución y los indígenas

            Publicado en diario Expreso el viernes 14 de marzo de 2025.

Una explotación intensa y sistemática a los indígenas: esto fue lo que produjo la primera Constitución que rigió en el territorio del Estado ecuatoriano.

En 1830, la primera Constitución que se aprobó en Riobamba el 11 de septiembre por veinte varones adinerados (ningún indígena, por supuesto) decía en su artículo 11 que era un derecho de los ecuatorianos la “igualdad ante la ley”, pero en su artículo 68 establecía una clara desigualdad: “Este Congreso Constituyente nombra a los venerables curas párrocos por tutores y padres naturales de los indígenas, excitando su ministerio de caridad en favor de esta clase inocente, abyecta y miserable”. 

Este trato diferenciado que la norma fundamental estableció para los indígenas, en el marco de una supuesta igualdad, los situaba aparte de la naciente “ecuatorianidad” que postulaba la Constitución de 1830 (pues en la república siguen siendo percibidos por la élite política como los conquistados del territorio). Por eso la Constitución de 1830 consideró a los indígenas en situación de capitis deminutio y nombró como su tutor y su padre natural a “curas párrocos” de ese pilar fundamental de la conquista y la dominación española: la iglesia católica. 

La primera Constitución estableció que en el Estado del Ecuador había un único ministerio, que lo ocupó el lojano José Félix Valdivieso Valdivieso, el primer ecuatoriano (un natural del territorio de la Audiencia de Quito) que fue designado para el ejercicio de un cargo público en la Función Ejecutiva (tras el Presidente y el Secretario General, cargos ambos ocupados por venezolanos). Valdivieso era hijo de una Valdivieso Valdivieso, y estaba casado con otra Valdivieso. Según un registro de la época, era el propietario de 34 haciendas, repartidas a lo largo del callejón interandino. (Endogamia y grandes fortunas: una fórmula socorrida en la élite de la Sierra ecuatoriana.)

El primer informe del ministro Valdivieso listó cuatro fuentes de riqueza para el Ecuador que nació en 1830: los productos agrícolas, la minería, la industria y, de manera singular, a los indígenas.

Es decir, los indígenas eran ecuatorianos, pero a efectos de sostener la administración pública del Estado. Ese mismo Estado que los colocaba bajo el control de los curas católicos, les cobraba a los indígenas un tributo (la llamada “contribución especial de indígenas”) de tres pesos y cuatro reales, que se debía pagar en junio y diciembre de cada año por el solo hecho de ser indígena. Esta “contribución especial” subsistió hasta el año 1857.  

El ministro Valdivieso firmó una circular el 18 de noviembre de 1831, por la que obligaba a los indígenas “a cumplir religiosamente con las calidades del concierto”, es decir, a cumplir con el trabajo forzado en las haciendas. El naciente Ecuador organizaba su territorio para la mayor explotación de uno de sus recursos.

Así, la creación del Ecuador en 1830 avanzó hacia una explotación más intensa y sistemática de los pueblos sometidos por la conquista del siglo XVI, a mayor beneficio de un Estado que en 1830 excitaba el “ministerio de caridad” de los curas a favor de esta “clase inocente, abyecta y miserable”.

Esto es nacer con las pesadas losas del pasado encima.

La democracia ecuatoriana es un saloon (p. 1)

13 de marzo de 2025

El rol del Tribunal Contencioso Electoral es el de sheriff de la democracia, siendo que la democracia en el Ecuador es lo más parecido a un saloon del viejo Oeste con el sheriff bebiendo cerveza y eructando sentencias.

En un proceso de consolidación del desprecio que la clase política siente hacia los votantes que participan de esta democracia/saloon, los jueces del TCE han adquirido la facultad de destituir a las autoridades que habiendo sido elegidas por la voluntad popular, se han posesionado del cargo y se encuentran ejerciéndolo. Es decir, un puñado de personas (total: cinco bebedores de cerveza en el saloon) pueden desconocer (burlarse de, cagarse de risa con) lo que miles, cientos de miles, o millones de personas han votado en procesos electorales que costaron millones de dólares. A esto hemos llegado, y en el Ecuador a nadie le llama la atención que se pueda actuar de una manera tan contra-mayoritaria. Se ha normalizado desconocer (burlarse de, cagarse de risa con) lo que miles, cientos de miles, o millones de personas decidieron. 

Y en el Ecuador se cree (por la clase política y los serviles medios de comunicación masivos que son sus damas de compañía en el saloon) que, como la ley lo dice, esto está bien. Lo que haya decidido el pueblo en elecciones importa, así, un rábano, un Saquicela, un carajo. 

¿El vengador?

10 de marzo de 2025

En 1998 le robaron la elección a Álvaro Noboa, en un contubernio entre DP y PSC. Este diálogo de Marcelo Dotti (exPSC) con el Vivanco de La Posta (pariente del Vivanco DP que en aquella época presidía el Tribunal Supremo Electoral) explica bien el robo de la presidencia:

- Vivanco: ‘¿Y la DP manejaba los votos?’

- Dotti: ‘Mire, Álvaro Noboa perdió la presidencia el ‘98 porque le robaron.’ (Las dos últimas palabras dichas con énfasis).

- Vivanco: ‘Hable serio, ahí el presidente del tribunal era medio primo de mi papá, Patricio Vivanco.’

- Dotti: ‘Mi buen amigo.’

- Vivanco: ‘Es una persona que yo considero y quiero.’

- Dotti: ‘Patricio Vivanco Riofrío. No se enoja, ¿no, usted?’.

- Vivanco: ‘No, no, no.’

- Dotti: ‘Ya.’

- Vivanco: ‘Dice que Patricio le… que Patricio hizo la huevadilla.’

- Dotti: ‘Patricio un hombre muy inteligente.’ (Dicho sonreído).

- Vivanco: ‘Una cosa es ser inteligente…’

- Dotti: ‘Y era el hombre de Mahuad en el Tribunal Supremo Electoral.’

[1:14:09-1:14:38]

A Álvaro Noboa le robaron la elección. Volvió a participar, llegó a otras dos segundas vueltas, estuvo dos veces más. Cinco candidaturas en total, en todas perdió. Su hijo lo intentó en su reemplazo (porque su padre no estaba en condiciones ya de enfrentar una sexta campaña) y a la primera (tocó la flauta por casualidad) llegó a la presidencia, para ejercerla por un año y medio. Y ahora llegará el momento de la verdad. Este 13 de abril enfrenta una encrucijada: o se va o se queda cuatro años. 

El hijo de Álvaro Noboa está ahora en el poder. Es un gobernante lanzado a la reelección, y si bien ha demostrado no tener talento para la política de masas, también ha demostrado no tener escrúpulos para la política de intereses. Y eso le permite, además de usar, abusar del poder, como lo ha demostrado en numerosos episodios: el maltrato a su vicepresidenta, el envío de una ley archivada, el asalto a una embajada, la descalificación de sus rivales en competencia electoral (Topic), la persecución a sus rivales políticos (casi cualquiera que no sea ADN), etc. 

Es decir, el hijo de Álvaro Noboa tiene la posibilidad de vengar a su padre. Si él perdió por un fraude electoral en 1998, Daniel Noboa podrá querer (e imponer) ganar por un fraude electoral el 2025, casi treinta años después. Antes, como ahora, la frágil institucionalidad de un Estado ofrecida al mejor postor lo podría permitir.

La única alternativa para evitarlo, por seguir con la onda noventera, es que la votación de su oponente sea tan amplia como la que derrotó a Jaime Nebot en 1996. 

Cabe la posibilidad: Un vengador quedando en ridículo.

Poesía (el resto es márquetin)

8 de marzo de 2025

El debate lo encumbró a Daniel Noboa, el debate lo podría hacer caer a Daniel Noboa. Allí reside la poética de este episodio.

El presidente Daniel Noboa tiene una primera gran desventaja: por contraste a su opositora, él ya gobernó. Y no lo ha hecho bien, si juzgamos por los siguientes dos criterios: 

* Mentiras (porque un político es juzgado por su capacidad para cumplir su palabra)

Son tantas, que mentir califica para manía presidencial: cosas que dice que no va a hacer pero luego hace, como no subir el IVA para después subirlo tres puntos; cosas que dice que iba a hacer pero después no hizo, como las cárceles en once meses o la cárcel en altamar (tremendo pedo mental del que ya nadie habla); cosas que son ciertas pero no como él las interpreta, como cuando dijo que el Ecuador había vuelto a vender energía eléctrica a Colombia, cuando se trató de una venta programada por razones técnicas; cosas que dice que resultan exageraciones, como el monto de la inversión en nuevas escuelas (según él 46 millones, cuando es casi cuatro veces menos, sólo 12 millones), cosas que dice que son errores, como que el número de femicidios ha disminuido, cosas que dice que no tienen sustento como que los GAD han gastado su dinero en hacer campaña a favor de la candidata Luisa González y que es por eso que no tienen recursos, cosas que dice que son fantasía como que no iba a haber apagones o que existe el “Plan Fénix”, y cosas que dice que tienen un touch de esquizofrenia como que él era una persona ajena a revanchas, dispuesta a gobernar con empatía, pero después se postuló como un “pésimo enemigo” y se lanzó a perseguir rivales, e incluso a su propia vicepresidenta. Son sólo unos cuantos ejemplos de una amplia gama: el presidente Noboa es un todoterreno de la mentira.

* Mala administración (porque un político es juzgado por su capacidad de gestión)

Las cifras en los dos temas que más preocupan a los ecuatorianos, la economía y la lucha contra la delincuencia, son muy malas.

En economía: En el período de gobierno de Noboa, la pobreza aumentó (dos puntos: pasó del 26% al 28% de la población) y la pobreza extrema también (pasó de 10.6% a 12.7%), también aumentó el desempleo (tan solo por los apagones -que no iba a haber- se perdieron alrededor de 250.000 empleos). El crecimiento económico del Ecuador fue minúsculo (apenas del 0.3%, el único con peores números en América latina es Haití, según los datos del Banco Mundial) y la inversión extranjera directa en el Ecuador representa el 0.3% del PIB (nuevamente el único país con peores números en América latina es Haití).

En seguridad: Este inicio del año 2025 es el más violento registrado en la historia del Ecuador, con un 40% más de muertes violentas que las registradas en el mismo período del año 2023, que fue el año que cerró con una tasa de 47.25 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, la tasa más alta desde que se tienen estos registros. En los primeros cincuenta días de este año, en el Ecuador han sido asesinadas 1.300 personas, lo que equivale a un asesinato por hora. A pesar de casi catorce meses de guerra del Estado contra los GDO (desde el 9 de enero de 2024), el Ecuador era y sigue siendo es el país más violento de América latina.

*

Sumado a esto, la otra gran desventaja del presidente/candidato Daniel Noboa es que es todo lo opuesto a un líder carismático. Es un pésimo comunicador y será la primera vez que esta condición realmente se pondrá en juego. En los debates del 2023, en la primera vuelta las luces no estuvieron sobre él (él surgió en el posdebate, v. “Tocó la flauta (o fenómeno Gremlin)”) mientras que, en la segunda vuelta, ninguno de los dos candidatos había gobernado, así que las luces estuvieron repartidas de forma pareja (como también el resultado). 

En los debates del 2025, en la primera vuelta, el formato fue un adefesio. Y la segunda vuelta es la que importará. Enfrentará a los mismos de la segunda vuelta del 2023, pero esta vez las luces estarán sobre quien tendrá que justificar lo hecho con la responsabilidad que se le otorgó cuando se lo eligió presidente el 15 de octubre de 2023. Es decir, el presidente Noboa tendrá que defenderse de las acusaciones por sus mentiras y responder a los cuestionamientos por su mala administración; él tendrá que justificar el porqué el pueblo debería votar por él para que continúe su gestión cuatro años más*. Y esto significa exponerse como nunca antes. 

Como se ha visto, hay muchas acusaciones y cuestionamientos que hacerle al presidente Noboa. Y la candidata Luisa González los podría vocalizar muy bien** (a diferencia de él, ella no está negada a las bondades del castellano). Este escenario lo coloca al presidente Noboa en una situación muy, pero muy incómoda.    

Y podría ser que lo que lo subió, lo haga bajar. Poesía.

*


* Antes, el 2023, Noboa era el cambio. Hoy, el 2025, es la continuidad. Si antes Noboa ofreció razones para cambiar a una población que estaba deseosa de un cambio, hoy Noboa debe ofrecer razones para su continuidad a una población que sigue deseosa de un cambio. Por eso es que ahora se lo siente tan fuera de lugar: ahora necesita convencer a la gente y el poder de convencimiento verbal no le fue dado (¡sólo le queda el márquetin!).

** La receta en esta elección para la RC es: “poco Correa, mucha Luisa, muchísimo en contra de Noboa” (esto último, para mantener sus números abajo, porque en política no suma amigos quien fracasa).

La anexión

7 de marzo de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 7 de marzo de 2025.

En 1821, salvo por la Gobernación de Guayaquil, la Audiencia de Quito estaba en manos de los españoles. En Cúcuta, entre mayo y octubre de 1821, se reunió un Congreso Constituyente compuesto por 57 diputados, que redactaron una Constitución y varias leyes para regular la conducta de los habitantes de un naciente Estado cuyo nombre era República de Colombia, bajo el mando de un presidente por ellos designado: el general venezolano Simón Bolívar.

De los diputados reunidos en Cúcuta, ninguno representaba a parte alguna de la Audiencia de Quito. Siendo esta República de Colombia la unión de los territorios del Virreinato de Nueva Granada (incluyendo allí el territorio de la Audiencia de Quito) y de la Capitanía General de Venezuela, en su Congreso Constituyente se debatió el título para la agregación de Quito a Colombia. 

Para algunos, la discusión del título para la agregación de Quito era irrelevante, porque ella no se mandaba sola. El territorio de la Audiencia de Quito pertenecía “naturalmente” al Virreinato de Nueva Granada y por eso la expresión de la voluntad quiteña no era relevante. Era parte de una “unidad territorial preexistente”, que se quería conservar bajo formas republicanas.

Otros evidenciaron la contradicción de unos “representantes de los pueblos” que impedían a otros ejercer el mismo derecho a la autodeterminación que ellos. El diputado Manuel María Quijano advirtió que se debía dejar a Quito y a otras entidades territoriales en la libertad de agregarse a Colombia, para que “no se coartase la libertad a los representantes en materia de tamaña importancia no sólo para nosotros, sino para Quito y las demás partes que traten de unirse a Colombia”.

Finalmente, el Congreso de Cúcuta puso en la Constitución que el territorio de Colombia comprendía “el antiguo virreinato de la Nueva Granada y Capitanía General de Venezuela” (Art. 6) y que los pueblos de esa extensión territorial “que están aún bajo el yugo español, en cualquier tiempo en que se liberen, harán parte de la República” (Art. 7). En rigor, esta cláusula no aplicaba a Guayaquil, pues era una Gobernación libre y republicana desde 1820.

En Guayaquil se reunieron en un Colegio Electoral 57 diputados del territorio de la Gobernación para dictar una Constitución y designar a sus gobernantes. Y ocurrió en noviembre de 1820, antes que los otros 57 diputados se reunieran en Cúcuta.

Para 1822 se había concretado la independencia de los territorios de la Audiencia de Quito. Los territorios que fueron liberados por las fuerzas del general Bolívar se asociaron de inmediato (¡Qué remedio! Se lo debían) a la República de Colombia. Pero el caso de Guayaquil era singular, pues se había liberado a sí misma el 9 de octubre de 1820.

Una ambigüedad constitucional, si acaso, le causaba gracia a Simón Bolívar. Él iba por sus pistolas. En el caso de la Guayaquil libre, el general Bolívar vino personalmente a la ciudad con sus tropas (1.300 “bravos colombianos”). Se presentó en ella el 11 de julio de 1822, con el firme propósito de imponer su voluntad de anexionar la Gobernación de Guayaquil a la república bajo su mando. 

Y se retiró el 1 de septiembre de 1822, con la anexión de Guayaquil oleada y sacramentada.

Periodismo malo

28 de febrero de 2025

Unos meses atrás, un académico ecuatoriano afincado en el extranjero publicó una investigación. La investigación no es lo relevante; lo relevante es lo que se puede predicar del periodismo ecuatoriano a partir de ella.

Este académico indicó que durante años existió una “Pax Narca”, es decir, un acuerdo entre autoridades del Estado y delincuentes de los GDO, por el que se ocultó la muerte de miles de personas, que pasaron a formar parte de un subregistro estatal. El total de personas muertas de forma violenta pero no registrada ascendió a más de 7.000, a razón de dos por día más o menos, durante el período evaluado (entre enero de 2007 y mayo de 2017). El académico llegó a estas conclusiones sentado frente a un monitor.

Si su relato es cierto, el periodismo de este país es malo. Porque quiere decir que durante diez años murieron de forma violenta dos personas al día por hechos vinculados a los GDO que el Estado buscó ocultar, pero que nunca, NADIE NUNCA en el periodismo ecuatoriano, se enteró de estos hechos y pudo reportarlos y denunciarlos, y todas esas cosas que se esperan del periodismo. Es decir, si este relato es cierto, aquí los periodistas son una caterva, porque habría supuestamente en esto casi el doble de víctimas que hubo en la dictadura de Pinochet, pero ni una sola línea en el periodismo del 2007 al 2017 que lo documente. No hubo ni una sospecha, ni un familiar de una víctima que manifieste su dolor, ni una evidencia de la macabra orquestación. Nada de nada. 

Creo (espero) que el relato sea falso. Es que, en verdad, no pueden ser tan inútiles: más de 7.000 mil muertos con complicidad estatal y todo el periodismo son unos cojudos que NS/NC. Por diez años.

El problema es que, si el relato del académico es falso, el periodismo del Ecuador es igualmente malo. Porque quiere decir que alguien viene a decir que murieron más de 7.000 personas en diez años, que hubo un pacto criminal entre el Estado y los GDO, que se hizo un subregistro de víctimas de muertes violentas, y se le da cabida en los grandes medios de comunicación del Ecuador casi sin cuestionamiento alguno a sus afirmaciones: sin elaborar sospechas, sin presentar un familiar de una víctima que manifieste su dolor, sin una evidencia de esta macabra orquestación. Según ellos, habría que creerle a una persona que llegó a estas conclusiones sentado frente a un monitor. 

OJO: El académico podría decir (mentir) lo que quiera, pero es el deber de un periodismo responsable la verificación de sus afirmaciones, la búsqueda de la evidencia que corrobore o desmienta la versión que se le presenta. Todo ese ejercicio estuvo ausente. Una persona frente a un monitor les hizo el trabajo y ellos no lo cuestionaron jamás. Lo dieron por bueno, porque era conveniente a su relato político. 

En términos de periodismo, son una caterva (pero como operadores políticos sí son útiles). No se les cayó un cuestionamiento sobre los muertos que se encontraron entre las tablas de Excel. Ni sospecha, ni víctima, ni evidencia alguna de orquestación. Nada de nada.

El periodismo en este país es malo, lleno de Carlos Ochoas de la derecha tiro Carlos Vera. Aquí, de manera habitual la misión del periodismo se hace añicos por la creación y sostenimiento del relato político. Porque es a los políticos a quienes sirven, no a la gente.

Un inglés en pelota

            Publicado en diario Expreso el viernes 28 de febrero de 2025.

El primer grupo opositor de la historia política del Ecuador se conformó durante la primera presidencia del venezolano Juan José Flores (1830-1834). Este grupo se llamó El Quiteño Libre y publicó el semanario del mismo nombre desde el 12 de mayo de 1833. 

Lo integraron varios terratenientes serranos, profesionales como el doctor Manuel Ontaneda (en cuya botica podía suscribirse al semanario por un año pagando seis pesos, por un semestre pagando tres pesos y por un trimestre pagando doce reales) y una personalidad tan singular como la del inglés Francis Hall, autor de libros de viaje, discípulo de Jeremy Bentham, visitante de Thomas Jefferson en Monticello, veterano de las guerras de la independencia con Simón Bolívar (1818-1822) para luego convertirse en un opositor a la dictadura bolivariana y, una vez establecido en Quito, en un botánico aficionado de sus alrededores (publicó el libro titulado Ecuador, Plants & Excursions near Quito) y residente en el “barrio bravo” de San Roque.  

Simón Bolívar le había advertido a su coterráneo Juan José Flores, en carta fechada 9 de noviembre de 1830, acerca de la llegada de Vicente Rocafuerte al nuevo Estado que Flores empezó a gobernar desde septiembre de ese año. Le advirtió, en concreto: “este hombre lleva las ideas más siniestras contra V. y contra todos mis amigos. Es capaz de todo y tiene los medios para ello”. Bolívar le avisó a Flores que le iban a disputar el poder.    

En 1833 Vicente Rocafuerte arribó al Ecuador. Nomás llegar, los integrantes de El Quiteño Libre le mostraron su simpatía y promovieron su candidatura al Congreso de 1833, resultando en su elección como diputado por Pichincha. Y Bolívar tuvo razón: Rocafuerte tampoco demoró en involucrarse en una revolución contra el gobierno de Juan José Flores que se originó en Guayaquil, en octubre de 1833. Flores en persona debió salir de Quito a Guayaquil para sofocar la revolución, dejando encargado el poder ejecutivo conforme a la Constitución. Y es fama que también dejó armado un plan, que concluyó con la muerte y la humillación del inglés Francis Hall.

El 19 de octubre de 1833 varios integrantes de El Quiteño Libre pretendieron hacer una revolución en Quito, asaltando un cuartel, pero terminaron por ser víctimas de la emboscada que se había planeado en su contra. Tomados por sorpresa, el ataque de las fuerzas gobiernistas produjo varias bajas en los revolucionarios y la inmediata dispersión de sus fuerzas (sin embargo, ni Matheu, ni los Ascázubi, ni Zaldumbide, ni Sáenz, ni Valdivieso murieron: se salvaron todos los terratenientes). En esta refriega cayó el héroe de Pichincha, el ilustrado Francis Hall.

Las autoridades del gobierno de Flores ordenaron la humillación pública de sus despojos mortales: a este ilustrado que quiso bien al Ecuador se lo colgó desnudo de un poste, para que la población de la ciudad reflexione sobre los peligros de intentar hacer una revolución. Así clareó en la Quito triste del 20 de octubre de 1833.

Refino, entonces, el título de esta columna: un inglés en pelota, colgado de un poste de la plaza San Francisco, por orden de la autoridad y como forma de control popular.

Viñeta de un país (naciente, persistentemente) bárbaro.

Tocó la flauta (o fenómeno Gremlin)

25 de febrero de 2025

En la fábula de Tomás Iriarte el borrico tocó la flauta por casualidad, pero ello no hizo al borrico (ésta es la moraleja de la fábula) un buen flautista. Para Daniel Noboa, ganar la presidencia fue tocar la flauta por casualidad. 

En la campaña presidencial del año 2023 hubo un episodio clave: el debate, que catapultó a Noboa a la presidencia.

Antes y durante el debate del 2023 ocurrieron cosas, incluido el asesinato de un candidato unos pocos días antes de su celebración, pero lo que realmente cambió el curso de la candidatura de Noboa ocurrió en el posdebate, cuando el Gran Árbitro de la Política Ecuatoriana (aquel a quien en el Ecuador aman y aman odiar a partes iguales), Rafael Correa, elogió a Noboa y dijo que se había destacado en el debate, que él lo había hecho “muy bien”. 

Su movida estratégica era bajar a otro candidato, Topic. Mala movida. Ocurrió el Fenómeno Gremlin

Porque con aquel “elogio estratégico”, Correa echó agua a una apacible mascota y de allí surgió Stripe, el sociópata de Gremlins (1984).  

El demiurgo Correa lo creó a Noboa, porque en la política ecuatoriana “lo hizo persona, le dio presencial social” (como dijo Abdalá que había hecho con Álvaro, su papá). Desde ahí, Noboa/Stripe se disparó. Y está arriba, y está dispuesto a cualquier cosa para sostenerse.

El telón de fondo del fenómeno Gremlin en la historia del Ecuador es que su llegada al Palacio de Carondelet no fue el fruto de un gran movimiento social. Simplemente, él lo intentó y le sonó la flauta por causalidad. 

Es por esta razón que no hay seguidores del presidente Noboa. Hay empleados, oportunistas, turiferarios, entusiastas del autoritarismo (ese saltarse las leyes y abusar de sus facultades que Noboa encarna muy bien) y, por supuesto, los convencidos del anti-correísmo, que son su base dura. Pero no hay seguidores. Y eso es porque no hay doctrina, tampoco. Y resulta realmente imposible seguir (entusiasmarse por, convencerse de que esa persona es LA alternativa) a alguien como Noboa, que no sólo tiene unas grandes dificultades para comunicar ideas, sino que ni siquiera tendría mayor cosa que decirle a su electorado, salvo frases propias del márquetin político. 

Por eso lo representa un cartón. En política, aunque estático, comunica mejor. 

Correa y el futuro

22 de febrero de 2025

Para salvar el proyecto de Correa hay que salvar el proyecto de Correa. 

Es decir, el proyecto que ayer encarnó Correa como presidente por diez años, para sostenerse en el tiempo, ahora requiere que Correa no intervenga. O que intervenga de una cierta manera.

Por intervenir, quiero decir: tuitear.

Y ello es así, por las siguientes tres razones:

La primera, porque las intervenciones de Correa son contraproducentes, pues alimentan el anticorreísmo. La segunda, porque las intervenciones de Correa distraen el foco de atención que debe estar sobre quien debería brillar en esta elección (porque lo que se quiere es la victoria en la segunda vuelta), la candidata Luisa González. La tercera, porque este cambio de conducta de Correa significa reconocer el paso del tiempo: las nuevas generaciones no conocen al Correa que gobernó, sino al Correa tuitero. Y a este último, lo perciben tóxico.

El problema de fondo es que Correa es un indomable que vive, como diría Les Luthiers, “atrapado por su pasado” (suéltalo pasado). Y la elección del 13 de abril es sobre el futuro. Así que está yendo a contramano y debería enderezar el rumbo.

Son dos opciones: la radical, que consiste en que Correa deje de tuitear (opción irreal), o la moderada, que consiste en que Correa tuitee con propósito (opción más o menos realista). Es decir, que al menos hasta el 14 de abril, antes de tuitear, Correa responda a las preguntas: ¿es esto acerca del pasado o de mi ego? ¿o esto que voy a tuitear sirve a la campaña de Luisa? Si la respuesta a la primera pregunta es Sí, no tuitea. Y si la respuesta es No, pero la respuesta a la segunda pregunta no es Sí, tampoco tuitea.

Mi sugerencia: la opción moderada, con mucha discusión de políticas públicas a implementar en un nuevo gobierno, con análisis de los programas de la candidata de su tienda política. Hablar del futuro, sin hablar (casi nada, lo mínimo indispensable) del pasado. Y nunca en tono de “se los dije”, porque eso aburre.

Ojalá el expresidente tenga la grandeza de aceptar una sugerencia de buena fe. Como decían las abuelas, “es por su propio bien”. Y el del Ecuador, también. 

Carrión renuncia

21 de febrero de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 21 de febrero de 2025.

El primer Presidente Constitucional elegido por la voluntad popular fue el lojano (natural de Cariamanga, nacido en 1804) Jerónimo Carrión Palacio. En su vida pública, él había sido diputado a las convenciones nacionales de 1845 y 1852, gobernador del Azuay durante la presidencia del guayaquileño Vicente Ramón Roca Rodríguez y vicepresidente durante la presidencia del guayaquileño Francisco Robles García (1856-1859) para luego convertirse en su detractor por integrar el triunvirato de gobierno que surgió en Quito (conformado, además, por el guayaquileño Gabriel García Moreno y el riobambeño Pacífico Chiriboga Borja) en los tiempos de la guerra civil de 1859-1860.

De aquella guerra civil emergió una figura que dominó la época hasta su muerte en 1875: Gabriel García Moreno. Una convención nacional, convocada por García Moreno en calidad de jefe supremo, se reunió en Quito entre el 10 de enero y el 3 de abril de 1861. Esta convención dictó una Constitución que reemplazó a la promulgada en 1852 en los tiempos del general Urbina y eligió Presidente Constitucional de la República a García Moreno para que gobierne hasta el 30 de agosto de 1865. 

Bajo el imperio de la Constitución de 1861, unos días antes de concluir el período presidencial de García Moreno, el 15 de mayo de 1865, se celebró la primera elección presidencial directa en la historia de la República del Ecuador, a fin de elegir a su reemplazo (la Constitución impedía la reelección). El reemplazante fue el candidato auspiciado por el gobierno nacional (dando inicio a una larga tradición), elegido de una forma arrasadora (más del 70% de la votación, aunque el universo de votantes era de alrededor del 3% de los ecuatorianos). Ese hombre fue Jerónimo Carrión. 

Carrión empezó su período de gobierno el 7 de septiembre de 1865 pero no lo concluyó. García Moreno lo había elevado a la presidencia y García Moreno intervino para sacarlo a Carrión de ella. 

García Moreno era persona dominante y autoritaria, mientras que Carrión era su opuesto, de carácter débil y timorato. Para García Moreno, el que Carrión haya pretendido un gobierno del Ecuador respetuoso de la Constitución y las leyes, de las instituciones y las garantías de las personas, que haya permitido la libertad de prensa, eran errores que debían ser corregidos.

Hacia finales de 1867, Gabriel García Moreno se trasladó de Guayaquil a Quito para maniobrar y proponerle a Jerónimo Carrión que renuncie a la presidencia, por la falta de apoyo que tenía y como único remedio para salvar a la República. De acuerdo con Benjamín Carrión, en su biografía de García Moreno “El Santo del Patíbulo”, publicada en 1959, un militar de apellido Sáenz le dejó al presidente Carrión un recado: “manda a decir el señor García Moreno que desocupe la presidencia de la Republica, porque él la necesita para otra persona”.  

Le hizo caso. Quien fuera el primer Presidente Constitucional de la República elegido por la voluntad popular, fue también el primero en desentenderse de tan alto cargo. Carrión envió su renuncia al Congreso el 6 de noviembre de 1867 y se retiró de la vida política para siempre.

Carrión murió en Quito, en tiempos todavía garcianos, el 5 de mayo de 1873.  

"Ayora" y poco más

19 de febrero de 2025

En una entrevista por canal 10 la mañana del miércoles 18 de febrero, el periodista Mauricio Ayora se mostró ansioso de satisfacer los apetitos mediáticos del presidente Daniel Noboa. Se entregó a sus deseos de lucirse, sin oposición ni disimulo. En su estilo chabacano, le hizo unas preguntas fáciles, engolosinadas, que siempre buscaron que el presidente Noboa corra, pues todo era pampa. Lo acompañó en su discurso, incluso lo elogió cuando sintió que tenía la oportunidad. Se animó, al cierre, a decir que había que votar bien, implicando de manera obvia que el voto debería ser para Noboa.  

Pero lucirse no es tarea para el presidente Noboa. La prestancia y desenvoltura de su madre ante las cámaras no es lo suyo. Es papá (figura pública con cinco candidaturas presidenciales y ninguna victoria a cuestas) purito.

Pero él sí se deja aconsejar y trata (se puede cifrar su esfuerzo en sus gestos) de hacerlo lo mejor que puede. Pero es tan hábil con las palabras, como Lenin Moreno con un ciclonauta. Este ejemplo de cuando trató de vender el voto “con esperanza” no tiene desperdicio:

“darles las soluciones (a la gente, N. del A.) que ellos necesitan y eso sólo se hace estando en territorio, uno no, uno teniendo una oficina bonita en Quito no resuelves nada, tienes que estar en las zonas difíciles, en las zonas donde hay desilusión, donde la gente se siente des (se traba) desilusionada porque de repente aparece un político y se aprovecha de esa desilusión. Y con… Y… incita a que voten con odio (M. Ayora murmura cosas), y no puede, no puede votarse con odio (M. Ayora apoya: “con sentimiento”), tiene que votarse con esperanza, tiene que votarse con (M. Ayora interrumpe: “Exacto”)… con, con sentimientos positivos, no con temas negativos” (este arrastre de ideas le demoró treinta y seis segundos; la impersonalidad del “tiene que votarse”, no como el fruto del entusiasmo sino como el cumplimiento de un deber, es muy decidor).

Es un guion. Al presidente Noboa le debe haber llegado el memo: con el purito anti no va a llegar adonde quiere. Y entonces se tiene que abrir a postular el voto “con esperanza”, pero lo hace con un tono tan desesperanzado, tan mecánico, que conduce a la desidia: “Ya nada, presi”. 

Cuando chico, “ayora” era el nombre popular de la moneda de un sucre. El presidente Noboa fue poco más que eso.